La desescalada con vistas a la flexibilidad de los hoteles de lujo

Jordi Clos, presidente ejecutivo de Derby Hoteles, destaca la necesidad de correr riesgos empresariales para avanzar frente a la crisis

Jordi Clos, en La Terraza del Claris, que abrió hace unos días en Barcelona. INÉS BAUCELLS

A Jordi Clos Llombart, a diferencia de los negocios, no se le da bien la jardinería. En esta cuarentena no logró que sus cerezos dieran fruto, pero está sacando adelante a su empresa, Derby Hoteles, y a su equipo de casi 900 personas. Comparte las claves para que el sector del turismo pueda sortear la crisis económica «más grave que he pasado en la vida». Clos Llombart (Barcelona, 1950) tiene 22 establecimientos, repartidos en Barcelona, Madrid, París y Londres.

En su momento, el empresario supo jugar sus cartas e incursionó en el mercado inmobiliario, por lo que es dueño de todos los edificios que explota. No cree en los bancos y cada euro que gana lo invierte. «Siempre he sido muy reacio a endeudarme, el poco apalancamiento que hemos tenido», ha sido fundamental para salir airosos de esta y otras recesiones. «He vivido la crisis del 93, la del 2008, atentados, incendios, chalecos azules, todas situaciones complicadas; he diversificado mi negocio en el mundo inmobiliario, en el hotelero, en Madrid, Barcelona, París, Londres», explica. Pero «aparece la epidemia y todas las previsiones no sirven para nada; podemos prever que en lugar de un 70% de ocupación estuviéramos en un 40, pero ¡cero!, nunca lo habría soñado». «Habrá más de un colega que lo esté pasando mal», empatiza. «Hay hoteles que las compañías han dejado de explotar porque no podían asumir el pago del alquiler o la hipoteca», agrega. No es su caso, a pesar de que ha perdido millones de euros en estos meses. «En plural», especifica el presidente ejecutivo de la firma que dirige, desde hace algunos años, su hijo Joaquim Clos.

Han decidido abrir los establecimientos con un plan de desescalada que cambia, a través de reuniones por Zoom, casi cada día. «Hace dos semanas decía que no abriría Madrid hasta septiembre, pero ahora creo que lo haremos antes de fin de mes», explica. Esa flexibilidad de decisión ha sido importante para salir adelante: «Adaptarse a las circunstancias» y apostar, «aunque sea perdiendo dinero». «Pensábamos que al abrir el Claris perderíamos más de lo que ya perdíamos, pero nos hemos sorprendido gratamente; tenemos entre 50 y 70 ocupaciones diarias», remarca. «Si todo está cerrado no vamos a poner la ciudad en marcha, es importante tener una visión solidaria del mundo empresarial», argumenta. Ypide «tirar todos, gobierno local, Generalitat, museos, entidades, hoteles... hacia el mismo lado, como hicimos en el 93», especifica.

El Hotel Claris fue el primer gran lujo que reabrió en Barcelona. De los 18 hoteles que posee en la ciudad, ha abierto tres. Dos de ellos son apartamentos turísticos (Suites y Aramunt). En Madrid, abrirá uno de dos. De París y Londres prefiere no hablar, pues, aunque el turismo ha vuelto a París, «es tan poco que resulta una gota de agua en un mar de opciones. Y en Londres, un día te dejan entrar, al siguiente no; no está ni en el mapa». El restaurante Cebo, en su hotel Urban, con una estrella Michelin, no abrirá, «quizás hasta septiembre u octubre». Mr. Kao, en el Claris, tampoco de momento. Aún así, no descarta nada, «todo puede pasar».

Cuidar del equipo

Por más de que el hotelero enfatice en la flexibilidad y la necesidad de correr riesgos, considera que cuidar del equipo y de la compañía han sido la base de su filosofía en los últimos meses. «Sin empresa, no hay equipo, y sin equipo, no hay empresa», explica. «Nosotros comunicamos a nuestros empleados que, a pesar de no ser un banco, les ayudaríamos», puntualiza. Adelantaron pagas extras, ofrecieron subvenciones de hasta un 70%. «Nos comunicamos de manera clara y contundente, con todos, desde los directivos, hasta los que se encargan de la limpieza, a través de correos electrónicos, cartas, llamadas en línea; hay gente en España que no sabe ni que está en un ERTE, eso no puede ser», sentencia. «Comunicamos que tenemos una apuesta por el futuro, para que se sientan parte de ella», agrega.

Para Clos, Barcelona es la misma que hace seis meses, una gran ciudad, y tardará más o menos en volver, pero volverá a ser «Barcelona, así como París o Madrid volverán a serlo». Creemos en el producto que tenemos. «El turismo de lujo también regresará, porque la gente no puede dejar de tachar de su lista estas grandes capitales europeas; tardará en venir, pero lo hará, como volvimos a Egipto después de los atentados».

Tareas resueltas

El duro confinamiento fue también una oportunidad de acometer tareas pendientes. Clos aprovechó el parón para restaurar una serie de papiros de más de 3.000 años de antigüedad, que posee desde hace 12 años. Pero también para renovar el suelo de la recepción del Hotel Urban de Madrid. «Había un problema grave desde que lo construimos», y hubiera sido imposible resolverlo con el hotel en marcha. Superado el parón, en esta nueva normalidad, el empresario se muestra sorprendido de lo rápido que «olvidamos todo» . Los clientes «van sin mascarilla y más de dos personas en el ascensor», explica. Habían diseñado unos paquetes especiales para llevar los desayunos a la habitación, pero «quieren bajar a desayunar y que se les haga la cama cada día».

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