Fútbol
«Los futbolistas de Tercera vivimos de nuestros trabajos, la petición de la RFEF es absurda»
Incredulidad de los jugadores de la categoría por la exigencia federativa de que «renuncien a su vida social» mientras se disputen los playoffs de ascenso
El madrileño Manu Jaimez , defensa del CDA Navalcarnero en Tercera división, lleva toda la vida pegado a una pelota, pero nunca ha podido vivir del fútbol a pesar de que ha llegado a disfrutar de los campos de Segunda división B . «Los contratos no dan para tanto y yo siempre he tenido claro que mi trabajo era lo primero». Empezó a ganar un sueldo cuando cumplió la mayoría de edad y ahora, con 31 años, sigue compatibilizando entrenamientos y partidos con su jornada laboral en una tienda dedicada a la venta de robots de cocina, en la que atiende al público. Su equipo disputará el playoff de ascenso y él, según las exigencias de la Federación , es uno de los jugadores que debería renunciar a su vida social para evitar el peligro de contagios del Covid-19 .
«Ahora estoy en casa, pero pronto volveré a la tienda, ¿cómo voy a dejar de trabajar por un playoff?», se pregunta el jugador, que trabaja de diez a siete antes de acudir los entrenamientos. «En esta categoría, la inmensa mayoría trabajamos o estudiamos, esa petición de la RFEF es absurda. Nosotros no vivimos del fútbol». Manu Jaimez no puede permiterse el lujo de meterse en una burbuja como sus compañeros de Primera o Segunda división.
En su caso, el «aislamiento» que exige la RFEF resulta imposible «porque en la tienda tengo contacto a diario con dos compañeros y por allí pasan más de 200 vendedores, además de los clientes a los que no conozco de nada. Me llevan máquinas para arreglar y yo las tengo que manipular, por mucho que lleve guantes y máscarilla, existe un riesgo». Su historia es la de muchos otros futbolistas en una categoría modesta como la Tercera división. «Aquí te encuentras policías, sanitarios, agricultores, camareros, profesores, monitores, ¿cómo vamos a renunciar todos a nuestros trabajos?». Por mucho que le guste el fútbol y sueñe con el ascenso del Navalcarnero, Manu Jaimez tiene claro que el trabajo, como le enseñaron en su casa desde niño, es lo primero.
La petición de la RFEF también ha sorprendido a Jorge Mediavilla, guardameta del Portugalete , otro de los conjuntos de Tercera división que jugará el playoff de ascenso. Él echa una mano a su mujer en un taller mecánico. «Es surrealista. Aunque nos hagan test, los resultados serían irreales porque, después de entrenar o de jugar un partido, nosotros no nos podemos meter en una burbuja como los futbolistas de Primera división», explica a ABC. «Después de los entrenamientos, de los partidos, los jugadores de esta categoría se van a trabajar y tienen contacto directo con otras personas, es inevitable, porque tienen que vivir de sus trabajos. Pedir que estén 40 o 50 días en sus casas resulta incomprensible», afirma el meta, que se considera un privilegiado porque su equipo paga unos 800 euros de media a sus jugadores. «En el País Vasco hay clubes de esta categoría que están muy asentados y tienen mucho tirón, pero esa cantidad es impensable en otras regjones».