La controvertida ley Wert examinó ayer al Partido Popular del País Vasco en tres actos. En el primero, su portavoz, Borja Sémper, consideró «excesivo» que se pida un 6,5 de nota media para poder acceder a una beca que sufrague estudios universitarios, según se recoge en la propuesta inicial del ministro de Educación. A continuación, el secretario general del PP, Iñaki Oyarzábal, interpretó la opinión «particular» de Sémper como una crítica general hacia esa iniciativa, lo que le llevó a matizar a su compañero. Oyarzábal, que se ha reunido con José Ignacio Wert como interlocutor en los temas educativos, intentó corregirle al separar las declaraciones «personales» de la oficial. Y subrayó que su partido en Euskadi «respalda» al titular del Ministerio en su decisión de «revisar» la nota en la Universidad e, incluso, en el planteamiento de que las ayudas «puedan llegar a menos gente», a cambio de que quizá mejoren su dotación económica.
Como colofón, la presidenta del PP, Arantza Quiroga, salió en defensa de su portavoz. Reconoció como Sémper que la reforma así planteada corre el riesgo de no garantizar el derecho a cursar estudios superiores con independencia de la renta.
En realidad, Sémper y Oyarzábal, unidos por una sintonía a prueba del examen más severo, se enredaron porque cada uno llevaba su parte de razón e, incluso, con argumentos compartidos. El problema es que parecieron corregirse entre sí. En una rueda de prensa, Sémper se hizo eco de la sensación general de rechazo que rodea a la ley Wert al entender que «mucha gente» se puede quedar fuera de la formación universitaria si no cuenta con beca, aunque reclamó que se tenga en cuenta también «el mérito y el esfuerzo». «Mi opinión particular es que un 6,5 me parece excesivo. Habría que encontrar un punto de equilibrio», explicó.
Una opinión de «sentido común» que comparte expresamente la dirección que lidera Quiroga, como ya adelantó el portavoz en el Congreso, Alfonso Alonso, el primero en apuntar la posibilidad de una revisión de la nota. Sin embargo, Iñaki Oyarzábal acogió la crítica desde un plano más de fondo, situado en una delicada posición tras haber ofrecido a Wert el apoyo de su partido en Euskadi. Oyarzábal, partidario de elevar el esfuerzo en la Universidad, se vio en la obligación de recalcar que las palabras de Sémper no eran «la opinión del partido». Lo hizo desde el anonimato, lo que daba a entender de forma errónea que la dirección rectificaba a su portavoz; cuando, en realidad, las diferencias obedecían más a un exceso de celo.