El impuesto a los billetes de avión amenaza hasta 67.400 empleos
Un informe destaca que apenas el 5% de las emisiones de los vuelos nacionales proceden de los vuelos entre Madrid y Barcelona
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El Covid-19 está teniendo un impacto demoledor en el sector aéreo, que según el decreto aprobado por el Gobierno para decretar el estado de alarma quedará reducido a la mitad durante al menos los próximos 15 días. Pero esta no es la única amenaza que se cierne sobre las aerolíneas. Antes de que la pandemia estallase, el Gobierno dejó caer que prepara un nuevo impuesto sobre los billetes de avión para rebajar las emisiones de CO2.
Según un informe de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM ) al que ha tenido acceso este periódico, la tasa podría generar un agujero en el sector de hasta 1.833 millones de euros y 67.390 puestos de trabajo. Además, la demanda se contraería un 2,5% y los billetes se encarecerían en el mismo porcentaje. Por contra, la reducción de emisiones apenas sería del 1,25%.
Esta es una previsión de máximos, que contempla un impuesto del 20% sobre los billetes de avión . En el caso de que el impuesto fuese de un 1%, el sector perdería 92 millones de euros y 3.370 empleos. Y si la tasa a aplicar fuera de un 10%, el impacto sería de 916 millones de euros y 33.695 puestos de trabajo.
Este impacto estaría generado por la pérdida de turistas internacionales que generaría un hipotético impuesto. En el peor de los escenarios, el informe contempla un desplome de 1,6 millones de turistas. El estudio de la UPM explica que la demanda en el sector turístico es muy elástica y reacciona de forma notable ante variaciones en los precios. Por ello, un impuesto sobre los billetes de avión y el consecuente encarecimiento de los precios que generaría tendría un impacto considerable sobre las cifras de turistas internacionales que visitan España, siendo Baleares, Canarias, Ceuta y Melilla las regiones más perjudicadas.
«El tráfico internacional es más irregular, circunstancia que se explica por el predominio del concepto España destino turístico, en competencia con otros países del área mediterránea y, actualmente, del Caribe o Extremo Oriente. En estas condiciones, circunstancias políticas o de nivel comparativo de precios pueden producir grandes variaciones de un año a otro», destaca el documento.
Los vuelos a Canarias y Baleares
La UPM pone además en duda el impacto que tendría una tasa sobre los billetes de avión en las emisiones de CO2. Según sus cálculos, el 50% de las emisiones proceden de vuelos de más de 2.500 kilómetros. Pero estos vuelos representan el 14% de los que se operan en España. Por contra, 40% de los vuelos cubren distancias de menos de mil kilómetros, aunque representan apenas el 12% de las emisiones totales. «La reducción de vuelos de corto y medio radio es muy poco efectiva en términos de reducción de emisiones de CO2», explica la universidad.
Además, desde el Ejecutivo han dejado caer que el hipotético impuesto a los billetes de avión tendría algunas excepciones para garantizar la conectividad, como los trayectos entre las islas y la península. Y son precisamente estas rutas las que tienen más incidencia en las emisiones de CO2. Según los datos del informe, los trayectos entre Canarias y el resto de España representan el 34,7% de las emisiones, mientras que los que unen Baleares con el resto de España suponen el 21,1% de las emisiones. Es decir, más de la mitad de las emisiones de los vuelos nacionales proceden de estos corredores.
Por contra, las conexiones entre Madrid y Barcelona apenas llegan al 5,5% de las emisiones totales de los vuelos nacionales. En las últimas semanas, dirigentes como la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, han propuesto medidas como prohibir el Puente Aéreo entre ambas ciudades para rebajar el nivel de emisiones.
Por todo ello, el informe de la UPM propone otras medidas antes de aplicar una tasa a los billetes de avión para alcanzar el objetivo de reducir un 50% las emisiones en 2050 marcado por el OACI. Entre ellas, el texto destaca la «eliminación de las ineficiencias en el ámbito de las infraestructuras» mediante medidas como el Cielo Único Europeo y la introducción paulatina de combustibles alternativos.
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