Bajan las tasas aeroportuarias... ¿hacemos un pan como unas tortas?

¿El objetivo? Defendían políticos y compañías del sector que, sobre todo, estimular la demanda y la actividad turística. ¿Y Aena? Desde luego a favor no estaba...

Rajoy anunció en el Foro ABC la reducción de tasas de AENA JOSÉ RAMÓN LADRA
María Jesús Pérez

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Si hay un tema candente donde los haya que llevaba meses sin ver la luz –y no, no me refiero precisamente al tema eléctrico, más candente aún si cabe, lo sé, sobre todo, durante esta última semana– es el de las tarifas del ¿próspero? sector aéreo español, aquellas que deben abonar las aerolíneas por utilizar las instalaciones del gestor aeroportuario, Aena.

Y es que Aena, que se vio prácticamente obligada a incrementar las tasas durante su peor época de deuda (en 2012, llegó a los 15.000 millones de euros, cifra que se antojaba imposible de asumir entonces si no se hubiera paliado, en parte, con dicha subida), ahora, tras enderezar el rumbo, ya en beneficios y con un 49% de su capital privatizado, se ha visto presionada hasta la saciedad para remitir la tendencia, y la exigencia de bajarlas por parte de las compañías aéreas ha sido una constante desde que se pusieran sobre la mesa las propuestas de renovación de todos los interlocutores afectados. Mientras, el operador de los aeropuertos no cejaba en su empeño de plantear la congelación de precios. Una congelación de las tasas durante el próximo quinquenio que tomaba como referencia las de 2016, que ya habían experimentado un recorte del 1,9% con respecto a las de 2015.

En principio, el Ejecutivo –que es el que tiene finalmente la última palabra– tenía que haber dado luz verde al texto con la decisión de subir, bajar o mantener, el pasado mes de septiembre, pero la parálisis política hizo imposible que un Gobierno en funciones definiera el entorno normativo que tendría que regir la actividad del sector durante el próximo lustro, con una ampliación comprometida por otros cuatro años más, hasta 2025.

La solución definitiva la conocíamos esta misma semana. Y de primera mano, en el Foro ABC, donde el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, soltó la bomba para zanjar la polémica que acababa con los tira y afloja de unos y otros...

Anunció Rajoy –no sin antes avisar, dicen, poco antes de su discurso, al presidente de Aena, José Manuel Vargas , que seguro que algo ya se más que olía porque el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, se lo había confirmado a su equipo y... ¡las filtraciones corren como la pólvora!– su decisión: las tasas de los aeropuertos de Aena se reducirán un 2,2% anual, hasta cerca del 11% acumulado, con vigencia hasta 2021. Una decisión recogida ya en el Documento de Ordenación de regulación Aeroportuaria (DORA) que fue aprobado el pasado viernes en consejo de ministros.

La reducción se queda así a medio camino entre lo marcado por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), del 2,02%, y la petición de las aerolíneas, del 2,59%. ¿El objetivo? Defendían políticos y compañías del sector que, sobre todo, estimular la demanda y la actividad turística. ¿Y Aena? Desde luego a favor no estaba... Y rebajar las tarifas no entraba dentro de los planes de los gestores del operador. Las tasas españolas están por debajo de la media europea, por lo tanto una rebaja no contribuiría al aumento del tráfico aéreo, puesto que están más altas que hace unos años y aún así el tráfico crece y crece... O esas son las previsiones del actual titular de Fomento.

Advierten de que rebajar las tarifas puede conllevar riesgos innecesarios a Aena durante los próximos diez años. De hecho, si las «cosas» se tuercen, el posible impacto en los ingresos se podría cuantificar en unos 1.200 millones de euros menos al final del periodo (unos 850, en los primeros cinco años). Reconocen, sí, que la situación actual de récord de llegada de turistas a España permite una mayor holgura en los márgenes de rentabilidad del grupo, pero la empresa teme que durante los próximos años el turismo se resienta por elementos externos como el efecto del Brexit (que podría afectar al número de viajeros procedente de Reino Unido, hoy el 30% de los pasajeros internacionales en nuestro país) o la disminución del llamado «tráfico prestado» por la inestabilidad de los países del norte de África y Turquía, que en algún momento podrían volver a su ser. En diez años...

Ahora bien, ¿realmente los pasajeros se benefician de esta rebaja de tasas? Todo parece que se hace con el fin de dar una alegría a los ciudadanos pero francamente, yo tengo mis dudas. Si bien es verdad que es uno de los costes que las aerolíneas suelen repercutir en el precio de los billetes, su peso resulta bastante menor al de otras partidas de gasto, como el combustible. Además, las propias compañías hoy por hoy no son capaces de aportar una cifra, ya que tampoco pueden predecir si se encarecerán los combustiles o hasta qué punto se incrementara la oferta por el atractivo de las menores tasas.

En definitiva, la bajada de las tarifas hará, en principio, que las aerolíneas ganen más y que Aena gane menos ya que el ajuste no se traslada directamente al precio de los billetes. No sé, al final lo mismo hacemos un pan como unas tortas.

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