Balonmano
Muere Juan de Dios Román, leyenda del balonmano español
El que fuera seleccionador durante un década y gurú de los banquillos españoles ha fallecido a los 77 años
Ha muerto Juan de Dios Román , referente del balonmano español y leyenda de los banquillos. El que fuera seleccionador durante una década, repartida en dos etapas, ha fallecido tras sufrir el jueves un derrame cerebral irreversible . Para siempre quedará su sonrisa y su amabilidad, señas de identidad de un tipo hecho a sí mismo que supo continuar la estela de Domingo Bárcenas para impregnar un estilo propio al balonmano nacional y llevarlo a sus cotas más altas.
🖤 Juan de Dios Román, icono del #Balonmano español, figura clave en su desarrollo y éxitos, ha fallecido a las 77 años al no superar un derrame cerebral.
— RFEBalonmano (@RFEBalonmano) November 28, 2020
Toda una vida dedicada a nuestro deporte. Nos dejas un legado incalculable.
Allá donde estés, #DEP. Ya te echamos de menos. pic.twitter.com/ZyINvPPhs8
Hay pocas figuras que vayan tan vinculadas a un deporte como la de Juan de Dios Román y el balonmano . El extremeño, nacido en Mérida en 1942, se entregó durante casi toda su vida al deporte que amó, impartiendo su sabiduría en colegios, clubes y en la selección, a la que llevó al podio olímpico en dos ocasiones.
Juan de Dios era un tipo amable y feliz, al que le gustaba mandar siempre un mensaje de optimismo a su entorno. Alegría que captaban los jugadores y que contribuía a crear un ambiente magnífico en las concentraciones. Esa fórmula de trabajo y felicidad la adoptó cuando empezó a entrenar en el Colegio Jesuita de Chamartín en la década de los 60 y no la abandonó nunca.
En solo siete años, el técnico estaba ya al frente del Atlético de Madrid , que por entonces era el mejor equipo de España de balonmano. Una época muy fructífera en la que empezó a destacar por sus métodos de vanguardia en un deporte que habitualmente había carecido de ellos. Como entrenador rojiblanco conquistó cinco Ligas y cinco Copas.
En 1985 le llega su primera oportunidad como seleccionador, en la que, a falta de títulos, consigue modernizar las estructuras y poner las bases de lo que más tarde sería la época dorada del balonmano español.
De vuelta en el Atlético, en 1990, tan solo puede asistir a la disolución de la sección del club, que regresaría años después, pero ya sin el brillo de antaño. Entre 1995 y el año 2000 regresa al banquillo de España y, ahora sí, consigue poner al fin a la selección en un lugar de privilegio . Dos platas europeas (1996 y 1998) y un bronce (2000), salpicados por las dos medallas olímpicas (bronce en Atlanta 1996 y bronce sn Sídney 2000).
Aquellos éxitos sirvieron como impulso para lo que vendría después. Los dos oros mundiales (2005 y 2013) y los dos campeonatos de Europa (2018 y 2020). Todos ellos los vivió como si fueran propios, pues su amor por el balonmano no entendía de egos . De hecho, alguno de esos títulos los vivió como comentarista de televisión, donde encontró un hueco para seguir impartiendo su sabiduría y su conocimiento de este deporte.
Su último banquillo fue el del Ciudad Real , que a principios de siglo se convirtió en uno de los clubes más poderosos. Lo llevó al título de Liga y también a la final de la Copa de Europa , que perdió ante el todopoderoso Barcelona.
Agotada su etapa cerca de la pista, Juan de Dios siguió ayudando al balonmano, esta vez desde los despachos . Primero como director deportivo del conjunto manchego y ya en 2008 como presidente de la Federación Española.
Una de sus primeras decisiones al llegar al cargo fue nombrar a Valero Rivera como seleccionador . Elección clave, pues con él se alcanzó por segunda vez el éxtasis en el Mundial. La Federación salió fortalecida tras su paso y eso que poco a poco la crisis había ido apagando los focos que alumbraban el balonmano. Aun así, su luz siguió apuntando hacia el deporte que había marcado su vida, vinculado siempre a él de una u otra manera.
En 2019, durante la entrega de los Premios Nacionales del Deporte , desveló que estaba luchando contra un cáncer. Finalmente, ha sido un derrame cerebral el que ha terminado con su vida, aunque su legado y su sonrisa quedarán para siempre.