Como ganaba, todas las atenciones se centraban en los focos, en la sonrisa, en la alegría del equipo, la familia, el piloto. Como ganaba, todo era fácil, aparentemente fácil, una proeza tras otra, un récord tras otro, una salvada tras otra. Pero las gotas de celebración del champán ahora secas dejan ver el esfuerzo que hay detrás de cada uno de los triunfos y títulos de Marc Márquez . En este año difícil para todos, aún lo ha sido más para el seis veces campeón del mundo de MotoGP. De los cientos de caídas que ha tenido en su vida, una, la del Gran Premio de Jerez el 19 de julio, lo ha mantenido apartado todo el curso. Todavía hoy, el húmero derecho sigue complicándole el presente y el futuro . Operado por tercera vez este jueves , sigue batallando contra ese rival.
Visión doble
Es el más difícil al que se ha enfrentado en los últimos años. Pero Márquez, como el resto de pilotos, siempre ha sabido mejor que nadie que el motociclismo es un deporte de riesgo, y las caídas, sinónimo de problemas en mayor o menor gravedad. En 2011, el piloto de Cervera ya aprendió una primera lección. Otra caída en unos entrenamientos en Sepang, cuando ya parecía que atraparía ese título, lo llevó a ausentarse buena parte de la temporada por una lesión en los ojos que le haría ver doble durante cuatro meses . El nervio no se recompuso solo, así que pasó por una delicada microcirugía para recuperar la visión correcta. Llegó, aunque no a tiempo para ganar el título ese año, sí para seguir corriendo, algo de lo que se dudaba en los peores momentos de esa situación.
Hombros
Ya en la máxima categoría, seis títulos de MotoGP, récords, salvadas, proezas, elogios y pocos sustos después, comenzó a ver cómo el esfuerzo, el desgaste y los sacrificios también comenzaban a pasar factura. Tras ganar su segunda corona, en 2014, en una caída practicando dirt track se fracturó el peroné . Tan limpia la rotura que no tuvo que pasar ni por el quirófano. Tres o cuatro semanas de recuperación y estuvo listo para los primeros tes de la temporada 2015. Apenas quedó en una anécdota en la primera carrera de ese Mundial que, sin embargo, fue uno de los que más veces se cayó. Eso sí, sin más consecuencias físicas que no lograr morder el trofeo final.
Ya en 2018, en plena celebración de su quinta corona en la máxima categoría, se tuvo que tumbar en el suelo. Víctima de la euforia propia y ajena le pidió a su hermano Álex que le recompusiera el hombro, que se le había salido como tantas veces ese año, en un abrazo con un miembro del equipo.
Terminada la fiesta, ya de vuelta en Cervera, utilizó esas vacaciones, otro principio de diciembre como este, para operarse del hombro izquierdo. Los días de Navidad fueron horas y horas de recuperación y rehabilitación para llegar listo a las primeras pruebas del curso. La operación fue doble, pues el hombro no solo se dislocaba hacia un lado, sino hacia delante y hacia atrás. «He estado peor de lo que nos esperábamos. A veces entrenar supone un riesgo más alto que las propias carreras. Es un riesgo que tenemos que asumir para estar en forma», confesó el piloto. Incluso los médicos señalaban que era una proeza, otra más, que hubiera corrido así todo el año.
Tan bien le fue, hombro nuevo y listo, que acabó ganando ese sexto título, el de 2019. Olvidado el dolor de la pierna y el de las horas de rehabilitación en el hombro, volvieron las sonrisas y el champán. Otro año «fácil» y feliz.
Tan bien le fue, que una vez apagada la música, ese otro diciembre de 2019, fue el hombro derecho el que se operó, de una situación similar a la sufrida en el izquierdo . De nuevo, otras navidades pasadas por la camilla del hospital y del fisioterapeuta. Pero también con la sensación de haber hecho lo correcto porque para el inicio del Mundial estaba listo y con números de vértigo para atrapar su siguiente cetro mundial.
Húmero
Para ello estaba preparado, a pesar de que se aplazara el inicio del Mundial hasta julio. Para ello estaba listo, después de ver cómo en la primera carrera de 2020 se lanzaba hacia la victoria sin mirar atrás. Como había hecho siempre. Una pequeña caída lo hizo ponerse en guardia, pero su adrenalina fue más allá. Y Márquez, que se puso último en ese Gran Premio de España el 19 de julio, hizo lo que mejor sabe hacer: ser Márquez.
Desde la última posición fue despachando a los rivales sin miramientos, con la destreza única de sus manos en el manillar y el ADN que lo llevó hasta la cima: en compañía del límite. Superó a casi todos, y ya en puestos de podio, la pesadilla. Otra caída, esta vez más grave, esta vez sin vuelta a la pista, sin vuelta a los circuitos.
Lo intentó, nunca se duda de Márquez. Se operó el lunes y el jueves pasó el control médico. Flexiones delante de los doctores y apto para correr ese mismo domingo. Pero ya en los entrenamientos algo no iba bien. El dolor lo venció y acabó volviendo a casa.
A partir de ahí, el calvario de este 2020 en blanco : otra operación por un mal gesto abriendo una ventana, más tiempo de recuperación, placas de titanio rotas, más tiempo de recuperación, sin avances en la consolidación de la fractura, adiós a la temporada, tratamiento de ondas de choque que no funciona, otra operación, otras navidades en la camilla de rehabilitación y dudas para el comienzo del nuevo año.
El objetivo, el 28 de marzo de 2021, inicio del Mundial si el coronavirus lo permite. Lo intentará seguro, nunca se duda de Márquez, pero en mente, esta otra lección: el cuerpo dicta sus normas.
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