Rivera intenta sacar a sus votantes de la abstención con su nueva estrategia: «Era lo único sensato y posible»
Ciudadanos mantiene al PP como socio preferente para un Gobierno conjunto pero ofrece un «acuerdo nacional» con el PSOE si la derecha no suma
El desplome en los sondeos obliga a Rivera a abrir la puerta a pactar con Sánchez
Si la decisión de establecer un veto explícito a Pedro Sánchez a mediados de febrero se decidió para consolidar los electores de centroderecha, el nuevo giro estratégico de Albert Rivera intenta reposicionar a Ciudadanos en el centro político y combatir especialmente la abstención de cara al 10 de noviembre . Una votación de la Ejecutiva planteó el veto, y una decisión del núcleo duro que constituye el comité electoral lo levanta.
Ciudadanos se abre de nuevo a pactar con el PSOE si Pedro Sánchez es el más votado y el pacto por la derecha no suma. No es la prioridad de Rivera, que ambiciona un Gobierno conjunto con el PP. Pero ayer accedió a que «si los españoles deciden que sea el PSOE quien gobierne» y envían a Ciudadanos a la oposición se compromete a hablar con Sánchez si accede a negociar las «reformas de Estado» que Rivera presentó ayer. «Si el 10 de noviembre sumamos con Pablo Casado, le llamaré y en un mes prometo poner en marcha un Gobierno . Pero me comprometo a algo todavía mayor: a convencer al Partido Socialista para que rectifique y vuelva al lugar del que no debió salir, y apoye o lidere esas grandes reformas de Estado si los españoles así lo deciden», anunció Rivera.
El decálogo de medidas que el líder de la formación naranja plantea para ese «gran acuerdo nacional» aglutina los siguientes aspectos: apoyo a las familias, pacto educativo con el inglés como lengua vehicular, sanidad, lucha contra la despoblación, medidas contra la corrupción, bajada de impuestos, pensiones dignas, plan contra la precariedad laboral, nuevo sistema electoral y unidad de España. Es en esencia, el proyecto que Ciudadanos viene defendiendo desde que dio el salto a la política nacional. Pero que no fue el eje principal de la anterior campaña .
No obstante, altos mandos de Ciudadanos insisten en que «el socio prioritario sigue siendo el PP y queremos un Gobierno con ellos». Mientras que «no se contempla» que un eventual entendimiento con los socialistas suponga entrar en el Gobierno.
La justificación de este giro es evitar las terceras elecciones-«eso es lo que menos se contempla»- para poner «España en Marcha», que será su lema de campaña. Pero el objetivo prioritario es intentar proteger las fugas de electores insatisfechos con su actuación estos meses. Desde el partido insisten en que la mayoría «se nos van a la abstención» y que las fugas a PP y PSOE son «residuales». El estado actual de las encuestas se atribuye a movilización del resto. «Por eso sube el PP», dicen. El objetivo es despertar a sus abstencionistas: «Los que tenemos desmovilizados ahora tienen un motivo más que ayer para volver a votar ».
Tras una campaña muy dura contra Sánchez, desde la cúpula de Ciudadanos se defendía ayer «centrarnos más en el qué y no en el quién» en un momento en el que cualquier estrategia «debe ir dirigida a desbloquear» la situación. «Era lo único sensato y posible. Evitar terceras elecciones lo preside todo», explica un importante dirigente. En el partido creen que tendrán que esperar un par de semanas para medir en los sondeos el impacto de su decisión.
Encuestas muy negativas
Ciudadanos cae con fuerza en todos los sondeos publicados. El sueño del sorpasso al Partido Popular ha quedado en eso, en el sueño de una noche de verano. Ciudadanos tiene el electorado que tarda más en activarse, más indeciso y más propenso a la abstención. Una repetición electoral, como se demostró en 2016, es terreno hostil para un partido de estas características.
Desde la formación se reconoce que ahora mismo no superan el 13% de intención de voto y no más de 40 escaños. Algunos se consuelan con que ese fue su techo en el ciclo electoral 2015-2016 «y ahora parece nuestro suelo».
En el partido insisten en que un 50% de sus votantes el 28 de abril decidió su voto durante la campaña y que un 8% lo hizo el mismo día de la votación. A ello se aferran para convencer de que «no estamos muertos». Además en el partido creen que el PSOE tiende a la baja. Algo fundamental para ellos que pelean con los socialistas el último escaños en muchas provincias.
La crisis que el partido sufrió en verano, con la marcha de algunos dirigentes, es reflejo de un electorado dispar. Según apuntan los sondeos, los electores más de centroizquierda y que pese al rechazo a Sánchez no entienden no haber aprovechado la suma de 180 escaños que arrojaron las elecciones del 28 de abril, son los más abstencionistas. Esa sensibilidad todavía se deja sentir en un partido que ejecuta las directrices de Albert Rivera.
Pero hay otra parte de su electorado que solo entiende la razón de ser de Ciudadanos pactando con el PP, y eventualmente con Vox. A la vez que Vox ha sido el elemento que provoca el desafecto de sus electores más progresitas. El laberinto del centro. «En la repetición electoral de 2016 caímos por pactar con el PSOE. Ahora caeremos por no pactar», lamentaba ayer un dirigente consultado por ABC, que defendía la necesidad de «hacer algo».
Un fallo de diagnóstico
El auge de Vox tras las elecciones andaluzas fue uno de los detonantes para plantear el veto al PSOE. Retener votantes que se mostraban dudosos entre ellos, un nuevo partido y un nuevo liderazgo en el PP. El resultado del 28-A, con 57 escaños por solo 66 del PP, validó esa decisión de Rivera. Y cerró totalmente la puerta a un entendimiento con el PSOE que ahora vuelve a ser posible. En Cs insisten en que llegaron a plantear in extremis tres condiciones a Sánchez para evitar elecciones. Pero la realidad es que en el núcleo duro del partido siempre pensaron que Sánchez e Iglesias llegarían a un acuerdo . Y que en las próximas elecciones, que no serían en cuatro años, podrían ser la alternativa de Gobierno.
El temor en algunos sectores del partido es que lo que prime en el electorado sea el cliché de veleta, después de un año diciendo que «no somos el partido bisagra y con bajas importantes sacrificadas en esta estrategia », lamentaba una persona del partido. Incluso entre personas «contentas» con esta decisión entendían que Rivera debería reconocer que se equivocó. e incluso hacer cambios en sus equipos. Optó por no marcharse Luis Garicano , el más relevante de quienes se manifestaron críticos. El portavoz del partido en el parlamento europeo destacó ayer el «gran y muy importante discurso de Albert Rivera». Pero en las personas que comparten esa sensibilidad se percibía ayer cierta sensación de «oportunidad perdida». Cuando pudo no quiso y ahora quiere cuando tal vez no pueda.
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