Labor de zapa con C’S y PSOE... porque cuando AENA gana, España gana, ¿no?

AENA comenzaba 2017 con dos frentes abiertos de máxima urgencia para sus accionistas

María Jesús Pérez

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La locución «hacer labor de zapa» es sinónima de «trabajo de zapa». El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define de la manera siguiente este tipo de trabajo: «El que se hace oculta y solapadamente para conseguir algún fin». Una definición –si bien el término «oculto» no es del todo el adecuado– que viene que ni pintada para explicar la realidad que me trasladan. Una definición, digo, mejor que otras también utilizadas, pero en exceso «agresivas» y no acordes con exactitud a la situación que nos ocupa (como «Toda maniobra desleal», o «Preparación secreta para lograr un fin»... pero no, éstas mejor no.) Me refiero al interés por privatizar el operador aeroportuario español, AENA, hoy 51% en manos del Estado (a través de la sociedad Enaire), y 49% en manos de inversores privados (del que un 24,03% es «flotante»).

El caso es que AENA comenzaba 2017 con dos frentes abiertos de máxima urgencia para sus accionistas. El primero de ellos tenía que ver con la aprobación del DORA –Documento de Ordenación de Regulación Aeroportutaria– para gestionar las nuevas tasas aéreas (aquellas que deben abonar las aerolíneas por utilizar las instalaciones del gestor) que regirá la actividad del sector durante el próximo lustro, con una ampliación comprometida de cuatro años más, hasta 2025. La otra cuestión, igual de relevante (o más), como apuntaba al principio, está relacionada con la privatización total de la compañía, algo que sigue en el aire a pesar de todas las presiones y del buen momento por el que pasan las cuentas del operador y su valor en Bolsa que lo hace más que adecuado. Si una empresa va bien, la economía de su país de origen va mejor. De perogrullo.

Pues bien, la primera de ellas, se resolvió mucho más rápido de lo que ya había durado el haberla postergado «sine die» por la falta de Gobierno. De hecho, fue estrenarlo y poco después... ¡zas! decisión al canto. Nada de congelarlas (como pedía el propio operador). Ni nada, por supuesto, de subirlas. Se bajan. Y punto. Y_fue el propio presidente Mariano Rajoy quien quiso anunciarlo: reducción de las tasas de los aeropuertos de AENA del 2,2% anual, hasta cerca del 11% acumulado, con vigencia hasta 2021.

La decisión –muy protestada por los propios accionistas y dirección de la compañía, que aún confiaban en mantener las tarifas congeladas– fue aprobada esa misma semana en consejo de ministros. ¿El objetivo? Según defendían políticos y compañías del sector afectadas, estimular la demanda y la actividad turística. ¿Según AENA? Todo lo contrario. Las tasas españolas están por debajo de la media europea (ver cuadro adjunto) y una rebaja no contribuiría al aumento del tráfico aéreo, puesto que están más altas que hace unos años y, aún así, el tráfico crece y crece, como bien reconoce el propio ministro del ramo, Íñigo de la Serna, y el traslado a los precios de los billetes está por ver...

En este contexto, y a la par, el segundo de los frentes abiertos: la posibilidad de ampliar el capital de AENA en manos de inversores privados, incluso su privatización total, que ha estado sobre la mesa desde prácticamente el inicio del proyecto que culminó en febrero de 2015 con su salida a Bolsa. Y ahora, más que nunca, su firme objetivo. El modelo de proyección internacional con resultado muy exitoso en otros países invita a seguirlo. De la Serna incluso llegó a decir que el Gobierno estaba dispuesto a estudiarlo pero... ¡se desdijo rápido! ¿Presiones varias? El caso es que para otros Ministerios relacionados con la toma de tal decisión –Economía y Hacienda– no era, ni es, lo que (les) conviene. Por el momento el Estado controla Aena y un hecho constatable es que mediante la regulación y gestión de las tasas, por ejemplo, siempre tendrá poder de control sobre el gestor y sobre sus decisiones estratégicas.

Una situación que ya no convence a sus accionistas privados. De hecho, los fondos de inversión presentes en el accionariado (TCI, con más de un 12% del capital, Blackrock, Talos Capital, Deutsche Bank y HSBC) quieren abrir fronteras y ampliar ganancias, para la compañía y, por tanto, para la economía del país. Y necesitan apoyos más allá de los que no terminan de encontar en el partido que gobierna. La «labor de zapa» de la que hablaba, con argumentos a favor de la definitiva venta de AENA. Reuniones ya han tenido con Ciudadanos y PSOE. Por cierto, con explicaciones contradictorias. En privado, los socialistas están receptivos. En público, decir SÍ no es popular. Y es que dicha privatización necesita una modificación del Real Decreto-ley (aprobado por ZP) que necesita de una mayoría parlamentaria para dar el visto bueno a la venta total de AENA, De momento la lucha de los fondos es poco menos que David contra Goliat, pero... la paciencia es la madre de todas las ciencias.

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