La inflación dispara el indicador de referencia para negociar las subidas salariales de 2022 hasta el 4,4%
La estabilización de los precios de la energía contienen la escalada del IPC, que amaina desde el 9,8 al 8,4%, pero no frena el encarecimiento del núcleo duro de la cesta de la compra que experimenta su mayor repunte en dos décadas.
Las estadísticas ofrecen en ocasiones señales engañosas. El Índice de Precios al Consumo (IPC), el termómetro oficial para medir la evolución de los precios en España, frenó en abril la escalada que venía mostrando desde febrero de 2021 y moderó su ritmo de crecimiento respecto al nivel de precios que había hace un año desde el 9,8 al 8,4% al compás de la relajación de los precios energéticos, en parte por la menor tensión en los mercados internacionales y en parte por la medidas adoptadas por el Gobierno.
¿Una buena noticia? Según se mire. El dato de avance del IPC de abril difundido ayer por el INE aleja los fantasmas de una inflación por encima del 10% e indica que la escalada del índice podría haber tocado techo en marzo, como ya se encargó de deslizar el pasado miércoles la vicepresidenta económica, Nadia Calviño .
La parte inquietante es que la moderación del IPC general ha coincidido con un repunte sin precedentes de la tasa subyacente , el indicador de inflación que elimina el efecto de los componentes más variables –básicamente, los precios de la energía y los alimentos frescos– de la cesta de la compra, que es el que observan los analistas a la hora de valorar la verdadera magnitud de las tensiones de precios en una economía y que ha sido señalado por instituciones como el Banco de España como la referencia que empresarios y sindicatos deberían tomar para guiar la negociación salarial de este año.
La tasa subyacente del IPC subió en abril un 1,8% respecto a marzo, lo que supone su mayor subida mensual desde que se empezó a medir en el año 2002 y la tasa interanual se disparó hasta el 4,4%, un nivel también sin precedentes en la serie histórica. Con el grueso de la negociación salarial en los convenios por resolver, la crecida de la inflación subyacente, que según CaixaBank Research aún tiene recorrido al alza , augura curvas en la negociación de las subidas salariales entre empresarios y sindicatos.
Los primeros convenios firmados en 2022 presentan una subida media del 2,6%, una cifra que hasta marzo se situaba más o menos cerca de la inflación subyacente pero que ahora se ha alejado de forma significativa.
Calviño asume un IPC alto hasta final de año
Lo que cuenta la inflación subyacente es que después de un año de espiral alcista de los precios energéticos, los agentes económicos han empezado a trasladar el impacto de la factura de la luz y el carburante sobre sus costes sobre los precios de venta al público de sus productos.
El fenómeno ya se percibía en el Índice de Precios de la Industria publicado esta misma semana por el INE y que mostraba un fuerte repunte de los costes de producción en sectores como el procesado de alimentos, el textil o los componentes de construcción, con una incidencia directa sobre los precios de consumo final.
Y se verá también en la actualización de las previsiones de crecimiento que el Gobierno publicará este mismo viernes. El informe sobre la evolución de la deuda pública y el déficit remitido por el Ministerio de Hacienda a Bruselas el pasado 31 de marzo prevé un crecimiento nominal del PIB en 2022 (PIB real, más efecto de la inflación) del 9%, ligeramente superior al 8,6% previsto en los Presupuestos.
Si se tiene en cuenta que Nadia Calviño ha ido dejando caer esta semana que la nueva previsión de crecimiento para 2022 (PIB real) se situará en el entorno del 4,8% calculado por el FMI, la brecha entre el PIB real y el PIB nominal revela que el escenario de crecimiento de precios de la nueva previsión oficial se situará en línea con lo avanzado por el Banco de España, cuya previsión de inflación media para 2022 se sitúa en el 7,5%.
El escenario central de evolución de la inflación del Banco de España para 2022 preveía un IPC en niveles similares a los actuales hasta el mes de julio y una reducción progresiva a partir de entonces hasta final de año. El asterisco es que este cuadro no tenía en cuenta el impacto de la minoración del precio del gas que alimenta al sistema eléctrico, anunciado el pasado miércoles por el Gobierno, que se prevé activar la semana que viene y que probablemente tirará hacia abajo del índice general del IPC.
La previsión para el mes de mayo adelantada ayer por el Servicio de Estudios de CaixaBank anticipaba un pequeño descenso del IPC general hasta el 8% y una tendencia al alza de la inflación subyacente a corto plazo.
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