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El euro digital pide pista para iniciar un viaje sin destino definido

Establecer sus funciones y límites, calibrar el impacto en la banca tradicional y la privacidad son algunas de las dudas por despejar para avanzar en un proceso en el que ningún banco central quiere quedarse atrás

Laura Montero Carretero

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Todavía es un proyecto en ciernes, pero va camino de convertirse en realidad. Es solo cuestión de tiempo, y no mucho, que el dinero físico conviva con una versión digital que tendrá su mismo valor y cuya emisión correrá igualmente a cargo de ... los bancos centrales. Y es que si el modo en que trabajamos, compramos e incluso nos relacionamos ha cambiado a toda velocidad, ¿por qué la forma en que pagamos iba a ser diferente? Es posible que en alguna ocasión haya oído hablar de las divisas digitales públicas , CBDC por sus siglas en inglés. Sonaron con fuerza en junio de 2019 a raíz de que Facebook anunciara sus intenciones de poner en marcha su propia criptomoneda , Libra (rebautizada como Diem), para transacciones entre particulares y compras en establecimientos. El temor a que la iniciativa pudiera amenazar la soberanía monetaria de los países y afectar a la estabilidad financiera hizo saltar de sus sillones a los banqueros centrales de todo el planeta, que dificultaron su nacimiento –aún no se ha lanzado– y estudiaron con más ahínco que nunca la creación de sus monedas digitales.

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