El país de las mil y una discriminaciones

Bin Salman está embarcado en reformas sociales en Arabia Saudí, pero en su mayoría solo cosméticas

Una jugadora de fútbol con velo islámico AFP

Francisco de Andrés

Cuando las autoridades del fútbol español mencionan la transformación social que vive desde hace años Arabia Saudí, no mienten. La llegada al poder, de facto, del príncipe heredero, Mohamed bin Salman , ha producido en los últimos años un número importante de cambios legales en uno de los sistemas más integristas y discriminatorios del planeta. En particular en los relacionados con la subordinación de la mujer al hombre , materia en la que no todos los países árabes deben medirse por el mismo rasero. La situación de los derechos humanos o la condición de la mujer es por ejemplo notablemente mejor en Qatar -sede del Mundial 2022- o en Emiratos Árabes Unidos que en Arabia Saudí, aunque la rivalidad y los celos entre ellos expliquen el interés de Riad por embolsarse competiciones internacionales como la de la Supercopa, sin que haya que ir más lejos.

No obstante, es evidente que el príncipe heredero saudí se ha embarcado en una cadena de reformas sociales positivas. En 2014 autorizó por primera vez la entrada de mujeres en los estadios para asistir a partidos de fútbol masculino, eso sí, con el uniforme exigido por el rígido código de vestimenta saudí: niqab (velo completo) o al menos pañuelo de cabeza. Desde el año pasado, las mujeres ya pueden conducir en la superpotencia petrolera. Y hace unos meses, Bin Salman dispuso que las saudíes mayores de 21 años puedan obtener su pasaporte para viajar sin necesidad de contar con un permiso de su tutor varón, normalmente el marido, el padre o un pariente cercano.

El gobernante saudí no simpatiza con el sistema de tutela masculina, que controla el clero musulmán wahabí a cambio de dotar de legitimidad a la monarquía de los Saud. Pero las reformas son excesivamente tímidas para sus críticos, y no afectan al núcleo del sistema islámico y patriarcal consagrado por una interpretación radical de la Sharía . Por no mencionar el desprecio paralelo que siente el príncipe hacia la disidencia, como demostró el asesinato del periodista crítico Khashoggi y la detención de dirigentes feministas.

Entre las discriminaciones más sangrantes, que siguen inalteradas, destacan las leyes del matrimonio –la mujer saudí no puede casarse con un no musulmán, no así el hombre– , la poligamia, el repudio en caso del varón, la herencia (la mujer recibe la mitad que el varón) o el mínimo valor del juicio de una mujer en un tribunal.

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