Toque de atención a los políticos. «¿Tan difícil es pedir perdón, todos?». La pregunta la lanzó ayer al aire Axun Lasa, hermana de Joxean Lasa, presunto miembro de ETA secuestrado, torturado y asesinado por los GAL, junto a Joxi Zabala. En un momento como el actual, en el que los partidos parecen -así lo han demostrado en reiterados debates parlamentarios- incapaces de llegar a acuerdo alguno en materia de pacificación, las palabras de Axun se sitúan a caballo entre la incredulidad y la impotencia. «Me duele mucho que no haya un acercamiento responsable y sincero entre los políticos, que dos años después -en alusión al cese de ETA- seguimos sin ser capaces de unirnos en torno a un proyecto que nos incluya a todas las personas que hemos sufrido las consecuencias del conflicto», añadió.
Lasa habla desde la experiencia que le concedió participar junto a damnificados de ideologías muy dispares en el proyecto 'Glencree'. Ayer compartió mesa con una de esas víctimas en el seminario que el colectivo Bakeola organizó en el Palacio Euskalduna de Bilbao: Patxi Elola, edil socialista que, como objetivo de ETA, sufrió durante años la violencia de persecución. Se trata de un programa de encuentros entre damnificados de diferente índole impulsado por la antigua Dirección de Víctimas del Terrorismo del Gobierno vasco. Bautizada como 'Glencree' por el lugar de Irlanda en el que dieron inicio a las reuniones, esta iniciativa comenzó su andadura de manera discreta en diciembre de 2007 -ETA permanecía aún en activo- con un objetivo: entrar en contacto con otras experiencias y tomar conciencia de lo injusto de la violencia. Se dio a conocer públicamente en junio del pasado año.
En la lista de participantes figuran familiares de víctimas de ETA, así como de los GAL y el Batallón Vasco Español, como también allegados de personas que sufrieron excesos policiales. Es el caso, por ejemplo, de Lurdes Zabalza o Mikel Paredes. Este último es hermano de Juan Paredes Manot, 'Txiki', fusilado por el régimen franquista en 1975. La experiencia arrancó con la adhesión de una decena de víctimas, pero fue creciendo hasta alcanzar casi la treintena. Se llevaron a cabo tres reuniones principales: en 2007, 2008 y 2011. Es en la tercera cuando los participantes apostaron por incorporar al grupo a los familiares de quienes sufrieron abusos por parte de las fuerzas de seguridad. Los encuentros fueron diseñados y coordinados por Galo Bilbao, Carlos Martín Beristain y Julián Ibáñez de Opacua. Bilbao participó ayer en el seminario de Bakeola junto con el asesor de la Dirección de Derechos Humanos y Víctimas del Gobierno vasco, Txema Urkijo.
Axun Lasa hizo especial hincapié en la necesidad de que todas las víctimas sean «reconocidas en el grandísimo dolor que se les ha causado intencionadamente». «Me he sentido y me siento dañada por gran parte de la sociedad, por su incomprensión. Pero ¡cuántas personas más, víctimas del terrorismo de ETA y del aparato del Estado ...!», manifestó. Lasa, que reconoció haber participado en actos que pudieron «herir» a afectados por ETA y «de verdad lo siento», se dirigió entonces a la clase política. Así, reprochó a las diferentes formaciones que no hayan sido capaces de «dialogar y escuchar». Las víctimas, algunas, lo hicieron gracias a 'Glencree'. «¿Tan difícil es reconocer que provocaron mucho sufrimiento? ¿Tan difícil es sentir la necesidad de pedir perdón por tantas atrocidades cometidas en nombre de no se qué? Esta petición la dirijo a todos, a la izquierda, a los dirigentes...», apostilló Lasa.
«Proliferación de actos»
Patxi Elola lo tiene claro: «Si uno no se sienta, no se acerca». Concejal del PSE en Zarautz se negó la primera vez que le plantearon participar en el programa 'Glencree', pero se dejó «convencer» y ahora solo tiene buenas palabras hacia esta iniciativa. «A mí me ha servido mucho», apuntó ayer. Reconoce que cuando se habla de convivencia «hay que darle tiempo al tiempo». En esta línea, Elola considera que resulta «más fácil un acercamiento cuando es el afectado el que directamente se mueve». «Si yo no me muevo y me acerco al otro colectivo, mi entorno no se va a mover», describió. Ahora bien, siempre «desde el máximo respeto» hacia aquellas víctimas que «rechazan» dar este tipo de pasos porque «su dolor no ha cicatrizado».
El edil socialista, que sabe lo que es sufrir el terrorismo en sus propias carnes, advirtió en cualquier caso que no se puede poner «fecha» a la convivencia. Sería, añadió, como tratar de «decir cuándo se saldrá de la crisis económica». «Es preciso trabajarla día a día», con aportaciones de toda la sociedad, para hacer que esa «cultura» avance «de una manera u otra», sostuvo.
Elola no dudó, asimismo, en mostrar sus recelos hacia la «proliferación de actos para hablar» sobre esta materia. «Me huelo que tienen objetivos políticos. En unos casos, para no reconocer una parte de la historia y en otros, para hacer publicidad cuando no hay una intención clara de avanzar». «La paz -insistió el concejal- no depende de un plan, hay que trabajarla».