Stefanos Tsitsipas ya hace tiempo que pulula por la senda de los mayores. Le falta ese último estirón en los Grand Slams, pero cada vez está más cerca. Ya está en cuartos, y no solo por la ronda, sino sobre todo por la imagen, apunta alto. Batió sin concesiones a Pablo Carreño por 6-3, 6-2 y 7-5 y hace valer su condición de aspirante.
Sobre todo después de haber levantado ya dos trofeos sobre tierra batida en la temporada europea. Muy consistente en los dos primeros sets, Carreño apenas le inquietó, pues se manejó con soltura con puntos hacia la red y leyó muy bien los servicios del español , algo apagado y sin recursos para dar más guerra al griego.
Solo en el tercero aprovechó el asturiano para encontrarle las grietas, gracias a despistes y falta de efectividad en momentos inoportunos. Pero Tsitsipas, que ha crecido una barbaridad en cuanto a templanza, gestionó con eficacia los malos momentos y los volvió a su favor en una Philippe Chatrier en la que ya ha aprendido a resbalar y medir de maravilla.
Tsitsipas, que ya fue semifinalista en París el año pasado, se enfrentará a Daniil Medvedev, verdugo de Cristian Garín (6-2, 6-1 y 7-5).
«Me encanta jugar con público, me encanta esta atención», admitió de primeras recordando que él ha jugado dos partidos anteriores en la sesiónk nocturna y vacía por el toque de queda. «Es un privilegio y una gran sensación. Hoy todo ha funcionado, he sentido que mis tácticas funcionaban incluso si perdía alguno de mis golpes».
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