Agricultura y ganadería: la vida donde no se puede teletrabajar
Los pueblos están siendo el refugio de muchos durante el estado de alarma. Y de allí salen productos de primera necesidad que permiten que el país no se pare
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Mientras el estado de alarma ha bajado la persiana de muchos negocios, y mientras las empresas más capaces envían al teletrabajo a sus empleados, hay una parte de España que sigue inevitablemente en pie: el campo . Allí donde muchos acudieron en las primeras horas del confinamiento se está jugando un partido casi tan importante como el de los hospitales. Con una demanda mucho mayor a la habitual, y sin que nadie les facilite medidas de seguridad, agricultores y ganaderos redoblan esfuerzos para sacar adelante productos de primera necesidad. De su esfuerzo depende que las neveras sigan llenas mientras dure la epidemia.
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«Yo ahora mismo estoy vendiendo diez veces más de lo que vendía antes. El 90 % de mi producto lo vendo a Madrid y el lunes fui hasta allí con la furgoneta hasta arriba», resume Arturo Palomo , propietario de una granja avícola en Martín Miguel (Segovia). Justo en ese pueblo, de unos 200 habitantes, se han registrado varios casos de coronavirus importados de Madrid durante la «espantada» previa a la declaración del estado de alarma.
«El pollo ahora mismo está en problemas porque no se está produciendo la cantidad que se está demandando»
Arturo Palomo
dueño de una granja avícola
«A mí me está yendo bien porque vendo huevos, que es producto de primera necesidad. Hay gente que cree que esto bajará en cuanto pase la psicosis de los primeros días pero yo creo que no. En condiciones normales, la mayoría de la gente de Madrid come fuera de casa: los trabajos, los colegios... Y ahora toda esa gente está comiendo en casa y tiene que llenar la nevera», comenta Palomo, que también encuentra explicación a las estanterías de carne vacías de algunos supermercados: «Yo hablo con otros productores y el pollo ahora mismo está en problemas porque no se está produciendo la cantidad que se está demandando».
En los pueblos hace tiempo que se debaten entre la cuarentena y seguir produciendo. Pero el campo es la España en la que no puede teletrabajar. No hay corderos que se cuiden solos, no hay hectáreas que se labren solas. «Estamos haciendo de alguna manera servicios mínimos. Vienes a la explotación, cuidas el ganado, si hay algún problema lo resuelves y de ahí te vas a casa», explica Félix Arnanz , que es agricultor y ganadero en Barbolla (Segovia), un municipio de apenas 160 vecinos. «Antes terminabas con el ganado y cogías el tractor. Te ibas al campo a sulfatar, a echar abono... Ahora no. También es verdad que las últimas lluvias han contribuido a que la maquinaria esté ahora un poco parada».
Mientras la agricultura está relativamente bien (es una actividad solitaria con riesgo mínimo de contagio), la ganadería está experimentando algunos problemas. «Todo esto se ha cortado, automáticamente. No viene nadie a comprar cordero. Es como si estuviese yo solo en el mundo », añade Arnanz. «Yo tengo cereal mío guardado del año pasado para dárselo al ganado, pero el suministro de fuera está llegando con cuentagotas. Es un colapso».
«Vamos con guantes de comprar fruta»
Los pequeños productores lamentan la sensación de abandono. Las grandes explotaciones, las dificultades para atender la demanda existente. Pero todos coinciden en algo: y es en la falta de medios para prevenir contagios . «Yo creo que hay sectores mucho más importantes ahora mismo que los hospitales. Y es todo el gremio de camioneros y de productores», opina Palomo, que viaja a diario a Madrid –zona cero de la epidemia en España– con las protecciones mínimas. «Los camioneros están trabajando sin mascarillas porque se destinan todas a los hospitales. Si los camioneros no se mueven se para el país, al igual que los productores. Tendrían que garantizarnos unas medidas. Las pagamos, no pasa nada. Pero es que estamos yendo con guantes de comprar fruta».
Escasez de material aparte, que es un problema extensible a hospitales y centros de mayores, el campo quiere reivindicarse como sector estratégico . Las grandes superficies piden más que antes, la demanda es mayor, pero los medios siguen siendo los mismos. «No es que nos sintamos presionados. Eso nunca. Pero sí te sientes de alguna manera responsable de sacar más producto adelante», explica Eduardo Arroyo , que es agricultor especializado en el cultivo de azúcar y también presidente de los productores de patata de Castilla y León. «No es presión, insisto, es la obligación de darle a la gente productos de primera necesidad».
«La gente está trabajando no con la intención de colocar un producto, sino con la convicción de que está haciendo una labor social»
Eduardo Arroyo
agricultor
Para que las estanterías sigan llenas, para que ir al supermercado no sea misión de alto riesgo, se necesitan agricultores, un gremio que ha aparcado sus reivindicaciones para arrimar el hombro en las semanas más críticas de la historia reciente de España.
«Nosotros no podemos decir a los trabajadores que se vayan a casa, lo que sí que les hemos pedido es que hagan tres turnos con el fin de que coincidan lo menos posible en la plantación», explica Arroyo, que desarrolla casi toda su actividad en la cooperativa Acor (Valladolid). «Debo decir que la gente está trabajando no con la intención de colocar un producto, sino con la convicción de que está haciendo una labor social . Se está haciendo un esfuerzo a mayores y están encantados de hacerlo, pero sí les gustaría que se les reconociera de alguna manera».