TRIBUNA
Bancos españoles en 2016: más difícil todavía
El economista Carmelo Tajadura considera las entidades tendrán un ejercicio muy difícil y ni siquiera para los mejores bancos resultará sencillo aumentar las pírricas rentabilidades que están ofreciendo
En lo que va de año las entidades financieras nacionales cotizadas muestran un auténtico derrumbe de precios que, al cierre del jueves, arroja una caída promedio -sin ponderar- del 26%. ¿Tan mal están las cosas para los bancos como para que descienda su precio de esta manera?
Hay que atender primero al contexto exterior, donde vemos que los mercados internacionales están dominados por el temor a una recesión económica global . De producirse, está claro que resultaría ciertamente negativa para el sector financiero mundial al empeorar nuevamente tanto su capacidad para generar ingresos como la calidad de los activos . Pero es que, además, crece la desconfianza sobre el estado real de los bancos en la actualidad. Desde luego, en Italia donde la tasa de mora es ya incluso más alta que la alcanzada en España en el peor momento. Pero también en Alemania, Portugal, Grecia o, por ejemplo, en las entidades expuestas a empresas relacionadas con las materias primas. Para colmo, las reglas que han entrado en vigor para afrontar problemas bancarios -el bail-in, que hace recaer el coste de las pérdidas sobre los pasivos bancarios- exacerban el miedo en los mercados, que teme, por ejemplo, la falta de pago en los CoCos (instrumentos computables como capital en manos de inversores institucionales) y, en el límite, que llegue a haber quitas para los acreedores. Un entorno muy desfavorable.
Pero además, incluso antes de que se produjera el efecto contagio negativo actual, ya se preveía que el presente ejercicio iba a ser el más difícil para los bancos españoles desde los intensos saneamientos de 2012, año del rescate bancario. Aunque esta vez, los problemas vendrían por las limitaciones en la generación de ingresos, no por las provisiones como entonces. Así, tenemos un sector en el que:
Los márgenes sienten la presión tanto del efecto precio como del efecto volumen. Porque los costes financieros apenas pueden rebajarse ya, con tipos nulos, mientras las nuevas operaciones de crédito conllevan precios menores que las que vencen, aparte de que las carteras de deuda pública muestran resultados ordinarios y extraordinarios decrecientes . Y porque el stock de crédito en balance, la partida más rentable, sigue bajando por el desapalancamiento del sector privado (quizás a finales de 2016 se llegue a nivelar). Así, unas cuentas de resultados que en muchos casos empezarán con apreciables caídas en los márgenes no prometen nada bueno.
Los costes operativos son elevados si se tienen en cuenta esas limitaciones para generar márgenes. Antes de la crisis se consideraba que un ratio de eficiencia adecuado debía estar por debajo del 50%. Actualmente, excluyendo del denominador de esa ratio los ROF extras , solo Bankia, Santander y Bankinter estarían dentro de esa frontera, mientras varias de las 14 entidades españolas supervisadas por el BCE se encontrarían más allá incluso del 60%. Es inexcusable bajar gastos, pero lleva tiempo. Y, además, el sector está inmerso en la transformación digital, que hace imperativo invertir bastante en tecnología para no quedarse atrás en el terreno competitivo. Así que la rebaja neta de costes por la vía orgánica no resulta nada sencilla.
Finalmente, por el lado de las provisiones, si España continúa creciendo, las empresas ganan más y se crea empleo, podrían seguir reduciéndose los activos improductivos y no habría en principio una mayor presión de los saneamientos. No obstante, si se tiene en cuenta que entra en vigor la nueva circular sobre provisiones , que algunas entidades podrían tener aún mora encubierta y que llevamos tres ejercicios consecutivos de menores dotaciones, no convendría ser optimistas.
En definitiva, quizás el entorno no nos depare la recesión que las Bolsas parecen descontar y las previsiones de organismos internacionales acierten en que solo habrá una simple desaceleración del crecimiento mundial. Pero creo que, en cualquier caso, las entidades bancarias españolas tendrán en 2016 un ejercicio muy difícil. Ni siquiera para los mejores bancos resultará sencillo aumentar las pírricas rentabilidades que están ofreciendo , que se miden además sobre una exigencia de capital creciente debido a la incesante regulación. Entretanto, a las entidades más débiles, la falta de rentabilidad les puede acabar empujando, este año o el próximo, hacia alguna operación de integración.
Si las Bolsas acertaran y nos enfrentáramos a otra recesión mundial, resultaría ciertamente demoledora para un sector bancario español que todavía no ha acabado de salir de la crisis. Sin embargo, quiero acabar en tono más optimista, porque creo que el mercado bursátil ya ha descontado un escenario pésimo y es incluso probable que la realidad -aunque muy dificultosa para los bancos- no sea tan mala, de manera que las cotizaciones bancarias puedan corregir al menos algo de lo perdido.
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