El mandatario entra al ataque porque necesitaba una victoria con la que compensar su mala actuación del primer debate, la misión de Romney es tranquilizar a los independientes
El mandatario defiende la intervención en Libia, un país «agradecido» por la caída de Gadafi
El republicano hace un guiño al voto hispano: «Latinoamérica es una oportunidad enorme»
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Obama y Romney, en pleno debate. / J. Skipper (Reuters)
Momento del debate entre Obama y Romney. / W. McNamme (AFP)
Romney y Obama saludan bajo la mirada del moderador. /Reuters
Michelle Obama, recibida entre aplausos. / Reuters
Los nietos de Romney, juegan en el camerino. / Afp
Cuatro años al frente del Gobierno de Estados Unidos dieron ayer sus frutos para
Barack Obama en el tercer y
último debate presidencial, centrado en política exterior. Gracias a ello el mandatario que busca la reelección se ha apuntado la victoria dialéctica en dos de los tres debates celebrados, pero no por eso está más cerca de ganar las elecciones del 6 de noviembre.
Si bien los votantes encuestados por CNN coincidieron en dar a Obama como ganador por 48% a 40%, cuando se les preguntó si los candidatos demostraron capacidad para manejar la responsabilidad ser comandante en jefe los números fueron parecidos: 63% para Obama y 60% para
Romney.
Y es que el candidato republicano tenía anoche una agenda muy distinta a la del mandatario. Mientras Obama entró al ataque porque necesitaba desesperadamente una victoria con la que compensar su
mala actuación del primer debate, la misión de Romney era tranquilizar a los independientes que temen que un presidente republicano les meta en otra guerra. De ahí que Romney sorprendiera con declaraciones pacifistas que parecían sacadas del ideario de izquierda e incluso criticase a Obama cuando éste presumió de matar a Osama Bin Laden: “Pero no podemos abrirnos camino a tiros”, apuntó el republicano.
Paradójicamente el hombre que anoche intentaba distanciarse de George W. Bush al afirmar que la guerra no es la solución para todo pretende aumentar el presupuesto de Defensa un 35% por encima de lo que propone el mandatario. Un presupuesto que, como aclaró Obama, ya es mayor que los diez siguientes países del mundo juntos que más gastan en Defensa, incluyendo Rusia y China. El presidente tuvo su frase más ingeniosa de la noche cuando Romney denunció que la marina estadounidense tiene menos barcos ahora que en ningún momento desde 1917. “Sí, claro”, se burló Obama, “y también tenemos menos caballos y menos bayonetas, porque ahora tenemos cosas llamadas portaviones en las que aterrizan los cazas, y barcos que van debajo de agua llamados submarinos nucleares. Esto no es el juego de los barcos en el que nos dedicamos a contar los barcos que tenemos, se trata de cuáles son nuestra prioridades”.
La frase “Less horses and bayonets” explotó inmediatamente en Twitter, como lo hicieran en los anteriores debates la de despedir a la Gallina Caponata o traer carpetas llenas de mujeres.
Romney, en evidencia
Obama también dejó al republicano en evidencia como alguien obsoleto cuando recordó que considera a Rusia el principal enemigo de Estados Unidos, en lugar de poner a Al-Qaeda al principio de la lista. Romney, por su parte, repitió su acusación de que el presidente se codeó con los tiranos del mundo nada más asumir el cargo y se enzarzó en una gira mundial para pedir disculpas por la actuación de sus predecesores. “Le vieron como a un presidente débil”, observó. Obama le rebatió con fuerza y ofreció en esos momentos de genuina indignación su actuación más convincente.
Las recetas de ambos candidatos en temas tan complejos como Libia, Egipto, Siria, Afganistán y Pakistán se diferenciaron poco, lo cuál favorece a Romney, que tiene ventaja en el aspecto económico. Las diferencias surgieron en cuanto a China, a quien Romney promete denunciar por manipulador la moneda, e Irán, a cuyo presidente Mahmud Ahmadineyad promete acusar de genocidio ante el Tribunal Penal Internacional por sus amenazas contra Israel. Si bien esa pretensión es ridícula, hizo parecer al republicano más enfático aún que Obama en defender al país que ambos consideran el principal aliado de EE UU. Con ello se ganó las simpatías de los votantes de Florida, cuna de los judíos jubilados en la que se celebraba el debate. Será este estado, junto con Ohio y Virginia, los más claves para decidir el resultado del 6 de noviembre.
A dos semanas de las elecciones las cartas están echadas. Ahora sólo queda movilizar a las bases para lograr una alta participación. Dado lo apretadas que están las encuestas todo hace pensar que quién logre motivar más a sus bases gobernará EE UU durante los próximos cuatro años.