ESPECIAL DEFENSA

Un presupuesto de 13.000 millones en la UE, entre 2021 y 2027, para afianzar el sector

La Pesco europea ya ha alumbrado 34 proyectos industriales de defensa

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Uno de los pocos efectos positivos del Brexit ha sido la eliminación de una especie de tabú que impedía a los dirigentes europeos pensar siquiera en la construcción de una Europa de la Defensa. No es que se haya empezado a crear un ejército europeo, algo que difícilmente sucederá, pero la cooperación que se inicia ahora entre los principales países en el campo militar acabará desembocando en un nuevo rostro de la seguridad europea.

En el próximo periodo presupuestario (que empieza en 2021 y termina en 2027) se prevé destinar una cantidad respetable de hasta 13.000 millones de euros para el Fondo Europeo de Defensa, frente a los 2.100 que se han gastado en este último periodo.

Los 27 países miembros de la UE decidieron crear la nueva estructura de cooperación militar en septiembre de 2016, en la cumbre extraordinaria que siguió al referéndum en el que una escasa mayoría de británicos decidió abandonar la Unión.

Cooperación industrial

La reunión estaba dedicada precisamente a determinar el rumbo futuro ante el trauma de la pérdida de uno de los socios más relevantes, pero también a reflexionar a la luz de los acontecimientos mundiales que suponían un entorno cada vez más azaroso para Europa. Incluso la orientación política del nuevo presidente norteamericano, Donald Trump, cuyo compromiso con la OTAN y con la seguridad de los aliados europeos es manifiestamente más difuso, convenció a los europeos de que a partir de ahora deben ser capaces de garantizar su propia seguridad y que para ello han de cooperar de forma más estrecha y no solamente en materia estrictamente militar. También en la parte industrial.

Siempre se ha dicho que el rendimiento operativo de la suma de los presupuestos militares europeos (unos 200.000 millones de euros) no logra ni la mitad de eficiencia de la que logra Estados Unidos con el mismo dinero. Los europeos se gastan entre todos solo el 40% del presupuesto militar norteamericano , pero obtienen por ello apenas el 15% de la potencia en medios y tecnología de lo que puede disponer EE.UU.

El 13 de noviembre de 2017, los ministros de Exteriores de 23 Estados miembros firmaron la notificación conjunta sobre la puesta en marcha de la Cooperación Estructurada Permanente en materia de defensa (conocida como Pesco) y se la entregaron a la Alta Representante y al Consejo.

El Brexit y la demanda del 2% en la OTAN ha espoleado esta política

En diciembre, el Consejo Europeo aprobó formalmente la creación de esta ambiciosa estructura. La cooperación estructurada es la fórmula legal prevista en los tratados y por la que un grupo de países puede poner en marcha una fórmula de asociación más avanzada cuando no todos están en condiciones de hacerlo.

Esta es la figura, por ejemplo, para la puesta en marcha del euro. Las reglas fijan las condiciones en las que esta cooperación reforzada puede hacerse y los medios por los que algún país podría oponerse. La salida de los británicos fue la señal por la que Alemania y Francia decidieron impulsar firmemente este recurso, al que en este caso se le ha añadido el adjetivo «permanente» porque tratándose de defensa, el compromiso no puede ser algo voluble.

Ejemplo: un dron europeo

A los diecisiete proyectos concretos acordados inicialmente en diciembre de 2017 se sumaron otros diecisiete en noviembre del año pasado, lo que representa una progresión inédita en un campo que ha permanecido dormido durante décadas en los pasillos de las instituciones de Bruselas.

Incluso después de la puesta en marcha de la cooperación estructurada, Francia y Alemania siguen hablando de la posibilidad de un ejército europeo como tal y un grupo de los países que participan, diez por ahora, entre ellos España, pretenden crear un mecanismo operativo coordinado para intervenir en determinados casos, y en el que -de este modo sí- podría participar el Reino Unido aunque haya salido de la UE.

Los 13.000 millones de euros del Fondo Europeo de Defensa tienen que ser aprobados en diciembre, cuando se termine la discusión sobre el llamado Marco Financiero Plurianual, que es la fórmula utilizada por la UE para no tener que pasar cada año por una espinosa discusión anual sobre el dinero.

Esos fondos provendrán de los recortes en los tradicionales rubros del presupuesto europeo: la política agrícola y el desarrollo regional. Ese dinero no se ha previsto para gastos de funcionamiento de los ejércitos, sino para proyectos concretos de desarrollo de tecnología de la defensa que puedan beneficiar a la industria militar europea.

Por ejemplo, se va a desarrollar y fabricar un modelo de dron europeo que permita no depender de EE.UU. en este campo. Naturalmente, tratándose de la UE, la cuestión es repartir los beneficios industriales, que tendrán que ser forzosamente simplificados. El objeto de fabricar material militar moderno, adaptado y compatible para todos los ejércitos europeos tiene una consecuencia inevitable: que hay que reducir también los costes y probablemente dejar sin producción a las empresas más obsoletas o menos eficientes, lo que no siempre es fácil para los gobiernos.

La Agencia Europea de Defensa, que dirige el español Jorge Domecq , es la encargada de diseñar en los hechos esta cooperación industrial, para evitar que las propias empresas europeas se anulen unas a otras haciéndose la competencia en un campo tan sensible.

La irritación de Estados Unidos

La percepción de este movimiento hacia una industria militar europea más competitiva va tan en serio que este mes pasado Estados Unidos ha enviado una carta formal a la Unión Europea para quejarse de que sus empresas están siendo excluidas de los proyectos de cooperación tecnológica, a pesar de que teóricamente trabajan con el mismo objetivo y todos dentro de la Alianza Atlántica.

Desde la llegada de Trump, Washington ha insistido hasta la saciedad en que los europeos deben invertir más en defensa y todos los países han aumentado sus presupuestos militares. Pero los cambios políticos en la Unión Europea probablemente no están hechos para que los ejércitos europeos compren sistemáticamente material norteamericano como podía suceder en el pasado. Ahora se busca el «made in EU».

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