El desconocido ecosistema en el que se entreteje la más sólida I+D

La red de parques científicos y tecnológicos se han convertido en punta de lanza de la innovación española y en un modelo de cómo unir las iniciativas públicas, privadas y académicas

Gracias al parque la Milla del Conocimiento de Gijón Margarita Salas, Asturias ha sido reconocida por la la UE como «Región Emprendedora Europea 2019»

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Son la joya de la innovación en España: más de 60 parques científicos y tecnológicos están repartidos por toda nuestra geografía. En estos entornos de excelencia ha crecido todo un ecosistema donde actúan y se relacionan desde universidades, institutos y centros de investigación, tanto públicos como privados, hasta spin-offs, startups, pymes locales y departamentos de I+D de grandes compañías. Todos van de la mano arropados al calor de administraciones municipales y/o autonómicas. En ellos se incuban, crecen y desarrollan las pymes más innovadoras; ven la luz los proyectos más disruptivos; son viveros de empresas de alto valor añadido; generan y atraen el mejor talento; son grandes captores de financiación; crean impacto en sus entornos; el conocimiento fluye en todas las direcciones... Y el emprendimiento está impreso en su ADN.

Prueba de su buen hacer innovador son la gran diversidad de proyectos que salieron, y lo seguirán haciendo, desde estos parques para combatir los efectos de la pandemia. El Respirador Andalucía Respira para las Ucis de los hospitales es un ejemplo. Hay muchos otros. Desde todos los parques se aportaron iniciativas para fabricar desde mascarillas y Epis a robots con luz ultravioleta para desinfectar habitaciones, drones para transportar muestras biológicas, biosensores de bajo coste y alta sensibilidad para determinar niveles de virus en sangre, cámaras infrarrojas y sistemas de detección de temperatura para instalaciones críticas, dispositivos inteligentes para que pacientes hospitalizados pudieran comunicarse con sus familiares a través de videoconferencias, sistemas de subtitulado para facilitar el teletrabajo a personas con discapacidad auditiva... La lista es interminable. Desde luego, los parques estaban preparados: todo su talento trabaja en red, cuentan con un alto nivel tecnológico y de digitalización (disponen de internet de alta velocidad quince años antes que el resto de la población) y el teletrabajo no paró su actividad en ningún momento. Han destacado por su menor destrucción de empleo y por aportar soluciones disruptivas para hacer frente al Covid. Suficientes motivos para pensar en el gran papel que pueden desempeñar ahora en la recuperación.

Edificio Barco, del parque tecnológico de Bizkaia

«Es el sistema más valioso y potente de la innovación española», considera Felipe Romera, presidente de la Asociación de Parques Científicos y Tecnológicos de España (APTE). En esa simbiosis conviven 8.139 empresas e instituciones que dan empleo a 178.535 profesionales, de los que más de 37.000 se dedican a tareas de I+D+i. Sus campos de acción: Informática, Telecomunicaciones, Ingeniería, Consultoría y Asesoría, Medicina y Salud, Industria, Energía y Medio Ambiente, Tecnología, Aeronáutica y Automoción. Todo ese valor, además, genera un impacto directo en su entorno: los parques suponen entre un 4 y 5% del PIB del lugar donde se ubican.

Transferencia de conocimiento

Romera da una de las claves que hacen únicos a estos entornos de excelencia. «Somos capaces de transferir conocimiento desde grupos de investigación públicos, desde universidades a grupos empresariales», afirma. O viceversa. Algo que cala en un gran espíritu emprendedor. «Las universidades animan a sus alumnos y profesores a desarrollar sus proyectos y a crear sus empresas. Otras nacen de otras pequeñas empresas o de grandes corporaciones, o de personas con determinada experiencia en un campo específico», cuenta. Eso sí, para estar en estos viveros «tienen que ser empresas que por su nivel tecnológico e innovador puedan aprovechar el parque para amplificar su desarrollo empresarial utilizando la transferencia de conocimiento», dice Romera. Las que lo hacen facturan entre un 30 y 40% más que aquellas que se ubican en otros lugares.

Los parques tecnológicos tienen además intangibles difíciles de medir. Son un ejemplo de colaboración público-privada. «Son creados desde la administración pública, pero su desarrollo es de todos los actores que interactúan», explica Romera. Ayuntamientos que ceden terrenos municipales o incluso que usan capital riesgo para financiar empresas innovadoras, comunidades autónomas que se involucran en atraer financiación.... Javier Sesma, miembro del patronato de la Fundación I+E y director general del Centro Mundial de Investigación Desarrollo e Innovación que thyssenkrupp Elevator tiene en la Universidad Laboral de Gijón, destaca otra de las grandes pilares de estos entornos: «Son grandes dinamizadores de ecosistemas de innovación —añade—.En ellos hay muchos agentes: viveros e incubadoras de empresas, centros tecnológicos y científicos... Las grandes compañías tienen sus unidades de desarrollo de negocio o sus grandes centros de investigación, o cátedras, o un marco de colaboración estable entre universidad y empresa. Se activan mecanismos de colaboración abierta: una empresa propone un reto y las empresas de su entorno ofrecen soluciones. Son entornos donde ocurren cosas y donde la innovación se palpa en los espacios, hasta los edificios son ejemplos de sostenibilidad y de iniciativas».

En esta simbiosis conviven 8.139 empresas e instituciones

En esos entornos, donde fluye el conocimiento y la colaboración empresarial, también crece el talento, otro de los puntos fuertes de los parques tecnológicos, como explica Juan Carlos Campo, director de la Escuela de Politécnica de Ingeniería de Gijón, de la Universidad de Oviedo. «Nuestros alumnos —dice— hacen prácticas de larga duración a 300 metros de las aulas, en centros de innovación e investigación de grandes corporaciones. Eso crea un ecosistema real, con infinidad de lazos, de relaciones y con un contacto estrecho y directo».

Instituto Tecnológico del Acero, del parque de Avilés

De ahí que los parques evolucionen a entornos muy atractivos, «para trabajar y atraer ese talento que es difícil de retener», opina Campo. Por eso «son entornos limpios, agradables... donde la propia gestión empresarial es flexible, se trabaja por objetivos, se favorece el emprendimiento... Hasta se pone de manifiesto en la arquitectura, la decoración y los espacios de trabajo».

Existe unanimidad: «Los parques tecnológicos son una pieza fundamental para progresar en una economía del conocimiento», considera Campo. Y por tanto, para el futuro.

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Uno de los laboratorios de la empresa vasca de biotecnología Biolan, ubicada en el Parque Tecnológico de Bizkaia

«Las universidades y los centros tecnológicos ponen a las empresas en el camino»

La división de Salud de la empresa Biolan (Biolan Health) acaba de poner en el mercado test serológicos rápidos para la detección de anticuerpos del Covid. Es el último producto que está comercializando esta empresa, algo que ha sido posible gracias al Parque Científico y Tecnológico de Bizkaia, el primero que fue construido en España en 1985 y actualmente el más grande. «Alquilamos un edificio en el parque y pusimos la nueva línea de producción», cuenta Asier Albizu, CEO Chief Executive Officer de Biolan, una empresa biotecnológica que ofrece soluciones analíticas para la industria alimentaria a través del desarrollo de biosensores. «En la industria agroalimientaria es muy importante analizar parámetros en los alimentos y conocer su calidad y estado para cumplir los límites y la legislación establecida. Es necesario hacerlo en muy poco tiempo para tomar decisiones. Nosotros lo hacemos en dos minutos. Eso es fundamental para comprar un camión de sardinas, para pasar la uva a una bodega o pasar el atún al siguiente proceso para la conserva», explica Albizu. «Hemos desarrollado una tecnología —continua— que se basa en la electroquímica. Nuestras máquinas parecen cafeteras expreso. Las vendemos y luego vendemos las cápsulas de café, es decir los eletrodos que miden los parámetros (hacen 100 mediciones) y se gastan. Ese es nuestro negocio».

Biolan nació en 2006 en un vivero de empresas del parque tecnológico de Bizkaia. Cuenta con 60 trabajadores. «Ya tenemos tres edificios en el parque, estamos creciendo y queremos construir otros tres más pequeños», indica Albizu. «Nuestra tecnología —reconoce— se desarrolló en colaboración con universidades y centros tecnológicos del parque. Nos dieron su conocimiento, te ponen en el camino, te ayudan en la primera fase. El ecosistema del parque es clave».

Biolan se ha instalado en este enclave para seguir creciendo. «Es una zona muy cómoda para trabajar. La gente viene agusto a este entorno. Estamos cerca del aeropuerto, los accesos son cómodos, tenemos servicios e infraestrutura y nos dan facilidades para invertir» , concluye Albizu.

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Uno de los ensayos de la empresa TAM: el tratamiento térmico para conocer la respuesta de los materiales a altas temperaturas

«Se teje una red industrial de desarrollo para todos»

Con 42 trabajadores y apenas quince años de historia, TAM se ha consolidado como una empresa integral de servicios industriales, que realiza al año más de 5.000 ensayos de materiales, además de ofrecer trabajos de inspección y certificaciones. TAM nació poco a poco en una incubadora, ubicada en el emblemático edificio La Curtidora, una fábrica de curtidos de 1902 ahora rehabilitada como centro de empresas en el incipiente Parque Científico Tecnológico Avilés Isla de la Innovación (Asturias). «Primero creamos el laboratorio en 2006 para para realizar los ensayos. Los clientes nos fueron demandando mayores necesidades. Así que en 2015 creamos la empresa de inspección tecnológica para dar servicio y en 2018 la empresa de ingeniería», cuenta José Antonio Martínez, gerente y General Manager de TAM.

El parque, aunque todavía por desarrollar en toda su dimensión, ha sido clave para en el nacimiento y crecimiento de esta pyme. «El parque —reconoce Martínez— nos permite relacionarnos con todos los clientes de nuestro sector industrial, especialmente con empresas fabricantes dentro del sector eólico». Además, ofrece recursos inalcanzables en otras situaciones. «Aporta oportunidades de negocio relaciones entre empresas, que se conozcan y afronte el proyecto de forma conjunta. Se teje una red industrial de desarrollo para todos. Y permite acceder al conocimiento. Las empresas de nuestro tamaño tenemos déficit de conocimiento porque tenemos déficit de recursos, el parque te da acceso a la investigación, a centros tecnológicos y a la universidad». Martínez está convencido de que «el parque puede permitir que Avilés se posicione otra vez como punta de lanza den el sector industrial».

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