Los más fieles a Rajoy insisten en que salga a la ofensiva y tome decisiones

Mariano Rajoy hará cambios, pero no ahora. Fiel a su estilo, ha dedicado el fin de semana a hablar con sus más próximos para hacer su propio análisis. Todos, incluidos algunos ministros, le insisten en que debe salir a la ofensiva, ante la acumulación de escándalos que amenazan con hundir al partido. El sentimiento de abatimiento, según distintas fuentes consultadas por ABC, es absoluto. Las consecuencias de la «macrorredada» que ha llevado a la cárcel de Estremera a la mano derecha durante siete años de Esperanza Aguirre en el PP de Madrid y a otros cargos municipales de esta formación, tienen conmocionados especialmente a los barones territoriales que se examinarán en las urnas dentro de medio año. Pero no solo a ellos. Veteranos dirigentes consideran, según le han expresado en privado al presidente, «que debe entrar en tromba en el PP de Madrid para cambiar radicalmente la sensación de sospecha que pesa sobre esta formación».

Sin embargo, Rajoy «no moverá ficha», en palabras de un miembro de su entorno, «hasta que haya que elegir candidatos y entonces tomará decisiones que sorprenderán mucho, sobre todo en el PP de Madrid». Él, como gran parte de la cúpula de Génova, cree que el traslado del que fuera secretario general madrileño a prisión, con un aspecto desaliñado como su coquetería nunca le hubiera permitido, es, ahora sí, «la metáfora definitiva del fin del aguirrismo».

No obstante, la encuesta que se empezó a realizar hace una semana en busca de candidatos para Madrid, «está contaminada por el tsunami de la captura de Granados y el recuerdo indeleble del escándalo de las tarjetas opacas», aseguran. Por eso, no se descarta que el jefe del Gobierno tenga que tomar «a ciegas» la gran decisión de elegir a la persona que asuma el reto nuclear (para el PP y fundamentalmente para el futuro del propio Rajoy) de conservar o perder la capital de España tras 23 años de hegemonía. Esas fuentes mantienen que «hace unas semana, el presidente no descartaba la opción de Aguirre para la Alcaldía, pero ahora ya no es viable».

Lo importante es «saber cómo lo hará, puesto que colocar a un candidato sin el respaldo de una estructura (que aglutina a 90.000 militantes) dirigida con mano de hierro por Aguirre, sería algo parecido a un suicidio», sostienen. No se descarta, pues, que antes de ello, Rajoy tenga que tomar el control. ¿Cómo? Solo los más críticos se atreven a proponer una gestora de la que Moncloa, por el momento, no quiere ni oír hablar.

Con todo, el partido ahora tiene otro reto más inmediato: recuperar la iniciativa y la ilusión quebrada en las últimas semanas por los varapalos judiciales. Por eso, ayer la secretaria general, María Dolores de Cospedal, transmitió un mensaje «constructivo»: el PP ya ha tomado decisiones contundentes contra los corruptos . Y es que horas antes, la cúpula había tocado a rebato para reconducir la estrategia. La intención es «reconocer que las cosas están mal, muy mal, pero que el partido ha expulsado a los implicados y que se les está persiguiendo». De hecho, un dirigente recordaba ayer que «ningún miembro de este partido ha ido a la puerta de la cárcel a despedir a compañeros condenados por la Justicia, como sí se hizo hace unos años en el PSOE».

En esta melé interna, Génova también identifica a personas «anónimas» (definió ayer Cospedal) que desean desestabilizar desde dentro. Otros van más lejos y denuncian la inclusión intencionada en el debate de nombres como Alberto Núñez Feijóo y Sáenz de Santamaría «como recambios de Rajoy». «Nada es casual», interpretan, sabedores de que los enemigos del presidente que afloraron en 2008 siguen activos.