Tour de Francia

El Tinkoff echa tierra sobre su líder

Mientras Contador cedía en la cuesta final, su equipo aceleraba para ganar con Sagan

Contador, llegando a la línea de meta en la segunda etapa del Tour Reuters

J. GÓMEZ PEÑA

De que Alberto Contador pierde peso en el Tour hubo ayer una señal clara: mientras el madrileño cedía, segundo a segundo, en la cuesta de Cherbourg , su equipo aceleraba por delante con Valgren y Kreuziger para lanzar a Sagan hacia la victoria. Echaron tierra sobre su líder. El Tinkoff prefirió pájaro en mano. Y sólo van dos días de Tour. Al entrar Sagan primero, en la meta se escuchó el grito feliz, exagerado, de Oleg Tinkov , el patrón siberiano que anda con muletas por un accidente de esquí y que no tuvo piedad con su líder cojo. El ciclismo es despiadado. Siempre lo ha sido.

Para Albert Londres , periodista del Tour de hace un siglo, los faquires que escupían fuego y los ilusionistas que tragaban cuchillos eran gente normal. «Los chiflados son los iluminados que partieron de París para comer polvo». Se refería a los ciclistas del Tour de 1925. Aquella edición pasó por Coutances , como ayer. Ahí duerme -malduerme con tantas caídas- estos días Contador. En Coutances pasó su «muy mala noche» tras la caída del sábado. En ese pueblo, en el Café de la Estación , Albert Londres escribió una de esas crónicas ciclistas que se han hecho inmortales: ‘Los forzados de la carretera’. Londres, claro, no se refería a Contador, sino a sus antecesores, los hermanos Pelissier , expulsados de la edición de 1925 porque Henri, el mayor, llevaba dos maillot, algo prohibido en aquel ciclismo que fardaba de cruel. Henri Desgrandes , patrón e inventor de la carrera, buscaba la desmesura; que los ciclistas cargaran con una cruz. El calvario. «No somos perros», protestaron los Pelissier ante la pluma de Londres.

El tour, siempre implacable

Contador es atendido durante la etapa REUTERS

Aunque el ciclismo hoy es otro, mantiene parte de su dureza. La noche del sábado al domingo fue larga para Contador . No es fácil dormir con medio cuerpo. La brutal caída del sábado a 78 kilómetros de la meta no le restó ni un segundo en la clasificación general, pero sí le marcó la piel desde el tobillo al hombro del costado derecho. «He pasado muy mala noche. Muy dolorido. Apenas he pegado ojo», dijo al bajar, serio, preocupado, del autobús en la salida de Saint Lo , una ciudad que tuvo que reconstruirse por completo tras los bombardeos de la II Guerra Mundial. Así, derruido por dentro, se sentía al madrileño. «Como no podía dormir bien, he madrugado para ir donde el masajista a que me tocara con las máquinas», contó. Con la Indiba , lo último en aparatos de radiofrecuencia para acortar los plazos de recuperación tras golpes musculares.

El Tour no espera. La etapa salía de Saint Lo pasado el mediodía. «Es una pena que justo hoy tengamos un final de etapa tan complicado. Confío en que todo vaya bien, en no perder tiempo. Y si lo pierdo, que sea lo menos posible», comentaba el madrileño, cubierto con un chubasquero para taparse del verano normando. Dicen aquí que las cuatro estaciones, primavera, verano, otoño e invierno, sólo se distinguen por el tamaño de los charcos. Ayer eran considerables. Con todo, prefería ver el lado bueno en un día tan negro : «Estoy contento porque sigo en carrera después de un golpe tan importante».

Manco en un día de lluvia. Malo. “Lo peor va a ser cuando tenga que quitarme o ponerme en carrera el chubasquero”

Protegía el hombro dañado. «No hay rotura». Sólo dolor. No podía levantarlo. Manco en un día de lluvia. Malo. «Lo peor va a ser cuando tenga que quitarme o ponerme en carrera el chubasquero». Tampoco podía doblar el brazo derecho para coger la comida del bolsillo trasero del maillot. «Por eso la llevo en un bidón». En el cuadro de la bicicleta. Con esas precauciones se fue hacia la húmeda salida de Saint Lo. Antes de llegar a la meta de Cherbourg, la segunda etapa cruzaba la villa de Coutances, donde está el hotel de Contador y donde los Pelissier le contaron sus desdichas a Albert Londres. Justo ahí, en las puertas de Coutances, Contador se vio implicado en una caída. Esta vez la ristra de golpes la recibió el costado zurdo. «El Tour está viniendo así» , lamentó en la meta. Había cedido 48 segundos. Su candidatura se diluye incluso entre las cuatro paredes del Tinkoff.

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