Volkswagen sigue apostando por el diésel
Durante la presentación de las cifras de 2016, Müller ha insistido en que Estados Unidos continúa siendo un «mercado estratégico clave»
A pesar de que grandes ciudades alemanas cono Stuttgart, Múnich y Berlín están legislando la prohibición de vehículos con motor diésel en sus centros urbanos a partir de 2018, Volkswagen no se plantea abandonar esa tecnología y acelerar la transición a la era eléctrica , sino pasar a la ofensiva. “Nos tomamos muy en serio la protección del clima, no solamente en estas ciudades, sino en el mundo entero”, ha defendido su presidente, Mathias Müller, durante la presentación anual de resultados en Wolfsburg, “y lo que tenemos que hacer es mejorar la imagen del diésel” . En su opinión, “el diésel juega un papel fundamental en el logro de los objetivos de reducción de emisiones de CO2” y anuncia que se reunirá en breve con otros fabricantes del sector para abordar juntos una negociación que permita a los más avanzado coches diésel recibir una “placa azul” con la que poder seguir circulando por los centros urbanos de normativa medioambiental más estricta.
Esta iniciativa se suma al amplio programa de reestructuración empresarial que Müller está llevando a cabo tras el escándalo por la manipulación de los motores diésel, que saltó a las portadas del mundo entero en 2015 y del que la automotriz alemana todavía no ha terminado de recuperarse. Müller anota en 2016 todavía un descenso de beneficios del 11% y aventura que “a finales de 2017 tendremos ya la casa completamente en orden”. La pérdida de ingresos redujo el año pasado las ganancias hasta los 1.900 millones de euros. Los modelos Golf, Tiguan o Passat se mantienen como emblema de la marca, pero no pudieron evitar que la facturación mermase un 0,6%, hasta los 105.700 millones de euros. En este contexto y poniéndolos a la cabeza de los sacrificios que la plantilla debe aceptar, la empresa ha optado por reducir las retribuciones de la cúpula directiva , integrada por nueve miembros que el año pasado se repartieron cerca de 39,5 millones de euros frente a los cerca de 63 millones de 2015.
Durante la presentación de las cifras de 2016, Müller ha insistido en que Estados Unidos continúa siendo un “mercado estratégico clave” tanto para el grupo automovilístico en general como para la marca Volkswagen en particular, sugiriendo que la política proteccionista de Donald Trump podría terminar acarreando nuevos quebraderos de cabeza a la firma. Las filiales Porsche y Audi generan en Estados Unidos cuantiosas ganancias para el grupo y están muy pendientes de las primeras decisiones de la nueva administración. “Mantenemos nuestras decisiones sobre inversión y sobre nuestras fábricas y en el futuro queremos jugar en Estados Unidos un papel incluso mayor del que jugamos hoy”, ha dicho, derrochando optimismo. Pero además de las plantas en Estados Unidos, Volkswagen tiene fábricas en México, desde las que exporta automóviles al gigante norteamericano gracias al acuerdo de libre comercio de América del Norte (Nafta) y que se verían fuertemente afectadas por las nuevas cargas impositivas. “En la política económica en general se observa más tendencias proteccionistas”, ha reconocido el responsable de finanzas de Volkswagen, Frank Witter, consciente de que la estrategia podría todavía sufrir nuevas modificaciones para adaptarse a las novedades trasatlánticas.
Los responsables de Volkswagen presentan como un gran triunfo el haber conseguido en 2016, a pesar de todas las dificultades, haber superado a Toyota como el mayor fabricante de vehículos del mundo, con una facturación facturación de 217.300 millones de euros , mientras que los beneficios netos se situaron en los 5.100 millones de euros . La situación está lejos de ser ideal, pero hay que recordar que en 2015 el consorcio registró pérdidas históricas de 1.582 millones de euros, en una situación agravada por las provisiones que debió realizar para hacer frente a las multas y a la reparación o restitución a once millones de clientes en todo el mundo. Su situación financiera, por otra parte, es complicada desde hace meses. Estar a la altura de sus competidores en las nuevas tendencias, como la digitalización o la utilización de nuevas energías, es difícilmente compatible con el gran proceso de reestructuración puesto en marcho por la actual directiva y que contempla la supresión de hasta 30.000 puestos de trabajo en todo el mundo, 23.000 de ellos en Alemania. De aquí a 2020, la automotriz alemana quiere reducir sus costes en 3.700 millones de euros al año y ese panorama espanta a los ingenieros capaces de innovar y desarrollar avances con los que competir en el mercado. Para la empresa resulta imposible atraer personal cualificado de alto nivel, mientras sigue pagando una plantilla de más de 624.000 personas en todo el mundo, una pesada carga para tiempos de problemas financieros. Aun así Müller se ha esforzado por tranquilizar sobre el futuro del empleo en la compañía, que engloba marcas como Seat, Audi o Skoda , y se ha mostrado confiado en que, una vez superado 2017, la empresa volverá a recuperar su velocidad de crucero habitual.
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