Golf
Scottie Scheffler ratifica su liderazgo mundial en Augusta
A sus 25 años, el estadounidense culmina un principio de temporada de ensueño en el que ha alzado sus cuatro primeros títulos de PGA y desbancado del número uno mundial al español Jon Rahm
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Scottie Scheffler (-10) no dio opción a la sorpresa y cumplió con el guion que marcó desde el segundo día del Masters. Estaba dispuesto a ganar la chaqueta verde y con su juego seguro y constante lo iba a conseguir. Ayer comenzó con tres golpes de renta sobre Cam Smith (-5), que manejó para superar a Rory McIlroy (-7). Fue un éxito marcado por un inesperado doble bogey en el 18, pero que le refrendó como número uno del mundo.
Hasta entonces fue una extraña última ronda en el National, con Tiger de rojo, compartiendo partido con Jon Rahm , pero terminando el recorrido justo cuando el partido estelar salía al campo. La ausencia de presión sobre ellos les hizo disfrutar de una ronda de lo más dicharachera, con anécdotas y confidencias por el camino. El publico mostró su cariño a Tiger (+13) y su admiración por el esfuerzo titánico que estaba realizando, que se apreciaba según avanzaban los hoyos. El californiano no disimuló los signos de dolor ni su cojera, lo que fue recompensado con una ovación interminable en la casa club, cuando entró apoyado en su hijo Charlie.
Para Rahm (+4) la dolorosa lección de esta edición es que Augusta se le hace endiabladamente difícil con viento y muy largo por la lluvia de los primeros días. Al menos se alegró de terminar con su vuelta más baja de la semana (69) y de haber vuelto a los números rojos.
Sergio García (+3) también tuvo un cierre optimista, con ronda bajo par (71) y recuperando las buenas sensaciones que le habían abandonado en los últimos torneos.
La tradición de los caddies
Augusta no es Wimbledon, pero no se le queda atrás en cuanto a su gusto por las tradiciones y por el color blanco. Al igual que en el All England Club los tenistas deben vestir con ropas albas , en el National son los caddies los que se deben ceñir a esa tonalidad. Y no de un modo parcial o disimulado, sino embutidos en un mono que los iguala a todos durante la semana y permite que la uniformidad sea una constante en el Masters.
Desde que en los años 50 se instauró la norma de que los asistentes fueran todos con el mismo modelo, esta ha sido una de las reglas clásicas del torneo. Y a los protagonistas no les importa seguirlas una vez al año. «A mí me gusta mucho, porque es algo diferente y te hace sentir que estás en un torneo especial» señala Glenn Murray, ayudante de Sergio García desde hace dos décadas. «Solo me he perdido una edición desde 1996 y la eché mucho de menos . El ambiente que tenemos aquí en la zona de caddies es estupendo y, además, sabes que cada día vas a tener la ropa preparada y limpia», bromea el sudafricano.
La rutina para ellos es sencilla y no cambia de un año a otro. «Llegamos a la zona de trabajo y recogemos nuestra credencial, que junto al brazalete que tenemos nos permite entrar en diversas zonas», explica Emilio Pereira, que acompaña a José Mari Olazábal . «En principio te puedes mover por todo el campo con ese pase, pero como tenemos que ir siempre vestidos de blanco y con la gorra puesta, al final nos solemos quedar en nuestra zona». Y es un entorno ideal para ellos, como trabajadores especializados y bien pagados del siglo XXI, muy lejano del de aquellos portadores de bolsas que llevaban los palos en los 46 primeros años del Masters. Por aquel entonces eran siempre los mismos profesionales de raza negra los que se le asignaban a los participantes en el Masters. Hasta que hace cuarenta primaveras se le permitió a cada cual traer a su compañero de fatigas. «Para mí, Jon es como un hermano; trabajamos juntos todas las semanas del año y se me haría muy raro dejarlo en el primer grande del año», señala Adam Hayes, el escudero de Rahm.
Precisamente por esa relación personal hay muchos jugadores que optan por pasar también aquí el tiempo juntos, sin atender a las restricciones de las distintas áreas propias de un evento de esta magnitud. «El trato cercano con los jugadores y demás caddies es en la zona de comida, que no es muy grande, pero a donde vienen muchos golfistas que prefieren estar con nosotros. Como es el único punto donde te juntas, lo pasamos bien allí», remata Pereira.
En cuanto a la dinámica diaria, los más veteranos la tienen más que asumida. «Cuando llegas a Augusta te registras en zona de caddies te dan un par de documentos para firmar sobre las reglas internas que has de cumplir y luego te entregan el libro del campo, la gorra, te pruebas el mono para ver la talla y a partir de ahí te lo preparan todos los días», explica Pello Iguarán, quien ya ganó el Open Británico con Francesco Molinari . «Luego tienes que devolverlo todo y solo te puedes llevar el libro y la gorra verde», concluye el vasco, aunque Murray tiene un recuerdo especial. «Cuando ganas te dejan llevarte el mono; yo tengo el mío de Sergio de 2017», sonríe orgulloso.