Ciclismo
Carapaz es el nuevo héroe de Ecuador
Gana en solitario y la plata y el bronce se lo pelean Van Aert y Pogacar en un esprint decidido en la foto-finish
Ecuador ya tiene un nuevo héroe olímpico y el marchador Jefferson Pérez ya tiene compañía en lo más alto del olimpo del país centroamericano. Richard Carapaz ha hecho historia al ganar el oro olímpico, el segundo de Ecuador, en una carrera loca, impredecible y durísima camino del circuito internacional de Fuji. Una prueba de ataques y contragolpes, de descontrol total donde han estado los que tenían que estar, los más fuertes, y donde el rendimiento del Tour se ha dejado notar en el orden del podio. Un trío de lujo, con Richard Carapaz en lo más alt o , Wout Van Aert segundo y Tadej Pogacar tercero. O lo que es lo mismo, el tercero de la ronda francesa, uno de los grandes protagonistas con tres victorias de etapa y el ganador de la Grande Boucle. La carrera olímpica de Fuji no ha regalado nada, era para aquellos ciclistas poderosos, con piernas, con fondo, capaces de superar el muro del Mikuni Pass a 40 kilómetros de la meta y ser capaces de rematar. Y todo eso lo tiene Richard Carapaz, ganador del Giro 2019, que ha peleado durante toda la temporada por un gran resultado y lo ha encontrado aquí, a las faldas del icónico Monte Fuji.
Desde hoy, desde ese momento en el que ha cruzado la meta de Fuji, Carapaz ya es una leyenda. Hace 25 años Jefferson Pérez, un marchador ligero como una pluma y siempre a la sombra de su inseparable gorra, sorprendió a la armada rusa en los 20 kilómetros marcha de Atlanta’96. El gran hito olímpico. Hasta que Carapaz, desatado después de formar parte del grupo avanzado en el Mikuni Pass –un muro de siete kilómetros por encima del diez por ciento de desnivel–, ha asestado el primer golpe camino a la gloria dorada. Junto a Brandon McNulty se ha escapado de la vigilancia de Van Aert, Pogacar y el selecto grupo de supervivientes que conservaban sus opciones de podio, y ha amasado una renta decisiva. Después, cuando a ocho kilómetros de la llegada al estadounidense se le han encendido todas las luces rojas, ha entendido que era el momento, ahora o nunca. Y la locomotora del Carchi ha salido disparada. Veía la cercanía del circuito, el poder entrar solo, y ahí, en el giro al trazado donde James Hunt fraguó su leyenda en la F1, ha sido intratable. Carapaz se ha entregado al máximo mientras por detrás entregaban sus opciones de oro.
Tras el Giro de 2019, la segunda plaza de la Vuelta de 2020 y el tercer puesto del Tour, ha quedado más que claro que Carapaz es un corredor de grandes vueltas. Pero también es capaz de plantar cara a los especialistas de carreras de un día, y por supuesto ganarles por clase y carácter. Aquel chaval al que Eusebio Unzúe vio ganar la Vuelta a la Juventud de Colombia –primer corredor extranjero que lo lograba– y que entendió que aquella oferta para correr un año en el Lizarte, filial del Movistar, era el pasaporte al ciclismo del primer nivel, ya es de oro.
El talento ecuatoriano que se pulió en la escuadra de talentos de Juanjo Oroz, que creció en Movistar y brilla en el Ineos confirmó además que la carrera olímpica es impredecible, diferente a todas, porque no hay equipos para controlarla. Bélgica, Italia y Eslovenia lo han intentado, pero con solo cinco corredores, si quemas las naves antes de tiempo los líderes se quedan solos. Carapaz ya lo estaba. De hecho, solo tenía a su compañero Jonathan Narváez. Pero cuando hay piernas, talento y corazón, lo demás sobra.
Van Aert, el gran favorito, ha estado en su sitio. Bélgica ha trabajado a destajo para él, pero como sucedió en el Mundial de ruta de 2020, a la hora de la verdad no ha podido rematar. El ser el rival a batir pesa , porque todos los ataques son contra él y nadie quiere ayudarle a compartir su responsabilidad. Así le ha sucedido a la hora de organizar la persecución de Carapaz, por lo que ha terminado por tirar la toalla y centrarse en ganar la plata, que la logrado por milímetros ante Pogacar.
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