Suecia termina con los tipos negativos

Después de cinco años, el Banco de Suecia (Riksbank) ha decidido subir los tipos al 0%, un alza de solo 25 puntos básicos y un paso fundamental para el retorno a la normalidad monetaria

El gobernador del Banco de Suecia, Stefan Ingves REUTERS

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Mientras Christine Lagarde sigue proclamando la continuidad de la política monetaria de Draghi, Suecia pone por su cuenta final a la política de tipos negativos. Después de cinco años, e l Banco de Suecia ha decidido subirlos al 0% , un alza de solo 25 puntos básicos pero paso fundamental de retorno a la normalidad monetaria y avanzadilla de países sin necesidad de respiración artificial que no están dispuestos por más tiempo a soportar condiciones financieras invertidas.

Como el propio Consejo del BCE ha reconocido, la extensión en el tiempo de los tipos negativos entraña el riesgo de provocar el efecto contrario al deseado, que su impacto negativo en los márgenes de los bancos termine por desincentivar del todo la concesión de crédito, pero mientras en Frankfurt se limitan a vigilar de cerca la cuestión, Suecia pasa a la acción y toma medidas, convirtiéndose en un laboratorio en el que podrá observarse la inexplorada senda de vuelta y en una foto muy atractiva de todo tipo de inversiones y depósitos, que en el resto de la zona son actualmente penalizados.

El gobernador del Banco de Suecia, Stefan Ingves, irá poco a poco y no descarta regresar de nuevo en algún momento a los tipos negativos si la situación económica lo requiere, aunque avanza que los tipos se mantendrán en el cero «durante los próximos años». Además, la institución va a mantener sus compras de deuda soberana hasta diciembre de 2020, por lo que se mantendrá una política monetaria expansiva. Pero sí prescinde de la medida que más impacto negativo tiene en los ahorradores y que más efectos perversos puede generar en la financiación, los tipos negativos.

El Banco de Suecia se marca el objetivo de una inflación próxima al 2% , misma meta que se marca el estatuto fundacional del BCE pero de la que los suecos están mucho más cerca. Sus previsiones apuntan a que los precios crecerán en Suecia el 1,8% este año y el siguiente y alcanzarán el 2,1% en 2022. El BCE en cambio, pronostica que la inflación apenas alcanzará el 1,7% en el cuarto trimestre de 2022. Lagarde tiene por delante un camino hacia la normalización de su política monetaria mucho más largo y pedregoso. Suecia crecerá al 1,7% en 2021 y al 1,9% en 2022 y su economía es una evidente muestra de una Europa a dos velocidades.

El BCE asegura tener muy presente los efectos colaterales de los tipos negativos, en especial en el sector bancario, si bien el último recorte es relativamente reciente. La institución decidió rebajar del -0,4% al -0,5% la tasa de depósito el pasado septiembre, dentro del paquete de estímulos con que Mario Draghi finalizó su mandato en la presidencia. Un estudio interno de la institución publicado hoy apunta incluso a que el tipo de depósito podría llegar a ser aún más bajo en la zona euro sin llegar a dañar en exceso a los bancos. Es decir, sin terminar causando la contracción del crédito.

Al menos en un ejercicio teórico . Firmado entre otros por Massimo Rostagno, director general de política monetaria del BCE, apunta a que en el caso de que la tasa de depósito hubiera bajado hasta un máximo del -1% a principios de 2019, manteniéndose ahí por el plazo de tres años, la capacidad de los bancos para conceder crédito no se vería afectada en gran medida y recuerdan que, con tipos más negativos, se incentiva la toma de riesgos y la concesión de financiación. Los propios autores del estudio advierten que esta simulación es teórica, sobre un entorno macroeconómico sin cambios.

No es la primera vez, de todas maneras, que el Riksbank se adelanta, o que disiente de la política monetaria europea. En su día fue criticado por el Nobel Paul Krugman por lo que llamó una política «sadomonetarista» de endurecimiento . El banco central de Suecia, que tiene su propia moneda , la corona, y no pertenece a la eurozona, fue el primero, en 2015 en bajar las tasas de referencia hasta índices negativos y es el primero en desgajarse del conjunto ante el inminente Brexit mientras el Banco Central Europeo, el Banco Nacional de Suiza, el banco central de Dinamarca y el Banco de Japón mantienen política bajo cero como un elemento central de su posición monetaria.

«El movimiento sueco puede ser visto con intriga por aquellos contrapartes que buscan pistas sobre cómo podrían revertir sus propios tasas de interés negativas en el futuro, si surge la necesidad», sugiere Bloomberg. Y en todo caso, Suecia, con solo diez millones de habitantes, puede montar y desmontar con relativa facilidad no solamente los muebles de Ikea, sino también las políticas monetarias. Si es experimento de retorno se muestra contraproducente, resultaría relativamente sencillo volver a la senda.

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