CORONAVIRUS CHINA

Cobo Calleja contiene el aliento: «No sabemos si llegará la próxima temporada de ropa»

El mayor complejo industrial chino de Europa sufre los efectos colaterales del coronavirus

Tiendas desiertas, muchas de ellas cerradas y preocupación contenida en Cobo Calleja MAYA BALANYA

Daniel Caballero

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¿Está llegando la mercancía desde China?

Ahora no tenemos ningún problema para recibir los pedidos. Lo que no sabemos es si llegará la próxima temporada de invierno de ropa; debería estar haciéndose ya pero las fábricas están totalmente paradas en China.

¿Cómo le están yendo las ventas?

Febrero es un mes malo, estamos en periodo de liquidación. Pero parte de la culpa actual la tiene el coronavirus.

Este es el testimonio de un joven empresario chino del textil radicado en Cobo Calleja, el mayor polígono industrial chino de toda Europa. El complejo, ubicado en la madrileña localidad de Fuenlabrada, alberga alrededor de medio millar de compañías; la práctica totalidad, de ciudadanos del país asiático. Hombres de negocios que traen mercancía «low cost» de China que luego venden al por mayor a establecimientos españoles, portugueses, franceses... Gentes de toda la península y más allá compran aquí desde ropa hasta bisutería, pasando por juguetes, souvenirs, material deportivo y un sinfín más de productos. Una suerte de oasis en el desierto que ahora se ve golpeado por el efecto indirecto del coronavirus .

Comercios vacíos

En el polígono manda el chino. Tanto en los rótulos como en el idioma. Muchos ni siquiera hablan español y su hermetismo es una seña de identidad. Al comprador le cuidan, aunque sea usando lenguaje de signos; lo que ahora ocurre es que no tienen a quién vender y el futuro no se presenta mucho más halagüeño. «¿Has visto cómo tengo la tienda?», dice una dependienta en Cobo Calleja para mostrar que no hay ni un alma en los comercios. Todos están prácticamente vacíos y varios de los dueños consultados por este periódico inciden en que, en parte, se debe a la enfermedad. Para ellos febrero no suele ser un mes boyante porque los picos de ventas llegan unos pocos meses antes, a la espera del comienzo de la temporada de invierno. Sin embargo, lo que están viviendo en la actualidad tampoco es la tónica actual. La preocupación aumenta, aunque de momento todavía está contenida , sabedores de que las ventas, como la vida, se construyen en base a ciclos. Y este, para su desgracia, no está de su lado.

«Ahora mismo los compradores al por mayor no están viniendo, especialmente los portugueses. Te pongo un ejemplo: si un empresario del País Vasco planeaba venir a llevarse un pedido grande, ahora no lo hará. Se lo pensará dos veces y no vendrá o, quizás, lo deje para más adelante», detalla el responsable de un establecimiento del polígono dedicado al textil y la bisutería . La mercancía, en cambio, les sigue llegando bien. Su preocupación está a futuro por lo que se está dejando de fabricar en origen. Los propios transportistas reconocen que los productos para abastecer al complejo siguen llegando sin problemas. No paran de descargar palés, los llevan a las tiendas y así en cada una de las más de 160 hectáreas del polígono. Calle por calle hacen su reparto en tiendas con dueños cruzados de brazos, comiendo, charlando, escuchando música o cualquier otro entretenimiento. La imagen habitual de Cobo Calleja no es la de un territorio inhóspito de cemento, cajas y coches. Va por épocas pero tanto particulares como empresarios tienen en esta localización un filón que explotar a bajo precio. El «todo a 100» de toda la vida, a nivel macro.

«Esperamos que esto sea momentáneo hasta que pase todo el tema del coronavirus. Todo es por precaución; no hay gente en las tiendas», comentan madre e hija de una tienda de regalos. Una, sentada tras el mostrador; la otra, a pocos metros en una silla de madera a la que aún le quedan horas de espera.

Muchos declinan hablar por miedo a extender la desconfianza y los que lo hacen es a condición de conservar el anonimato

Pese a todo, Cobo Calleja no pierde la esperanza . Contiene el aliento a la espera de que pasen el vendaval y el estigma que les ha sido impuesto por la sociedad. Sus productos son seguros, como lo han sido siempre, y reivindican que ellos no tienen ninguna culpa de nada. La misma línea de discurso que sigue también la Embajada China en España al destacar que sus ciudadanos no son el enemigo, sino que lo es la enfermedad.

Lo cierto es que llueve sobre mojado, como suele decirse. Tanto literal como metafóricamente. Esto empezó ya hace varias semanas y a medida que pasan los días la situación no termina de reconducirse en el país asiático. Los muertos se cuentan por cientos, y los infectados por miles. En Cobo Calleja son conscientes de ello, lo siguen con atención pero sin perder el foco de que tienen que sobrevivir en España: en juego están sus negocios, el plato sobre la mesa, el techo sobre el que cobijarse. Muchos declinan hablar por miedo a extender la desconfianza y los que lo hacen es a condición de conservar el anonimato. Ni fotos ni nombres .

Allí son una comunidad, muchos se conocen y de aquello dependen sus salarios. Lo único que quieren es trabajar. Pero China, la tierra que dejaron atrás para labrarse un futuro en España, les persigue de nuevo; no tanto ella, sino lo que ocurre en Wuhan, en sus hospitales, entre sus gentes, en sus redes sociales. Calma tensa, que se dice, en Cobo Calleja.

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