El plan Lagarde defrauda y la Bolsa sufre un crac histórico

El BCE anuncia 120.000 millones extra en compras de deuda y más liquidez para las pymes mientras el Ibex pierde un 36% de su valor en tres semanas

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Christine Lagarde, presidenta del BCE REUTERS

Christine Lagarde salió ayer a anunciar las medidas tomadas por el Banco Central Europeo (BCE) para combatir los efectos económicos del coranavirus convencida de que serían un cañonazo que provocaría un «gran impacto» en la economía de la Eurozona. Pero a pesar de las nuevas compras de activos por nada menos que 120.000 millones de euros adicionales y la nueva barra libre de liquidez para la banca, los mercados advirtieron que el paquete es insuficiente. Todas las Bolsas europeas se desplomaron con caídas superiores al 12% . El Ibex 35, en caída libre, perdió un 14,06%, la que es la peor sesión de su historia. Ni el día del referendo del Brexit ni en la crisis financiera de 2008 o la de deuda soberana entre 2010 y 2012 se registraron en la Bolsa de Madrid unos «números rojos» de tal calibre.

La lectura inmediata fue que el BCE carece del necesario margen de maniobra para hacer frente con fuerza a esta crisis y a las que vengan detrás. Y no solo eso: a diferencia de la reacción por sorpresa y deliberadamente exagerada de la Reserva Federal de EE.UU. y del Banco de Inglaterra, el consejo de gobierno del BCE defraudó las expectativas creadas. El mercado espera en estos casos una sobrerreacción, y el BCE repondió, según describen los analistas de DWS, con un «pequeño paquete de rescate» .

El organismo dejó intactos los tipos de interés: el de referencia, aunque ya estaba por debajo de los de EE.UU. y Reino Unido, seguirá en el 0% , nivel en el que está desde marzo de 2016. Y las tasas de depósito y de crédito se mantienen también sin cambios, statu quo que denota falta de fuelle. «La flagrante ausencia de un recorte de tipos es un crudo recordatorio de que, dado que el de los depósitos ya está en -0,5%, el BCE tiene un margen de maniobra significativamente inferior al de sus homólogos», valora Wolfgang Bauer, gestor de M&G Investments.

Esta decisión contrasta con las bajadas drásticas de tipos anunciadas por la Fed y el Banco de Inglaterra , entre otros bancos centrales, sin ni siquiera esperar a sus reuniones habituales. De nada sirvieron los subrayados de Lagarde, que en la rueda de prensa posterior a la reunión del BCE insistía en que es parte de u na iniciativa «ambiciosa y coordinada» , expresión con la que implicaba a los gobiernos de la zona euro y sus políticas fiscales.

Lagarde admitió que está «preocupada» por «la lentitud y la complacencia» de los gobiernos de la Eurozona frente a la pandemia. Los expertos del BCE recortaron sus previsiones para la economía de la Eurozona y estiman que crezca este año un 0,8%, en comparación con el 1,1% proyectado en diciembre. Ahora bien, es tas previsiones «no están actualizadas» y no toman en cuenta las últimas evoluciones de la enfermedad, matizó la presidenta del BCE, que esta semana alertó a los socios miembros de que Europa afronta una crisis de la magnitud de la de 2008.

Inyección de liquidez

«Esperamos soluciones, no alertas», dicen a ABC fuentes financieras. Aunque el BCE no constata «señales evidentes de estrés en los mercados monetarios o de falta de liquidez en el sistema bancario», ha diseñado un programa de liquidez pensado especialmente para las pymes, esperando que ese dinero llegue a la economía real, algo que no logró nunca Mario Draghi , y ayude a las compañías afectadas por el Covid-19.

El objetivo es evitar una restricción crediticia y que se encadenen las quiebras empresariales . Para ello, además de nuevas subastas de liquidez en condiciones favorables, el BCE comprará 120.000 millones adicionales de deuda este año, sobre todo en el sector privado, reforzando el actual programa de compras mensuales de 20.000 millones.

El problema es que hace ya mucho tiempo que los bancos, que son la correa de transmisión de esa política monetaria a la economía real, vienen insistiendo en que no hay ningún problema de liquidez. Solo los cinco grandes bancos españoles han anunciado estos días que tienen 99.500 millones a disposición de las pymes. La banca esperaba medidas más contundentes tanto del BCE como de los líderes europeos, como relajar de forma radical la norma de provisiones y conceder avales con garantía pública a largo plazo para que las entidades puedan dar créditos sin riesgo a empresas que van a requerir cierto tiempo para recuperarse de las pérdidas del coronavirus, por muy temporal que sea la pandemia.

Regulación flexible

Cierto es que el BCE autorizará a los bancos eludir de forma temporal los requisitos de capital y de liquidez en vigor para que «puedan seguir jugando su papel en la financiación de la economía real a medida que los efectos económicos del coronavirus se vayan volviendo más aparentes», dijo Lagarde. Además, habrá felixibilidad supervisora, este año no se harán test de estrés y se permitirá cubrir las ratios de capital con recursos de menor calidad. El Banco de Inglaterra fue más allá y redujo el colchón anticíclico que deben cubrir los bancos del 1% al 0%, lo que liberará 190.000 millones de libras.

«El BCE, que está al límite de sus fuerzas pero no ceja en su empeño, ha hecho lo que ha podido», dice Oliver Blackbourn, gestor de Janus Henderson. «Ha inyectado dinero al sistema para que las entidades aumenten la concesión de créditos, pero la población no puede gastar porque las tiendas están cerradas, no necesitan crédito. El objetivo principal debe ser evitar los impagos , ayudando tanto a las empresas como a los consumidores a superar la situación actual», añade.

Que la zona euro entre o no en recesión «dependerá de la rapidez, de la fuerza y del carácter coordinado» de la respuesta «de todos los actores», advirtió ayer Largarde, llamando así a los gobiernos a «asumir el desafío sanitario» y «limitar el impacto económico» con una «respuesta presupuestaria ambiciosa y coordinada». Por ahora, cada país está anunciando sus propias medidas, y la UE solo ha planteado inyectar 25.000 millones , por debajo de los 35.000 desplegados solo por Reino Unido.

Números rojos

Junto a la decepción del plan Lagarde, las medidas anunciadas el miércoles por Donald Trump hundieron la Bolsa de Nueva York y el miedo a la recesión en general desató el pánico en las plazas bursátiles de todo el mundo. En menos de tres semanas el Ibex 35, al que tampoco el plan de choque del Gobierno español ha dado oxígeno, ha perdido la friolera de un 36% de su valor , dejando las acciones de las compañías españolas en unas valoraciones ridículas.

Esa situación, especialmente grave en el caso de los bancos, ha llevado a la cotizadas a iniciar una campaña de «lobby» para que los supervisores -el organismo competente es la Autoridad Europea del Mercado de Valores (ESMA)- prohíban las posiciones cortas, como hicieron varios países europeos de forma coordinada en 2011 y 2012. Fuentes empresariales alertan de que que el terreno ahora mismo está abonado para los especuladores.

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