Todos, menos uno, contra la abstención
El hartazgo entre los electores amenaza a los principales partidos de cara a las cuartas generales en cuatro años
Difícil misión la de los políticos de aquí al 10 de noviembre. Tienen que convencer a los mismos electores que ya les han votado en tres ocasiones para que lo vuelvan a hacer por cuarta vez en cuatro años . El fantasma de la abstención asusta en las distintas sedes porque aparece como el elemento novedoso de esta cita con las urnas que puede servir para deshacer el bloqueo institucional que los políticos no son capaces de resolver en el Congreso de los Diputados.
«El factor más decisivo será la abstención», sostiene Agustí Bosch, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Barcelona, quien además vaticina que es esperable que crezca la abstención. El experto, sin embargo, salva de este problema al partido de Íñigo Errejón. «Es evidente, al ser un nuevo partido no tiene votantes que se puedan abstener », apunta el politólogo, que sin embargo señala que la abstención puede ser un aliado de Más País: «Puede recoger los votos de gente de izquierdas que se habría quedado en casa en condiciones normales».
De igual modo, Bosch argumenta que está comprobado en su área de conocimiento que los incrementos de la abstención se pueden producir no sólo por la repetición de elecciones, sino por reiteración de las mismas. « La reiteración electoral lleva al hartazgo y eso lleva al aumento de la abstención», subraya el experto.
Narciso Michavila, presidente de GAD3, ve muy diferencial el factor de la fragmentación, más incluso que el de la abstención, más si cabe por la razón que anteriormente abordaba Bosch. «Errejón introduce un elemento nuevo a estas elecciones y también fragmenta, pero más inteligentemente que la derecha», expone Michavila, quien tampoco descarta que la presencia de una alternativa más en la izquierda política pueda incluso favorecer a sus intereses: «Fragmenta el voto de la izquierda, pero si lo compensa con evitar que gente que votó al PSOE o a Podemos se quede en casa, igual les sale hasta bien». Esta afirmación se sustenta en que, como indica Bosch, «si se presenta sólo en circunscripciones grandes [como parece que va a ocurrir] no hay el peligro de que manteniendo los votos, la izquierda pierdan esacaños por la atomización del sistema electoral».
El famoso relato
La pregunta sobre a qué partido perjudicará más la abstención es difícil. Algunos, como Michavila, lanzan su aviso. «Donde más abstencionistas hay ahora mismo es en Ciudadanos», subraya, mientras otros no se atreven a hacer un pronóstico tan rotundo. «Ahora mismo esa es la pregunta: quién se va a hartar más», sintetiza Bosch, quien avisa de que no hay leyes generales que ayuden a pronosticarlo pero que será muy relevante qué partido consigue imponer su discurso frente al resto. En la medida en que lo logre, conseguirá movilizar a su electorado y regatear a la abstención.
«Otra vez el relato», ríe el profesor de la Autónoma de Barcelona, a quien coge el testigo Carlos Barrera, experto en Comunicación Política de la Universidad de Navarra. «Todos o casi todos van a tener dificultades. Los que más se han expuesto por acción quizás tengan que emplearse más a fondo para convencer a los suyos», manifiesta Barrera, quien sin embargo estima que el PP es el partido que menos se ha desgastado en los últimos meses.
Condenados a pactar
Como solución al bloqueo político, los partidos, cuando les ha resultado favorable, han deslizado en varias ocasiones que una solución sería modificar la ley electoral. « No se pueden tocar las reglas del juego en beneficio de solo unos jugadores. Además, si se quiere reformar para conseguir mayor gobernabilidad, se va a perder proporcionalidad», apunta José Manuel Vera, catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad Rey Juan Carlos que, además, plantea sus dudas sobre la capacidad para crear alianzas entre los actuales líderes políticos: «Si no se ponen de acuerdo para ser presidente y vicepresidente, cómo se van a poner de acuerdo para cambiar el sistema electoral...».
Con estos condicionantes, y si finalmente los resultados no varían sustancialmente el equilibrio entre bloques, parece que los políticos se verán obligados a pactar. Eso u otras elecciones. En el argot taurino se suele decir que no hay quinto malo.
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