TRIBUNA

Tanto tiempo de tipos mínimos en la Eurozona: peligro

El economista Carmelo Tajadura considera que «prolongar una política monetaria ultra-expansiva conlleva el peligro de generar burbujas en diversos activos y supone riesgos para la estabilidad financiera y macroeconómica»

CARMELO TAJADURA

La lenta salida de la recesión ha llevado a políticas monetarias muy expansivas en las principales áreas económicas del mundo y solo USA ha comenzado a revertirlas , aunque en un proceso muy lento. En la Eurozona, el BCE está aplicando medidas ultra-laxas cuyo resultado son unos tipos de interés inéditos. Así, en el interbancario, el Euribor hasta el plazo de seis meses es negativo mientras a un año (el plazo más mediático, por las hipotecas ) es casi nulo (0,06%), y en la deuda pública los tipos son negativos hasta el plazo de siete años en Alemania o hasta casi dos años en España. Abunda la liquidez barata que, aparte de depreciar el euro , debería favorecer el crédito, lo que en teoría impulsaría la inflación y el crecimiento europeos. Otra cosa es que se esté logrando, al menos en la medida deseada. Para la economía española ha supuesto sin duda un impulso a corto plazo, pero cabe temer que este nivel de tipos de interés, que se prevé deprimido todavía durante bastante tiempo, pueda tener efectos secundarios poco deseables. Porque tanto estí mulo puramente monetario es un exceso. Y, como dice Miguel Sebastián en su libro «La falsa bonanza» publicado recientemente, los excesos suelen acabar mal como hemos podido comprobar en España, en estos años pasados, con casos como el de la vivienda, las infraestructuras, las renovables o, en general, el crédito.

Desde luego, está claro que prolongar indefinidamente una política monetaria de carácter ultra-expansivo conlleva el peligro de generar burbujas en diversos activos , reales o financieros, y supone riesgos para la estabilidad financiera y macroeconómica, aparte de incapacitar la respuesta del banco central a una hipotética recesión futura. Pero voy a centrarme en tres aspectos concretos en los que los tipos bajos implican riesgos bastante evidentes.

En primer lugar, perjudican al ahorro. Lo que resulta muy grave porque, si no queremos depender de la importación de capital (y la deuda externa española ya bate récords), el ahorro resulta absolutamente necesario para financiar la inversión y, por tanto, para el crecimiento económico. Es especialmente indeseable el daño al ahorro a largo plazo, especialmente en el caso de los planes de pensiones o las compañías de seguros. Pero, al paso que vamos, incluso tener depósitos a corto plazo nos puede acabar costando dinero, bien por aplicarse tipos negativos en el caso de grandes clientes (como ya ocurre en algún país europeo), o bien por el pago de comisiones o peajes en productos asociados, cuando se trate de importes más pequeños.

En segundo lugar, l os tipos tan bajos están quitando incentivos al desapalancamiento y retrasando el necesario ajuste. Esto resulta evidente en el caso del déficit público, donde el Gobierno se ha conformado con el ahorro derivado de los menores tipos de la Deuda del Estado (la emitida en 2011 nos costó el 3,90% y la emitida en el pasado mes de noviembre el 0,57%) y ha abandonado las políticas restrictivas del gasto, a pesar de que algunos despistados hablen de austericidio. Mientras tanto, el volumen de la deuda está ya en torno al 100% del PIB . Pero también está teniendo efecto en el sector privado donde, ante un endeudamiento que resulta tan barato, a muchas empresas les cuesta realizar los esfuerzos de negocio necesarios para disminuirlo. Algunas constructoras o compañías de renovables constituyen buenos ejemplos.

Por último, el nivel actual de tipos de interés está poniendo en serias dificultades al sector bancario . La generación de márgenes recurrentes en el negocio nacional es mínima y ni siquiera da, en algunos casos, para atender los costes operativos y las provisiones necesarias. Las entidades han recurrido a ingresos atípicos como los derivados de la operatoria con deuda pública o las plusvalías en ventas de activos o negocios. Pero esto no vale para siempre, por lo que es manifiesta no sólo la necesidad de una nueva reducción de capacidad en el sector sino incluso la inviabilidad de algunos modelos de negocio actuales.

No sé qué va a pasar cuando el BCE cambie de política monetaria, Nos encontraremos entonces los efectos de lo que habremos incubado durante años. Mucho estímulo monetario, pocos logros en forma de crecimiento y tantos efectos secundarios. Resulta evidente que sería mejor cambiar el mix de política económica en la eurozona y que hubiera un peso mucho mayor de las reformas estructurales y, en los países cuyos déficits se lo permitan, también de la política fiscal; aparte de planes de inversión europeos financiados con recursos comunitarios. Pero la UE no es un Estado y sólo con el BCE no basta.

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