Las fábricas flexibles empiezan a cobrar forma en España
El Covid y un consumo cada vez más personalizado han reforzado la apuesta por tecnologías que adaptan ágilmente la producción a necesidades cambiantes
La industria siempre ha tendido a buscar sistemas cada vez más productivos y versátiles, modelos que permitan fabricar diferentes elementos con los medios productivos disponibles. Pero es ahora, a raíz de la revolución 4.0, cuando el concepto de fabricación flexible está más vivo que nunca. Con el parón en las cadenas de suministro, la crisis del coronavirus puso en evidencia la necesidad de acercar la fabricación al consumo. En plena pandemia, muchas industrias tuvieron que cambiar sus líneas de producción para fabricar material sanitario. Una reconversión exprés que fue toda una lección aprendida a marchas forzadas. A consecuencia de esa experiencia, ha crecido la inversión en las tecnologías que permiten a las fábricas adaptar la producción a las necesidades del momento en un corto periodo de tiempo.
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La principal ventaja de estos sistemas es que permiten, según el director de I+D+i de Aimen, Fernando Sánchez, fabricar «de forma sencilla» piezas que pueden ser muy diferentes entre sí. «Fabricar 300.000 piezas iguales mediante procesos automatizados es, simplificándolo mucho, un problema ya resuelto a nivel industrial. Las máquinas se diseñan, ajustan y programan para fabricar ese tipo de piezas y cualquier pequeño cambio que pueda existir de una pieza a otra es absorbida con facilidad por la pequeña flexibilidad que tienen estos procesos “convencionales”». Pero hasta hace relativamente poco, cuando había que fabricar 300.000 piezas “similares” pero con notables diferencias entre ellas se necesitaban una gran gama y número de máquinas. El objetivo de la fabricación flexible es allanar esa transformación: fabricar una gama muy variada de piezas «reconfigurando las máquinas de forma sencilla», explica Sánchez.
Predicción y acción
Las tecnologías que permiten a las fábricas adaptarse a este tipo de sistemas son todas aquellas que doten a las máquinas de capacidad de percibir lo que está sucediendo, de procesar esa información de forma rápida y fiable y de tomar decisiones de forma autónoma o mediante una interacción sencilla con los trabajadores.
Así, el jefe del departamento de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de Ainia, David Martínez, considera que el hecho de disponer de sistemas que estén constantemente recopilando información y generando algoritmos (que hacen posible ver aquello que en ocasiones es indetectable), es lo que va a permitir fabricar de una manera flexible. En un sector como el de las bebidas, por ejemplo, puede ayudar a identificar una problemática en la calidad del producto y a ofrecer respuestas con rapidez, explica Martínez.
La fábrica flexible permite responder a una demanda del mercado de tener productos cada vez más personalizados
Desde Itainnova trabajan los sistemas de producción flexible desde diferentes campos. En la industria de la automoción, por ejemplo, se están empleando de manera cada vez más generalizada los robots colaborativos o los vehículos autónomos para mejorar la logística interna. Pero una de las tecnologías que está conociendo un desarrollo más rápido es la de los gemelos digitales. Como explican desde este centro tecnológico, utilizan diferentes tecnologías para crear réplicas digitales de los procesos industriales y logísticos que permiten analizar y optimizar los procesos. Además, participan en el proyecto Stream-0D, cuyo objetivo es avanzar hacia la fabricación con cero defectos mediante la integración en sistemas de producción de modelos de simulación capaces de interaccionar con el proceso productivo en tiempo real. «Estos modelos se alimentan con datos reales de producción y controlan, por otro lado, el proceso de producción en base a la predicción del propio modelo», afirma el adjunto a dirección de Itainnova, Carlos Millán, al poner de manifiesto que esta tecnología permite reducir la variabilidad de la producción, aumentar la flexibilidad de la línea y eliminar defectos.
La fabricación flexible, por tanto, según Martínez, responde a una demanda del mercado de tener productos cada vez más personalizados y adaptados a las distintas tipologías de consumidores, por lo que ofrecer respuestas rápidas a esas exigencias de los clientes es clave para apuntalar la competitividad. Con ello, se reducen los tiempos de fabricación, se gana en seguridad y se consigue una mejor productividad. Y no tiene que ver con sectores. Se puede aplicar de manera transversal aunque, según Martínez, estas tecnologías requieren de una fuerte especialización, dependiendo del sector y del producto. Aún así, Sánchez lo ve con mucho sentido «en muchos sectores», desde la fabricación de ropa y calzado hasta la producción de coches o aviones, «donde se buscan máquinas que permitan reconfigurarse de forma autónoma en función del tipo de producto que tienen que fabricar en ese momento».
Interoperable y mutable
Según Carlos Millán (Itainnova), para que una industria pueda contar con sistemas de fabricación flexible es necesaria una plataforma de servicios digitales. Es decir, que los software de producción sean interoperables y fácilmente cambiables . «Que el software para fabricar un producto se pueda cambiar rápidamente a través de una plataforma digital por el software para fabricar otros productos», explica. Y el segundo punto necesario y básico, indica, es que todo lo que son utillajes y sistemas de transporte sean también «completamente intercambiables». Y es que, apunta, «la flexibilidad viene por la interoperabilidad tanto de software como de sistemas hardware».