Especie cinegética
El lobo ibérico, emblema de la fauna peninsular
Este carnívoro predador ha sido perseguido desde los albores del tiempo y defendido como ningún otro a lo largo de su conflictiva relación con el hombre
![Un ejemplar de lobo ibérico en la provincia de Guadalajara](https://s1.abcstatics.com/media/deportes/2020/02/03/lobo123-k3gH--1248x698@abc.jpg)
He visto bastantes lobos en libertad y, al menos en mi caso, los he confundido en un principio, en ese momento que precede a captar los detalles, antes con un zorro o un corzo que con un perro. Seguramente sea, además de por la localización, por su salvajismo, por lo que a primera vista se asemeje más a esas especies que a nuestros mejores amigos, a pesar de ser estos, los perros, sus parientes más cercanos, sus descendientes directos, con los que comparte el 99,5 de sus secuencias genéticas.
(La realidad del lobo ibérico)
El lobo ibérico es una de las 36 subespecies descritas, algunas de ellas ya desaparecidas, un carnívoro predador odiado y amado , perseguido desde los albores del tiempo y defendido como ningún otro a lo largo de su conflictiva relación con el hombre, de tal forma que su versión doméstica ha llegado a formar parte de nuestra familia, mientras que la salvaje ha causado un miedo y una aversión secular sin parangón. Hoy, su sola mención desata nuestros instintos y pasiones más ancestrales, posiblemente por ver en él reflejada a nuestra propia especie.
La forma de entender su presencia en el campo abarca lo imaginable. Desde el arcaico deseo de exterminarlo a cualquier precio, al de humanizarlo o divinizarlo según los sentimientos de la doctrina animalista más radical. En el medio nos encontramos los que amamos al lobo de una forma más racional y compartimos el deseo de defenderlo y conservarlo, aunque discrepemos en la forma de hacerlo. Unos son partidarios de su estricta protección , suprimiendo incluso los controles de población que realiza la Administración competente, y otros pensamos que darle valor como especie cinegética y cazar algunos ejemplares de forma prudente y sostenible contribuiría a aplacar los ánimos de quienes sufren los daños que provoca y a su conservación.
He editado varios libros sobre el lobo y, aunque soy cazador, en ninguno se ha abordado el tema cinegético. Pero tengo claro que hemos transformado la naturaleza de tal forma que el equilibrio natural entre presas y predadores , que en su origen fluctuaba entre picos de abundancia de unos u otros –a más lobos, menos ciervos; y viceversa–, hoy no es posible debido a la proliferación de basureros, la ganadería o la configuración del propio medioambiente, que ofrecen a los predadores en general y al lobo en particular nuevos recursos en tiempos de vacas flacas –y perdón por el oportunismo de la expresión–, lo que ha provocado de forma artificial que las poblaciones de lobo y otros predadores hayan aumentado en España considerablemente desde el último cuarto de siglo y que sea necesario un control también artificial de sus efectivos, siendo la caza la única herramienta legal para conseguir el equilibrio deseado. Esta es la realidad y creo que por muchas vueltas que de la forma de gestionar la especie, o bien cazadores pagando o guardas cobrando tendrán que llevar a cabo los controles de población.
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