Ann y Mitt Romney, junto a cuatro de sus cinco hijos. / Win McNamee (Afp)
Willard Mitt Romney nace en el seno de una familia tradicional mormona. Su padre, George Romney, fue presidente de American Motors, y seguidamente ocupó el cargo de gobernador de Michigan en los años 60. Su madre, Leonore, tampoco fue ajena a la política, ya que se presentó como candidata al Senado.
Durante su estancia en el instituto conoció a su ahora esposa -y única relación conocida-, Ann Davies, hija de un millonario de Michigan. En 1966 ella se convirtió a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, y se casaron en 1969, aunque en la ceremonia no pudo estar presente la familia de Ann por no pertenecer a la religión mormona. Al año siguiente, la joven pareja tuvo a su primer hijo, Taggart. Tag, como le llaman en la familia, nació en 1970 cuando Ann apenas contaba con 21 años y Mitt 23. Un año después nacería Matthew (Matt), seguido a los cuatro años de Joshua (Josh), Benjamín (Ben) en 1978 y el más pequeño, Craig, en 1981. Cinco hijos varones en algo más de una década de los cuales cuatro están casados y han aportado 18 nietos a la familia Romney.
A pesar de que estudió en la universidad, -es licenciada en Francés por la Universidad Brigham Young-, decidió convertirse en ama de casa para educar a sus hijos personalmente en la estricta fe mormona. "Ann ha dejado de lado lo que podría haber sido una interesante carrera porque decidió, nosotros decidimos, que queríamos tener hijos, y muchos, y ella se entregó a ellos, les dio su tiempo, y ha hecho un gran trabajo", declaró Romney en una entrevista radiofónica.
Pero su estilo de vida tradicional también cosechó algunas críticas, como la referente a que Ann no ha trabajado ni un solo día, y que por lo tanto no comprende la situación en la que están inmersos millones de personas en EE UU. El matrimonio Romney aprovechó entonces las críticas para reivindicar el papel de las mujeres que renuncian a su éxito personal en beneficio de sus hijos.
A pesar de dedicarse en exclusiva a su familia, Ann también saca tiempo para apoyar diversas plataformas cívicas y grupos de padres, además de practicar su deporte preferido, la equitación.
Fortuna
Al contrario que los Obama, los Romney no han hecho públicos sus ingresos salvo en el anterior ejercicio, que reveló que entre 2010 y 2011 la familia amasó ingresos superiores a los 42 millones de dólares (casi 33 millones de euros) de los cuales pagaron menos del 15% en impuestos, tasa muy alejada de lo que paga el norteamericano de clase media y de lo que contribuye su rival demócrata. Sin embargo, la primera dama afirmó en la cadena Fox que no se consideraba "rica": "El dinero puede estar hoy aquí y haber desaparecido mañana. Me considero afortunada por los seres queridos que me rodean". Ann argumentaba también que no habían hecho públicas sus cuentas "porque solo daría más material para ataques".
Sin embargo no todo ha sido un camino idílico de un matrimonio joven y rico que llega al éxito y son "bendecidos" con cinco hijos guapos, altos y rubios, perfectamente educados y mormones. En 1998 a Ann le diagnostican esclerosis múltiple justo antes de la norteamericana festividad de Acción de Gracias, tras encontrarse durante unos meses débil y con dolores. Años más tarde declararía que al principio se encontró "muy asustada" solo de pensar cómo se sentiría "el resto de su vida". A partir de ahí los Romney, con Ann a la cabeza, apoyarían diferentes investigaciones sobre la enfermedad.
Diez años más tarde la familia tendría que volver a afrontar otro episodio traumático: a Ann le diagnostican cáncer de mama y se pone en tratamiento médico de nuevo. En la actualidad la enfermedad la candidata a primera dama se encuentra totalmente libre de cáncer y la esclerosis ha remitido, aunque es una enfermedad crónica. Por todos estos sucesos la mujer del representante republicano se ha convertido en un gran baluarte en la lucha por alcanzar la Casa Blanca, y su familia al completo, un espejo para muchos estadounidenses, a pesar de su religión.
