Abierto de Australia

Nadal sobrevive a Shapovalov y alcanza las semifinales

El balear se levanta por cabeza en un exigente partido de cuatro horas y ocho minutos (6-3, 6-4, 4-6, 3-6 y 6-3) en el que acusó problemas estomacales

Rafa Nadal, tras el enfado de Shapovalov: «Se ha equivocado al protestar»

Rafael Nadal celebra su victoria AFP

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Se congratulaba Rafael Nadal de haber llegado vivo físicamente a la ronda de cuartos de final del Abierto de Australia . Confirmó que sí, que de físico está más que vivo después de sobrevivir a una paliza de cuatro horas ante Denis Shapovalov y ante sus problemas estomacales para alcanzar las semifinales. Un maratón no solo de tenis, sino también de saber sufrir y de aguantar ante un rival que, como muchos de los tenistas muy buenos que no se apellidan Nadal, Federer o Djokovic, les falta ese último pasito de convicción cuando se juega en el límite (6-3, 6-4, 4-6, 3-6 y 6-3).

Nadal, séptimas semifinales, dio otra lección de quién es Nadal. Cuando el cuerpo parece llegar a sus últimas reservas, perdido en el tercer y cuarto sets, sin saque y con atenciones médicas varias, la cabeza dirige el punto y la ambición pone el resto. En la siguiente ronda, a un paso de la final, Matteo Berrettini, que venció en otro maratoniano partido a Gael Monfils por 6-4, 6-4, 3-6, 3-6 y 6-2.

Hace mucho que el balear ya no va de menos a más en los torneos. Hace tiempo que escucha a su cuerpo y este le exige más adrenalina desde el principio. Más rapidez para ponerse por delante en el marcador. Más fuerza en los primeros compases para que la contienda no se alargue, para preservar el físico del desgaste de puntos largos que solía irle de maravilla con menos años. Ya no son 21, y tampoco significan mucho los 35 de su DNI, pero sí los más de veinte de carrera profesional.

Y todo parecía así. Controlado con dos sets a favor con su juego, a su ritmo, cómodo incluso. Lo intentaba el canadiense, tan eufórico en sus lanzamientos como en sus lamentos. Ya había demostrado que es así, temperamental, famoso por un pelotazo a destiempo que impactó en el ojo de un juez de silla y su país fue expulsado de esa eliminatoria de Copa Davis. Gritos a su palco, quejas al juez de silla por lo que entendía que retrasaba el juego Nadal -que fue amonestado una vez-, despistes (51 errores en su cuenta). Ante eso, madurez al otro lado de la red.

Pero el canadiense reaccionó, a lo grande, para bombardear desde el fondo, explosivo como siempre, subido y crecido en los restos, como nunca. Sus tiros, pura adrenalina, bombardeaban desde el fondo al español, al que le era imposible seguir el ritmo, por lo que le proponía el canadiense y por lo que le empezó a pesar su cuerpo. El calor golpeó de lleno al balear, que solicitó las asistencias, pastilla para el estómago, toallas con hielo, encordar una raqueta más, por favor, por si hay quinto set.

«A partir del tercer set me he empezado a encontrar cansado. Algo pasaba en mi estómago. Pero he estado ahí mentalmente siempre », analizaba después. También en el cuarto set tuvo que imponer su cabeza, rebajando la tensión, viendo cómo su saque desaparecía doble falta tras doble falta (once al final). Así que guardó energías, las que le quedaban, para un quinto en el que su fortaleza mental dio otra clase maestra. No había otra forma de sobrevivir al guion del canadiense, que aprovechó para martillear, un abanico de proyectiles desde un lado y para el otro.

Sin embargo, le falta eso que al español le sobra: temple, paciencia , recursos cuando todo parece que falla, incluso cuando te atormentan los problemas estomacales. Tan rápido como se subió al partido, al marcador, a Shapovalov se le fueron las opciones en la manga final.

Ajeno a todo, el número 5 del mundo puso en marcha sus trucos mentales, su inigualable capacidad de resurgir. Se concentró en sus propios servicios, aprovechó esos despistes del rival, que se vio demasiado cerca de la victoria, y le permitieron al balear sumar los tres primeros juegos del tirón. Con ese break, Nadal recuperó el saque. Se dejó llevar en los restos. Cuantos menos tiros, más opciones tendría para aguantar hasta el final. Y al final, el final de siempre: Shapovalov no aguanta más, falto todavía de ese ajuste de energía, de aprender a jugar en el presente y no en el futuro. Consciente de que había perdido una gran oportunidad de vencer a Nadal y auparse a semifinales, su raqueta quedó en mitad de la pista, destrozada. Como Nadal. Pero era el español quien levantaba los brazos, sonriente, aliviado, exhausto, en las semifinales del Abierto de Australia.

«Estoy destrozado. No sé cómo he remontado. He tenido un poco de suerte al principio del quinto set. Tiene mucho talento, muy agresivo. He tenido problemas en el estómago, algo por la tensión quizá ; quería asegurarme de que estaba todo bien. Creo que he tenido suerte de sacar bien en el quinto porque estoy todavía un poco regular», comentó. «No tengo 21 años y es importante para mí tener ahora estos días de descanso. Ha sido un gran examen. Espero estar listo para el próximo partido. Para mí es una oportunidad más de estar aquí en la Rod Laver».

«Podemos crear historia. Hace dos meses no sabía si podría volver a jugar en el circuito. Y estoy aquí». A dos pasos del Grand Slam número 21. Tras otro truco de resurrección.

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