Isabel Díaz Ayuso

«El exceso de impuestos supone un ataque contra la libertad y la prosperidad»

«Cada región debe decidir libremente cómo gestionar su riqueza para luego compartirla con todos, dentro del marco constitucional»

EP

ISABEL DÍAZ AYUSO

Hace unas semanas tuve la oportunidad de expresar en Barcelona mi deseo de que Madrid crezca con Cataluña , no contra Cataluña. Por eso me apena que la respuesta de una parte del empresariado catalán -el más ligado al independentismo-, sea la de socavar nuestra autonomía en materia fiscal y pedir una «armonización»; lo que, en román paladino, significa que se nos imponga subir los impuestos en Madrid . Quizá detrás vengan la libertad de horarios, o de rotular los comercios, o requisitos políticos arbitrarios para ser empresario o para contratar con la administración.

El exceso de impuestos, el que sean confiscatorios, supone un ataque contra la libertad y la prosperidad: sin libertad de empresa -sin que uno se sepa beneficiario de lo que genera-, la economía se hunde, precisamente por el efecto de «alienación» que señaló Marx, pero adaptado a los nuevos tiempos: en Madrid, en España, los «trabajadores» y los «empresarios» se confunden en la figura de miles de autónomos y de pequeños y medianos empresarios que sacan el país y sus familias adelante, y que en toda España se han visto diezmados por la excesiva presión fiscal y los retrasos en los pagos de la Administración.

La tendencia internacional en los países que crecen es bajar impuestos. Y nosotros vamos a continuar con esta política , porque no competimos con las demás regiones españolas, sino con las regiones más prósperas del resto de Europa y de fuera de Europa: precisamente para que se instalen aquí las empresas, organismos internacionales, y ser centros de comercio, turismo e investigación y poder c ompartir esa riqueza con el resto de regiones españolas, que a su vez pueden y deben hacer por captarla, dentro de sus formas propias de ver la vida.

Frente a los que proponían acabar con las autonomías, las he defendido siempre, como plasmación política de la realidad regional , de las distintas versiones de ser español, porque no se es español «en abstracto» sino siendo muy andaluz, muy catalán, gallego..., o muy de todas partes: aquí en Madrid. Por eso mismo, ¿cómo no voy combatir que se hagan «armonizaciones», que en realidad son «uniformizaciones» fiscales en abstracto?

Cada región debe decidir libremente cómo vivir, como gestionar su riqueza y generar más para luego compartirla con todos, dentro del marco constitucional. Ni puede ni debe imponerse un modelo fiscal que interfiera con los márgenes de las comunidades autónomas. Es lo que votan los ciudadanos y por lo que rendimos cuentas ante ellos. Impuestos, democracia y libertad acaban siendo una misma cosa, y no verlo hace daño, mucho más allá de la cuenta de resultados o de la necesaria prosperidad.

Sabemos desde hace siglos que el pago de impuestos va ligado a la representación política: no pagarlos es el camino hacia la pérdida de implicación ciudadana en la gobernabilidad y la ausencia de rendición de cuentas por parte de los gobiernos: la democracia se diluye y el totalitarismo acecha.

Con los datos conocidos de 2019, ha llegado a Madrid el 65% de la inversión extranjera ; se han generado uno de cada cuatro empleos en España, y dedicamos el 86% de nuestro presupuesto autonómico a servicios sociales, principalmente Educación y Sanidad. La semana pasada anuncié un plan de inversión de 100 millones de euros para el campo madrileño. Es decir: nuestra decisión política de bajar impuestos tiene como consecuencia mayor inversión, más empleo y mejores servicios sociales.

En Barcelona el problema son los independentistas, no los empresarios: subir impuestos a Madrid no provocará la vuelta de las empresas que huyen de Cataluña , ni generará más empleo, ni conseguirá una sociedad más habitable.

Si los independentistas catalanes consiguieran subir los impuestos en Madrid, solo dañarían a Madrid y a España , pero no lograrían mejora alguna para Cataluña, que genera un 66% más de burocracia cada año.

Hoy se demuestra que los independentistas no quieren lo mejor para Cataluña sino lo peor para Madrid y para España. Hemos pasado de su objetivo de convertirse en un país, a su decisión de destruir España ya que la aspiración de la independencia está resultando un fracaso social, político y económico. Este afán del sector más politizado de sus empresarios (y, por lo tanto, menos empresarial) va en esa dirección destructiva. Ojalá los mejores empresarios catalanes reaccionen de una vez por todas.

Madrid va a seguir defendiendo su decidida política de bajar impuestos , dentro de su apuesta por mantenerse como una comunidad abierta, cosmopolita, amiga de los trabajadores y de los empresarios, atractiva para el talento.

Así que será fácilmente comprensible por instituciones y colectivos que acudamos a cualesquiera instancias pertinentes para defender nuestra autonomía fiscal, recogida en la Constitución : están en juego la calidad de la Democracia, la Libertad y la prosperidad de toda España, incluida Cataluña.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación