Una España conectada a internet y otra que se quedó en el telégrafo

El 20,2% de las pymes ni siquiera tiene un ordenador y el 24,4% carece de internet

Las pymes son alrededor de 3 millones de empresas ABC

Daniel Caballero

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Si en algo se hizo hincapié durante el 33º Encuentro de la Economía Digital y las Telecomunicaciones fue en la necesidad de azuzar la llama de la digitalización. No para «quemar» a nadie, sino para «calentar» a cuantas más empresas mejor. El evento, organizado por la patronal tecnológica Ametic, sirvió de acicate para que el Gobierno -en funciones- se ponga a trabajar. El mensaje era claro: es ahora o nunca cuando España, y especialmente sus empresas, han de dar el paso adelante que se les viene reclamando desde hace un lustro. Solo hay un problema: que donde unos ven molinos, otros ven gigantes. Daniel Patricio Jiménez, profesor de ESIC Business & Marketing School, lo define sin tapujos: «Estamos en la Cuarta Revolución Industrial y tenemos que analizar en cuál nos hemos quedado nosotros».

Nuestro país cuenta con alrededor de tres millones de pequeñas y medianas empresas (pymes); la fuerza de España reside en esa parte del tejido empresarial, a menudo tan vulnerable y denostada por su reducido tamaño. Más del 90% son autónomos o no superan los nueve trabajadores. Y los datos alarmantes: el 20,2% no dispone siquiera de ordenadores y el 24,4% no cuenta con conexión a internet, según el informe «La digitalización como palanca de competitividad de la pyme», de la Cámara de Comercio. Son cifras para preocuparse, al tiempo que se cuentan por miles los que piden a estas empresas que avancen en la digitalización . La tarea, cuanto menos, será una obra de ingeniería. «Tenemos que ir por fases. Si una empresa no está conectada a internet, va a ser muy difícil que dé el salto a la robotización o sistemas en la nube», comenta Juan Bachiller, vicepresidente de la Comisión de Industria 4.0 de Ametic . No pueden pedirse esfuerzos desmesurados a quien el teclado de un ordenador le parece de por sí una disrupción. «En pymes y micropymes todavía la concienciación no está en el mismo grado», lamenta Bachiller. En todas las demás, según un informe de Accenture, el 99% de los CEO encuestados declara sí estar concienciados de que han de digitalizarse. Los dos mundos, o «economía de dos velocidades», como dijo en Santander Ana Meso, directora general de Sunion. Unos se beneficiarán de los aumentos de productividad y competitividad de la digitalización mientras otros aún buscan la manera de salir adelante.

Trabajadores motivados

Álvaro Polo, managing director de Accenture, explica que «hay empresas en que los trabajadores están ávidos y deseosos de que les brinden nuevas herramientas y formas de hacer las cosas que les permitan ser más ágiles, productivos y den mayor seguridad». Resulta esencial del CEO para abajo, hasta el último empleado , que se entienda que con la digitalización se va a trabajar distinto, según Polo.

Pese a todo, la manera de llevarlo a cabo es casi única ; no caben medias tintas en cuanto a adopción de la tecnología se refiere. «Lo importante es hacerlo con un propósito y determinación, cambiando sustancialmente las formas de hacer las cosas en las plantas manufactureras y empresas; no vale cambiar gradualmente», sostiene el portavoz de Accenture. Aquí, de nuevo, salta el problema de las pymes. Siempre ellas, tan pequeñas, diminutas, lejos de estar a la vanguardia. «La pyme no es consciente de lo que está pasando porque están muy absortos en el día a día. Tienen que sobrevivir, pagar nóminas... no tienen tiempo para pensar y ver cómo su negocio tiene que evolucionar para ser más competitivo y poder sobrevivir», destaca José Manuel de Riva, vicepresidente de Cepyme.

A su juicio, el problema de las pequeñas compañías está en los conocimientos; falta sudor en las aulas. «Es un tema de formación. Entre quienes dirigen las tres millones de pymes hay muchos sin formación o con poca formación que han iniciado un oficio pero no han tenido tiempo para formarse». Ante este panorama, desde Cepyme se empeñan en recordar que «no hay que complicarles las cosas sino facilitárselas. Las pymes individualmente son débiles».

España ocupa el undécimo lugar de la Unión Europea en el Índice DESI

Ahí han de entrar las grandes compañías. Los Banco Santander, Telefónica, Inditex ... los gigantes de nuestro país -no solo del Ibex- para actuar de motores del cambio para todos. Bachiller, de Ametic, dice que «es importante que la gran empresa ejerza una función tractora que sirva de aliciente para la transformación». Provocar que el «Goliat» no luche contra el «David» sino que cambien la historia para caminar al unísono.

La brecha digital es innegable; solamente por conocimientos y recursos financieros, las grandes siempre estarán a la última antes que las pymes. Por ello, los expertos también reclaman que desde la Administración se establezcan formas de ayuda para las pequeñas y medianas empresas. Ya sea a través de programas de apoyo, seguimiento de proyectos, líneas de financiación, bonificaciones y deducciones fiscales... Casi cualquier opción es válida para que España no pierda la buena fama que se está ganando en Europa. Según el Índice de la Economía y Sociedad Digital (DESI) , elaborado por la Comisión Europea, nuestro país ocupa el undécimo lugar del ranking por conectividad, capital humano (el aspecto más flojo), uso de servicios de internet, integración de la tecnología digital y servicios públicos digitales. Incluso, bajo esta última variable España es segunda de toda la UE solo por detrás de Estonia, casi a su mismo nivel. Esto contrasta con el último Observatorio Vodafone de la Empresa, correspondiente a 2018: solo el 29% de profesionales y pequeñas empresas tiene un plan de digitalización, el 43% de las pymes y el 53% de las grandes. Llama la atención el alza de 24 puntos porcentuales del segmento pymes en este aspecto en un año. Ahora es cuando empieza el esfuerzo de verdad, coinciden los expertos. El futuro comienza por el presente. Y ese presente necesita de «fuertes inversiones», como sostiene Daniel Patricio Jiménez. Es tiempo de abandonar el telégrafo.

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