Djokovic reencuentra el hambre en Belgrado

Al refugio de los suyos, familia, amigos y los mayores aficionados, Novak Djokovic reencuentra el hambre y el camino de regreso en Belgrado, finalista del ATP 500 de Serbia tras batir a Karen Khachanov por 4-6, 6-1 y 6-2.

Desde el 7 de noviembre, aquel Masters 1.000 de París-Bercy, el número 1 del mundo no pisaba una final de un torneo. Cinco meses y medio en los que el serbio ha tenido que sortear más rivales extradeportivos que dentro de la pista. Su aterrizaje en el Abierto de Australia derivó en una intrincada situación sociopolítica en la que las autoridades locales no admitieron su justificación para no vacunarse contra el coronavirus, y que terminó en la deportación del serbio.

Después de unas semanas en casa, y asumir la situación vivida, el serbio intentó retomar la competición en el ATP 500 de Dubái, a finales de febrero. Pero se saldó con dos victorias, ante Musetti y Khachanov, y la derrota ante Vesely. Con la mente ya pintada de rojo, y la mirada en la torre Eiffel, el serbio aterrizó en Montecarlo, un torneo que conoce bien porque allí se refugia durante el año, pero fue un traspié. Un resbalón en su estreno ante Alejandro Davidovich que evidenció la falta de rodaje del tenista campeón de 20 Grand Slams.

Pero una semana más tarde, Djokovic ha sabido encontrar ese ritmo competitivo y esa hambre que le ha caracterizado siempre. Victorias, eso sí, trabajadísimas contra Laslo Djere (2-6, 7-6 (6) y 7-6 (4)), Kecmanovic (4-6, 6-3 y 6-3) y la de la semifinal ante Khachanov por 4-6, 6-1 y 6-2 en una hora y 59 minutos .

Ha tenido que remontar en todos sus encuentros, aunque contra el ruso fue algo menos agónica porque encontró la agresividad en sus tiros profundos y no tuvo que apelar a la experiencia y al desgaste de los rivales como en choques anteriores.

Esta victoria, además, le permite mantener los puntos que logró el año pasado para no ceder ventaja ante sus rivales, sobre todo a Daniil Medvedev, en la lucha por el número 1.