Roland Garros

El triple salto mental de Alejandro Davidovich

El malagueño confirma con madurez en este Roland Garros las expectativas creadas cuando ganó Wimbledon júnior en 2017

Alejandro Davidovich EFE

Luce rasgos y apellidos rusos, pero el habla lo delata: Alejandro Davidovich Fokina es español, de Málaga, entrenado en Marbella. Y aunque en 2017 se hizo un nombre de futuro al ganar Wimbledon júnior es ahora, con 22 años recién cumplidos, cuando su apellido comienza a sonar con fuerza en el circuito. Ya desde hace unos cuantos meses, pero con mayor repercusión, claro, su paso hacia delante en madurez y confianza que desprende en este Roland Garros.

Juega hoy los octavos de final, contra Federico Delbonis. Pero ya ha demostrado que le da igual quién esté al otro lado de la red. En el Mutua Madrid Open se deshizo de Daniil Medvedev , y en París, ya tiene en su cuenta de víctimas a nombres con pedigrí como Casper Ruud. Ya se lo cree.

Quizá, como le ha pasado a más compañeros de profesión, las expectativas creadas en su etapa júnior dispararon las miras y el ego. Y a veces el aterrizaje en el circuito de los mayores no responde a las ilusiones creadas. Y Davidovich decidió que todo dependía del proceso. Conquistado un Grand Slam júnior , se fajó en los torneos challenger, en los que cada semana hay un futurible que complica la trayectoria.

El pequeño salto lo dio a principios de 2019, ya más entrado en la élite y en el circuito ATP, pero no dejó de trabajar, sobre todo, la parte que no se puede entrenar golpeando a la pelota: las emociones, la confianza, la estabilidad . Es, definitivamente, el aspecto que más ha mejorado de su tenis, capaz por físico de aguantar maratones de partidos y ahora ya también de hacerlo por cabeza.

Era el triple salto mental que necesitaba, consciente ya de que tiene tenis, y diabluras porque igual golpea fuerte que hace un saque por abajo , y también madurez, cumplidos ayer los 22 años. Ya no quiere ganar todo ya. Y en el progreso, un 2021 de postín: semifinales en el ATP de Estoril, cuartos (y retirada) en Montecarlo, octavos en Roma, y, por ahora, octavos en París.

Para esos maratones mentales añadió al equipo a Martín Fiz , quien, en cuanto ganó a Ruud, le envió un vídeo del tenista subiendo una montaña que no creía capaz de subir. Davidovich ya se lo cree. Y durante todo el partido, sin las desconexiones que solían atenazarlo antes. Tres horas y cuarenta minutos le aguantaron las ganas en su partido contra Van de Zandschup (6-4, 6-4, 5-7, 2-6 y 6-4), y cuatro horas y media ante Ruud (7-6 (3), 2-6, 7-6 (6), 0-6 y 7-5). El cuerpo responde y la cabeza acompaña. Es el triple salto mental que ha llevado al malagueño hasta aquí. De momento.

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