Real Madrid
Vinicius fue la alegría del clásico
El brasileño fue el mejor jugador en el Camp Nou, con sus regates y su velocidad; fue un peligro constante para el Barcelona. Rompió a la defensa local, protestó un posible penalti y desperdició una gran ocasión
Cada vez que cogía el balón había peligro . Cada vez que arrancaba sembraba el miedo en el Barcelona. Era el más rápido del clásico. Cazaba balones que parecían claros del defensa de turno. Fue el mejor jugador en el Camp Nou, el único que jugó siempre a encarar, a regatear, a centrar y a disparar. Le derribaron, le agarraron y se levantaba para continuar con la pelota en sus boas. Vinicius fue el futbolista diferente, el animador del partido.
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El brasileño se quejó de un posible penalti, por derribo en el área azulgrana. Intervino en el inicio de la jugada del 0-1, marcado por Alaba, quien robó el balón, combinó y finalizó la acción con un trallazo. También desperdició una gran ocasión ante Ter Stegen por esperar demasiado a que el esférico cayera a su gusto. Disparó dos veces y estrelló la pelota en los cuerpos de rivales, que hicieron de muro dentro del área. Combinó constantemente con Benzema. Y trajo en jaque a Mingueza, que no podía frenarle salvo con agarrones.
El brasileño puso la velocidad y el peligro, a la antigua usanza, como un extremo de los de antes, en un partido de mucho pase centrocampista
Sus incursiones por la izquierda eran electricidad pura, que está muy cara. Sus penetraciones eran verticales, vértigo, jogo bonito . Le sale o no, pero siempre lo intenta.
Es, Vinicius, un extremo de los que ya no quedan, de los de antes, a la antigua usanza, de los que ataca con su finta al adversario en cuanto posee el balón en sus pies. Es lo que quiere el espectador, nada de centrocuentismo, sino jugadores que sean agresivos en ataque, con el balón directos hacia la portería.
En un encuentro tan táctico, tan estudiado en la estrategia, «Vini Jr.» se salía del guión. Era como un futbolista individualista entre tanto esquema, sin olvidar defender cuando el Barcelona tenía la pelota. Sus incursiones hasta la línea de fondo , incluso en el área pequeña, hicieron sufrir a Ter Stegen, que veía todo el peligro por ese flanco. Los defensores azulgranas corrían hacia atrás y taponaban, no se atrevían a meterle la pierna porque su gambeteo de la derecha a la izquierda y viceversa era carne de pena máxima.
Fue, el de Vinicius, un espectáculo en medio de tanto ajedrez . La velocidad entre tanto pase centrocuentista. Es un futbolista distinto. El juego estaba ralentizado y de pronto surgía el balón largo y ese número 20 que volaba por la banda. El fútbol del ataque madridista siempre se generó por la izquierda.
Extenuado de tanta carrera, se quedó tirado en el césped cerca del final del partido, con calambres . Marco Asensio le sustituyó en los últimos minutos y realizó la jugada que Lucas Vázquez remató con el segundo gol.
El chico formado por Cacau en la Escuela do Futebol do Sao Gonçalo fue el mejor. La victoria era el premio a su gran partido. Solo tiene 20 años y ya es una figura, pero no se lo dicen para que no se lo crea.