Sanz de Acedo: «Los jueces a veces consideran las falsificaciones un delito menor»
El responsable de la organización alerta de que tras las copias ilegales hay organizaciones criminales, al tiempo que reconoce que internet es una «oportunidad» para estos delincuentes

Etienne Sanz de Acedo (San Sebastián, 1971) dirige la Asociación Internacional de Marcas (INTA, por sus siglas en inglés). Una suerte de patronal que defiende la propiedad intelectual e industrial de las empresas, amenazada hoy por el creciente negocio de las falsificaciones. Todo es susceptible de ser copiado, tanto en bienes como en servicios. Y repite un mensaje para ver si termina calando, visto que no ha sido así hasta ahora: quienes están detrás de estos productos son organizaciones criminales.
Al año se pierden 56.000 millones en ventas directas en toda la Unión Europea. ¿Cómo ha evolucionado el mercado de las falsificaciones?
Un estudio cifraba el volumen global de comercio pirateado en 626 billones de euros. La predicción para 2020 es que pasemos a 1,9-2,7 trillones de euros. A partir de 2020 se perderán 5,4 millones de empleos también por esto. Es un fenómeno preocupante, que afecta a todos los ámbitos industriales. Internet es un escaparate mundial que permite vender en cualquier lugar del planeta, pero también hay 1,5 billones de páginas web y es una oportunidad muy buena para los falsificadores.
¿A qué obedece este aumento?
La cifra no ha hecho más que crecer permanentemente. Hay un esfuerzo de las autoridades para coordinarse en la lucha, pero estamos hablando de crimen organizado. Por ejemplo, en ropa de deporte, para intentar evitar el peso de la ley, ahora va la camiseta y por otro lado los escudos, los logos... No se importa el producto falsificado, sino que que genera en destino.
¿En qué países hay que poner el foco como exportadores de falsificaciones?
Hay un porcentaje muy grande de productos que vienen de Asia, particularmente de China . En la UE hay zonas de paso que facilitan el tráfico de mercancías falsificadas. Y Turquía es una de las puertas de ingreso. Es un problema aún por resolver. Además, están las zonas francas, que tienen un papel importante y a través de ellas entran grandes contenedores en los que se introduce también producto falsificado. Las zonas francas están sujetas a la legislación civil y penal del país donde se ubiquen; otra cosa son los incentivos fiscales.
Da la sensación de que se han normalizado este tipo de compras.
Si es cierto que hay una cierta percepción por parte de los consumidores de que las marcas son solo de grandes empresas y no pasa nada si compro un producto falsificado. Cualquier multinacional empezó con una idea, con un emprendedor. La marca cumple fundamentalmente una función de identificación y garantía de calidad del producto. Luego, no olvidemos que cuando se produce falsificación y piratería se está destruyendo empleo. Ese pensamiento de que no pasa nada se traslada también lamentablemente a nuestras autoridades. Por parte de la judicatura hay veces que se considera como un delito menor y en el poder legislativo que la propiedad intelectual no es tan importante.
Viendo que las cifras continúan aumentando, ¿se ha hecho suficiente en la lucha contra las falsificaciones?
Se está haciendo mucho pero nunca es suficiente. Con eso no lanzo un mensaje pesimista pero es importante una concienciación a las autoridades sobre los peligros las falsificaciones y piratería . Cualquier tipo de producto y servicio se puede falsificar, y hablamos de alcoholes, medicinas, recambios de automóvil, recambios de aviones... hay un riesgo para la salud. Las autoridades han visto los delitos contra la propiedad intelectual como delitos menores. Los propios jueces dicen «sí, esto son falsificaciones»’, pero que no son delitos tan importantes. Claro que es importante, porque detrás hay organizaciones criminales. Y tristemente a día de hoy estos delitos son menos castigados. Si uno se quiere dedicar a la delincuencia, le sale más rentable delinquir en propiedad intelectual.
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