La inestabilidad política dispara el pesimismo económico de los españoles

Los niveles de confianza se hunden a niveles similares a los que se daban en la antesala de la crisis

Nadia Calviño, ministra de Economía en funciones EFE
Roberto Pérez

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El pesimismo económico ha avanzado al galope en los últimos meses entre los españoles, sean asalariados o autónomos, empresarios o consumidores. El Índice de Confianza Empresarial que elabora periódicamente el INE ya lo ha evidenciado en los últimos meses, y la misma realidad la acaban de certificar los últimos sondeos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) : en apenas un cuatrimestre, se han desplomado todos los indicadores de confianza de los ciudadanos sobre la economía. Ese hundimiento ha coincidido con el bloqueo político y la parálisis gubernamental que ha forzado la repetición de las elecciones, y todo ello en medio de una ralentización económica que se traslada a la actividad empresarial y al mercado laboral.

El Indicador de Confianza Económica del CIS ha retrocedido un 19% en solo tres meses : en una escala de 0 a 100, se situaba en 45 puntos en junio, pero en septiembre había caído a 36,5. También se ha desplomado el indicador sobre cómo ven los ciudadanos la situación económica del momento, al pasar de 39,7 puntos en junio a 29,4 en octubre, lo que significa que ha empeorado un 26% en cuatro meses. Además, según esos mismos sondeos, la mayoría de los españoles están convencidos de que dentro de un año la economía no estará mejor que ahora: un 33% están convencidos de que estará peor, frente a solo un 12% que creen que va a mejorar.

El consumo se resiente

Para rematar este panorama, el pasado martes el CIS hacía público el dato del Índice de Confianza del Consumidor y se conocía que ha caído casi un 30% en los cuatro últimos meses. Ha vuelto a valores similares a los que se daban a finales del año 2013, cuando la crisis estaba dando sus últimos coletazos. En otros indicadores, como el de confianza o el de expectativas económicas de los ciudadanos, el retroceso ha sido aún mayor: en estos momentos muestran cifras similares a las que se registraban a finales de 2007 y en 2008; es decir, las que asomaban en la antesala de la crisis económica.

El pasado mes de junio, casi un 60% de los españoles encuestados por el CIS decían que la situación económica era regular o buena. Cuatro meses después, la mayoría no le da el aprobado -ni siquiera raso- sino un suspenso rotundo: el 60,4% de los ciudadanos califica la situación económica actual como mala o muy mala, frente a un 3,5% que la consideran buena o muy buena, y un 34,9% que la califica de regular.

Las incertidumbres económicas, la ralentización y la inestabilidad política se han combinado en un cóctel que, desde hace meses, está acentuando peligrosamente el pesimismo económico entre los ciudadanos. Peligrosamente porque -como indican los expertos- ese pesimismo no ayuda a la economía: retrae la inversión empresarial y los consumidores optan por ahorrar más y gastar menos.

Política y economía

El economista Rafael Pampillón, profesor de la Universidad CEU San Pablo y del IE Business School, explica que ese hundimiento de la confianza económica de los ciudadanos está motivado por la ralentización y las incertidumbres que planean tanto sobre el mercado nacional como el internacional, unido a una crisis de gobernabilidad que está impidiendo actuar para facilitar la actividad productiva y el mercado laboral. «Necesitamos un gobierno que promueva un marco normativo que genere confianza» y que ayude a la toma de decisiones empresariales que llevan meses frenadas, a la espera de que se despejen las incertidumbres, según Pampillón. Una acción de gobierno que sea capaz de encarar mejor -dice- «los muchos frentes abiertos que hay en el exterior»: Brexit, guerras comerciales , la política económica de Trump, los focos de inestabilidad en países iberoamericanos o la situación turca.

Pampillón advierte, además, que cuanto antes se actúe contra ese pesimismo económico, mucho mejor, porque hay que neutralizar «el riesgo de la profecía que se cumple». Es decir, evitar que ese pesimismo frene tanto el consumo y la inversión que acabe agravando la desaceleración.

Riesgo de recesión

El economista Juan de Lucio, profesor de la Universidad Antonio de Nebrija, incide también en ese aspecto, en la necesidad de recuperar la confianza económica. «En economía nos comportamos de forma gregaria y volátil, los sentimientos se contagian y cambian de forma muy rápida en las desaceleraciones», explica. Y advierte que la desconfianza perjudica de lleno al consumo y a la inversión, dos factores «que suponen el 80% de la actividad económica» .

De Lucio afirma que, hoy por hoy, no hay indicadores que hagan pensar en la llegada de una crisis. Pero advierte que es preciso actuar para evitar que la desaceleración mute en recesión, que es el estadio intermedio entre la ralentización económica y la crisis.

«Lo que sí apuntan los indicadores es que va a seguir la desaceleración», asegura este experto. La clave está en ser capaces de mantenerla bajo control, de que esa ralentización no se desboque y cause males mayores. «Estamos a tiempo de corregir la situación y evitar que se produzca una recesión», afirma Juan de Lucio.

Este profesor de la Universidad Antonio de Nebrija considera que esas medidas de corrección deberían incluir, entre otras, un riguroso control del déficit público y atacar la «excesiva deuda» que ha provocado; afrontar reformas dirigidas a favorecer la inversión y a ayudar a recomponer económicamente la clase media que España tenía antes de la crisis; y, relacionado con lo anterior, actuar sobre el mercado de trabajo con una revisión de la última reforma laboral, para facilitar una mejora de la calidad del empleo en términos de estabilidad y de salarios.

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