La aprobación por el Senado de EE UU de un pacto entre demócratas y republicanos por el que se modula el horizonte de recortes en el gasto público y el aumento de impuestos previstos para el 1 de enero de 2013 ha alejado la amenaza del denominado 'abismo fiscal', aunque sin diluirla del todo dado que el acuerdo está pendiente del beneplácito en la Cámara de Representantes. La dilación constituye en sí misma un riesgo añadido, dado que este escenario de incertidumbre estará sometido en horas al escrutinio de las Bolsas y a que las economías mundiales aguardan al desenlace definitivo de las negociaciones con las que el presidente Obama trata de evitar una subida automática de la tributación para el 90% de los contribuyentes. Su resultado final definirá el margen de que dispone Obama para seguir avanzando hacia la salida de la crisis sin que el control del déficit público, punto clave del rigorismo republicano, restrinja los servicios a los norteamericanos más desfavorecidos y ahogue los incipientes síntomas de recuperación de EE UU que resultan del todo necesarios para las economías globales.