OPINIÓN
Los mercados también votan (pero con los pies…)
El economista Carmelo Tajadura analiza la reacción de empresas e invesores al reto secesionista catalán y concluye que «a quien intenta ser independiente sin atender a la realidad, ésta le coloca en su sitio sin contemplaciones»
Los independentistas catalanes han estado intoxicando a la población durante años con medias verdades y mentiras sobre los efectos económicos del procés. Pero el tiempo acaba poniendo a cada uno en su sitio. Así, acabamos de asistir a lo que en finanzas llamamos «votar con los pies», es decir que los mercados y los agentes económicos huyen de una propuesta lamentable, haciéndola inviable de paso. La deuda, las Bolsas, el sector financiero y las agencias de rating son buenas muestras de ello.
Empezando por estas últimas, Cataluña ya es bono basura desde hace tiempo, pero han advertido de que habría mayor degradación si hubiera independencia efectiva. En ese caso, las empresas catalanas no podrían tampoco evitar caídas de su rating. Así que las emisiones no serían aptas para invertir salvo de manera especulativa. El procés en plena pendiente, pero hacia abajo.
Cataluña tiene una deuda enorme, claramente por encima del 100% del PIB (incluida la parte del Estado que le toca). Los inversores no la quieren, por lo que su prima de riesgo se ha disparado llegando a aproximarse a 400 puntos respecto a la de Madrid (para un plazo de sólo nueve meses). Así que Cataluña no puede tomar prestado dinero en los mercados y sólo sobrevive con el FLA. Si fuera efectivamente independiente, no podría atender sus compromisos. Salvo imprimiendo dinero a discreción con una nueva moneda, pero eso destrozaría el poder adquisitivo de sus ciudadanos.
El mercado de renta variable, que asume y valora otros riesgos, detesta la inseguridad jurídica. Y teme la eventual legislación futura de una administración que nacería violando las leyes. Además, fuera de la UE, las empresas verían colapsar sus ventas y se encarecería (o imposibilitaría) su financiación. Lo mismo que su capacidad para atraer capital. Por todo ello, los inversores se van y las empresas escapan para protegerse.
El sector financiero está obligado a «votar» contra la independencia para no perder el acceso al BCE. Además, a diferencia de una región, los clientes bancarios sí que tienen derecho a decidir y lo ejercitan . El traslado de sus activos financieros hacia afuera, al que asistimos, es sólo un ensayo de lo que ocurriría con una independencia efectiva, que acabaría ahogándose. Algunos nacionalistas obtusos dicen que la salida de bancos podría canalizar dinero exterior hacia Cataluña. Sólo demuestran su ignorancia sobre gestión bancaria. Porque las entidades financieras necesitan controlar riesgos y equilibrar el balance. Y su negocio catalán podría acabar convertido en filial, con precios y volúmenes acordes a su alto riesgo.
Conviene recordar que algunos economistas catalanes, de cierto prestigio académico aunque no gerencial, han colaborado a empujar adelante hacia este desastre. Dijeron que una Cataluña independiente sería una nueva Dinamarca, si bien los más realistas aceptaban un periodo de dificultades a corto plazo superado en todo caso por unas superiores ganancias a largo. Sin embargo, manejaban para ello un escenario idílico en el que la UE decidiera el reingreso catalán de manera inmediata, la actividad económica continuara igual, el entorno no deparara riesgos o el capital acudiera raudo a financiar e invertir en la nueva república.
Pero el escenario real es otro y lleno de problemas. Varios países de la UE castigarían la secesión para evitar precedentes y todos respaldan a España. Las empresas trasladan sus sedes sociales y fiscales. Y, como acabamos de ver, los mercados rechazan esa nueva república, lo que resulta definitivo. Porque una economía exportadora y turística no puede vivir de espaldas al mundo ni al margen de los mercados. Lo cierto es que estos últimos provocarían el aborto temprano de una eventual Cataluña independiente, antes de llegar a ese largo plazo feliz prometido por aquellos economistas.
A quien intenta ser independiente sin atender a la realidad, ésta le coloca en su sitio sin contemplaciones . Mejor les iría a los catalanes votando a quien se ocupe de resolver sus problemas económicos en lugar de hacerlo a quien dedica todo su tiempo de mandato a una utopía empobrecedora y frustrante.
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