Más impuestos y nuevas prestaciones sociales para un horizonte robotizado
La renta básica universal es la respuesta más ambiciosa a los retos del presente y del futuro
El aumento de la pobreza y la desigualdad resultado de la crisis y su gestión ha provocado que desde hace unos años se esté discutiendo la conveniencia de diseñar nuevas prestaciones que palíen los nuevos problemas sociales. A la ecuación anterior se ha sumado un elemento más que podría agravarla: la robotización, que podría eliminar puestos de trabajo, contribuyentes y cotizantes a la Seguridad Social y, por tanto, los derechos asociados a tener un trabajo, que harían aún más necesarias prestaciones desvinculadas del mundo laboral. Aunque sobre los robots podría diseñarse un nuevo impuesto o cotización que contribuyera a la financiación de las rentas sociales del futuro, ello no impediría cambios (y subidas) en los impuestos clásicos según la modalidad de renta (si universal, condicionada o como complemento a los salarios) que se termine poniendo en marcha.
La renta básica universal es la respuesta más ambiciosa a los retos del presente y del futuro, dado que consiste en una asignación monetaria incondicional a toda la población . Con ello, se pasaría de un sistema contributivo (los trabajadores acumulan derechos cuando trabajan para cobrar subsidios) a uno universal, que no conlleva ni contribuciones previas ni requisitos a cumplir para disfrutarlo y que, además, es compatible con el trabajo. Daniel Raventós, titular del departamento de Teoría Sociológica de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona y fundador de la Red Renta Básica, propone una renta de 622,5 euros mensuales para los mayores de 18 años y un 20% de esa cantidad para los menores de edad. ¿Por qué esa cifra? Porque era el umbral de la pobreza en el año 2010, sin contar Navarra y el País Vasco, un momento en el que la situación económica española estaba en un nivel de degradación muy elevado.
¿Llevaría esta renta a la gente a no trabajar? Daniel Raventós opina que son los subsidios condicionados los que desincentivar el trabajo, puesto que cobrarlos está supeditado a no trabajar, mientras que la renta básica es compatible con tener un empleo. La ventaja de la renta básica es que la gente tendría más libertad a la hora de escoger un trabajo. Y, por ello, aunque no sea uno de sus objetivos, Raventós cree que la renta básica contribuiría a elevar los salarios de los trabajos más duros y que más difícilmente se podrían cubrir. Y, a la vez, dado que los costes laborales se incrementarían, ello sería un incentivo a la innovación tecnológica por parte de las empresas.
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