Gimnasia rítmica
La bulimia, el reto más difícil de Soldátova
La gimnasta rusa se aleja de la competición para intentar superar el trastorno de alimetanción que padece
Deportistas contra los trastornos alimenticios
El día que Aleksandra Soldátova (Rusia, 1998) ganó en el Mundial de 2018 su primer oro individual, las lágrimas de emoción sirvieron para maquillar el sufrimiento de quien convive en silencio con una enfermedad. Después de perseguir el sueño desde los siete años y tras toda una vida dedicada en cuerpo y alma a pulir cada error, Soldátova se adueñó del tapete con su cinta. Nadie podía imaginar entonces que aquella gimnasta, rebosante de felicidad en apariencia, acabaría diciendo basta dos años después.
Todo saltó por los aires el pasado miércoles, cuando se difundió la noticia del presunto intento de suicidio de la multimedallista mundial y europea. Pero en cuestión de horas, la conmoción inicial por el suceso mutó en perplejidad. El hospital donde era atendida informaba de que había llegado con cortes en una muñeca y aseguraba que se había intentado quitar la vida. Además, tras varias pruebas se confirmaba que padecía un trastorno de alimentación. Ella, en cambio, lo negaba todo: «Lo que sale en la prensa es horrible, totalmente falso. Me corté mientras preparaba el desayuno. Soy una novata en la cocina».
En el «in crescendo» de las especulaciones, Soldátova reapareció en una gala concierto en Moscú. Tal y como se conocería después, la realidad contrastaba con el clima de normalidad que se intentaba transmitir. En una entrevista concedida el domingo a la agencia Tass, Soldátova confesaba que al menos una parte de lo que se había publicado no era mentira: «Estoy en medio de una pausa en mi carrera. El deporte profesional y la bulimia no se pueden compaginar, más aún unos Juegos, donde se necesita una salud de hierro». La verdad salía a la luz.
En septiembre del año pasado, Soldátova perdió el conocimiento en un evento en Portugal, lo que la llevó a quedarse fuera del equipo ruso para el Mundial de ese mes. La exigencia y la presión durante años hicieron mella, llegando incluso a lesionarse por la debilidad provocada por la falta de alimento: «Mi cuerpo estaba tan frágil que daba miedo» , confiesa ahora.
Lo complicado en este tipo de casos –según explica a ABC Adrián Quevedo, psicológo especializado en causas deportivas, entre otras cosas– es que el deporte puede llegar a convertirse en una barrera más: «El deporte es una vía de salida a los sentimientos negativos que tienen muchos deportistas. Pero se puede llegar incluso a desarrollar una adicción hacia él, un comportamiento realizado de manera compulsiva que genera el alivio de un malestar, pero que a largo plazo puede tener consecuencias negativas», subraya Quevedo.
Especialidades de riesgo
Existe una relación entre los deportes de élite y los trastornos de conducta alimentaria, según Quevedo: «Hay algunas especialidades con más riesgo, como las que tienen categorías por peso , las que son de resistencia , las de gimnasio o las orientadas a la estética , como es el caso de la gimnasia rítmica y de esta chica». Además, explica por qué estos casos revisten de mayor gravedad: «Los deportistas de élite llevan su cuerpo a unos niveles de exigencia fuera de lo normal. De tanto rozar el límite, a veces este se rompe y si se sufre un trastorno de este tipo se es más vulnerable. Habría un momento que el deportista colapsaría».
Así, si durante años la vida de esta joven gimnasta se dividió entre el deporte y su enfermedad, Soldátova ahora ha decidido parar: «La salud es lo primero. Quiero curarme sin prisa, aunque quiero regresar». Una buena decisión, a juicio de Quevedo: «Mantenerse en un entorno deportivo donde hay estímulos que favorecen la aparición de estos trastornos tiene sus riesgos. Lo ideal es dejar de competir un tiempo y desarrollar una manera más saludable de acercarse a la competición».
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