Masters de Augusta
La tradición de los caddies y su uniforme blanco
A pesar de los cambios que han experimentado los jugadores en su vestimenta en los últimos 70 años, sus asistentes siguen luciendo el modelo que los identifica solo en Augusta
Scheffler ratifica su liderazgo mundial en Augusta

Augusta no es Wimbledon, pero no se le queda atrás en cuanto a su gusto por las tradiciones y por el color blanco. Al igual que en el All England Club los tenistas deben vestir con ropas albas, en el National son los caddies los que se deben ceñir a esa tonalidad. Y no de un modo parcial o disimulado, sino embutidos en un mono que los iguala a todos durante la semana y permite que la uniformidad sea una constante en el Masters.
Desde que en los años 50 se instauró la norma de que los asistentes fueran todos con el mismo modelo, esta ha sido una de las reglas clásicas del torneo. Y a los protagonistas no les importa seguirlas una vez al año. «A mí me gusta mucho, porque es algo diferente y te hace sentir que estás en un torneo especial» señala Glenn Murray , ayudante de Sergio García desde hace dos décadas. «Solo me he perdido una edición desde 1996 y la eché mucho de menos. El ambiente que tenemos aquí en la zona de caddies es estupendo y, además, sabes que cada día vas a tener la ropa preparada y limpia», bromea el sudafricano.
La rutina para ellos es sencilla y no cambia de un año a otro. «Llegamos a la zona de trabajo y recogemos nuestra credencial, que junto al brazalete que tenemos nos permite entrar en diversas zonas», explica Emilio Pereira , que acompaña a José Mari Olazábal. «En principio te puedes mover por todo el campo con ese pase, pero como tenemos que ir siempre vestidos de blanco y con la gorra puesta, al final nos solemos quedar en nuestra zona». Y es un entorno ideal para ellos, como trabajadores especializados y bien pagados del siglo XXI, muy lejano del de aquellos portadores de bolsas que llevaban los palos en los 46 primeros años del Masters. Por aquel entonces eran siempre los mismos profesionales de raza negra los que se le asignaban a los participantes en el Masters. Hasta que hace cuarenta primaveras se le permitió a cada cual traer a su compañero de fatigas. «Para mí, Jon es como un hermano; trabajamos juntos todas las semanas del año y se me haría muy raro dejarlo en el primer grande del año», señala Adam Hayes, el escudero de Rahm.
Precisamente por esa relación personal hay muchos jugadores que optan por pasar también aquí el tiempo juntos, sin atender a las restricciones de las distintas áreas propias de un evento de esta magnitud. «El trato cercano con los jugadores y demás caddies es en la zona de comida, que no es muy grande, pero a donde vienen muchos golfistas que prefieren estar con nosotros. Como es el único punto donde te juntas, lo pasamos bien allí», remata Pereira.
En cuanto a la dinámica diaria, los más veteranos la tienen más que asumida. «Cuando llegas a Augusta te registras en zona de caddies te dan un par de documentos para firmar sobre las reglas internas que has de cumplir y luego te entregan el libro del campo, la gorra, te pruebas el mono para ver la talla y a partir de ahí te lo preparan todos los días», explica Pello Iguarán , quien ya ganó el Open Británico con Francesco Molinari. «Luego tienes que devolverlo todo y solo te puedes llevar el libro y la gorra verde», concluye el vasco, aunque Murray tiene un recuerdo especial. «Cuando ganas te dejan llevarte el mono; yo tengo el mío de Sergio de 2017», sonríe orgulloso.
Noticias relacionadas