Gimnasia en trampolín
Jorge Martín, el sueño olímpico de la cama elástica española
Este madrileño de 24 años aspira a ser el primer gimnasta nacional de esta espectacular modalidad que disputa unos Juegos
Hace unas semanas logró la primera medalla en una Copa del Mundo desde los años 80
La locura de Mirambell ya tiene sucesores
Un enjambre de niños revolotea entre las camas elásticas repartidas en una de las pistas del polideportivo Cerro Buenavista, sede del Club Gimástico Getafe. Mientras sus compañeros hacen piruetas sobre ellas, el resto espera su turno con cierta ansiedad. El ruido de la música lejana se entremezcla con las risas. Pura diversión. Desde fuera, esperando que acabe la clase para comenzar su entrenamiento, Jorge Martín (Leganés, 1998) contempla la escena. No hace tanto, él era uno de esos chavales que se divertía con este deporte y ahora mira con esperanza hacia París 2024, su objetivo principal. El sueño olímpico que lleva persiguiendo desde que sus padres le metieron en el cuerpo el amor por la gimnasia cuando tenía 10 años.
«Cuando lo probé supe que era mi deporte. Yo siempre estaba por casa saltando por los sofás y cuando me subí a la cama elástica por primera vez, me enamoré. Es verdad que es un deporte que al principio es diversión, pero a medida que vas creciendo aparecen los miedos. El miedo es nuestro mayor rival y hay que intentar desterrarlo desde que empiezas». El gimnasta habla con crudeza para ABC, sin tapujos. Lo hace con una cicatriz, la que le dejó su ausencia inesperada en los Juegos de Tokio, para los que había conseguido su plaza y a los que no pudo ir por una polémica decisión burocrática entre federaciones.
«Fue un golpe muy duro, tanto para mí como para Noelia Romero, porque habíamos ganado la plaza y nos quedamos sin ella por politiqueos. Aquello, lejos de hundirme, me sirvió para levantarme con más fuerza y llegar al nuevo ciclo olímpico con más fuerzas», señala Martín, que hace solo unos días lograba la plata en la Copa del Mundo de Bakú. La primera medalla masculina de la gimnasia trampolín española desde los años 80. Un éxito que refuerza el trabajo de los últimos años, cincelado en los clubes como el de Jorge Martín y pulido por el seleccionador, Guillermo Vila. «Cuando nos dejaron fuera de Tokio fue un palo, pero al día siguiente me reuní con el equipo y les dije que había que olvidar el pasado y ponerse a trabajar con más ganas. Con más ambición todavía. Para París 2024, el objetivo no es lograr la primera plaza olímpica de España en trampolín, sino llevar el mayor número posible de gimnastas a la cita. Ya no nos vale hacer rutinas aceptables, hay que estar en las finales y luchar por las medallas», explica el técnico en conversación con ABC.
La gimnasia en trampolín, olímpica desde Sídney 2000, es una modalidad que consiste en hacer piruetas sobre la cama elástica. Las rutinas constan de diez elementos y se tiene en cuenta la dificultas, la altura, la ejecución y el desplazamiento horizontal. Apenas 30 segundos de vuelo en el que los gimnastas están la mayor parte del tiempo por el aire.
Los resultados sitúan a Martín como uno de los aspirantes a esas plazas que se repartirán en el Mundial del próximo mes de noviembre y en las Copas del Mundo que se celebraran entre finales de 2023 y principios de 2024. «Ahora sé que mi nivel es real. Que puedo luchar por los mejores», señala. Potencias como China o Japón, actuales dominadoras de la cama elástica, a la espera de saber si Rusia y Bielorrusia –excluidas por la guerra en Ucrania– pueden o no participar en la clasificación olímpica.
La importancia de la mente
Martín, ajeno a las disputas de despachos, vive enfocado en su día a día. Por la mañana, trabajando de fisioterapeuta; por las tardes, persiguiendo su sueño. «De este deporte no se puede vivir», se lamenta. Su entrenamiento diario lo tutela José Manuel Muñoz Bueno, pionero de la cama elástica, que ahora dirige los destinos de los niños que crecieron viéndole competir. «Aunque no lo parezca, el nuestro es un deporte en el que la mente juega un papel muy importante. Estamos durante 20 o 22 segundos en el aire dando piruetas y si de repente miras te distraes por cualquier circunstancia se te forma un lío en la cabeza y eres incapaz de seguir. Hay que tener mucho equilibrio», explica Martín, que hace unas semanas empezó a trabajar con un psicólogo y el resultado, vista la plata de Bakú, no puede ser mejor. »Me lo recomendó Samuel Castro, un entrenador con el que tengo muy buena relación, y le hice caso. Yo nunca he sido de ponerme muy nervioso, pero sí que había circunstancias externas que me enfadaban y acaban influyendo en mi ejercicio. Si me tocaba saltar pronto por la mañana, me parecía mal y ya iba cruzado a competir».
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En sus palabras hay un punto de madurez que, a sus 24 años, llama la atención, aunque se explica cuando se le pregunta por su periplo en este deporte. «La verdad es que ahora estamos bastante bien comparado con otras épocas en las que no había dinero para los viajes a las competiciones. Íbamos a un Mundial, a competir por España, y teníamos que pagarnos la ropa de competición. Por suerte eso ha quedado atrás. Somos el patito feo de la gimnasia, aunque gracias a los resultados que hemos conseguido los gimnastas y el cuerpo técnico esto ha ido cambiando», afirma el madrileño, ilusionado por lo que se viene por delante. Por el Mundial y por la posibilidad de estar en unos Juegos. Por convertirse en un referente para esos chavales que se divierten saltando en una cama elástica ajenos el sueño olímpico. Pura diversión. Un juego de niños que tiene en París su meta final.