GOLF
«Caddies», el valor de la amistad
Cada vez son más los españoles que recurren a compatriotas como asistentes
El mundo de los «caddies» ha cambiado mucho últimamente. Llevar la bolsa de un jugador del Circuito Europeo era una tarea que antiguamente no realizaban los españoles. Había grandes golfistas, evidentemente, pero no se había desarrollado la figura del escudero profesional como en otras latitudes.
Hoy en día, hay asistentes españoles por todo el mundo, con todo tipo de golfistas y con el caso curioso de los hermanos Urquizu : Íñigo lleva la bolsa del italiano Renato Paratore en el European Tour y Javier la de la coreana Jenny Shin en el LPGA femenino. Esta semana en Valderrama , con el gran número de hispanos presentes, aumentan las parejas nacionales. Cada una cuenta con una historia diferente detrás, pero todas coinceden en lo mismo: la amistad previa entre los protagonistas.
Raúl Quirós decidió hace tres años darle un vuelco a su carrera. Era jugador profesional con experiencia en el Challenge Tour, pero no terminaba de dar el salto a la primera línea. Así que tomó la decisión de hacerse «caddy» a las órdenes de su paisano Álvaro Quirós . Después de un año de relación y de haber trabajado también con el chileno Felipe Aguilar , esta campaña recibió una llamada especial. « Alejandro Larrazábal , el hermano y entrenador de Pablo , me ofreció formar parte de su equipo y me hizo mucha ilusión -relata-. Me llevo muy bien con él, nos conocemos de toda la vida y estoy encantado porque es un pedazo de jugador». En su caso, que ha sido monaguillo antes que fraile, el profundo conocimiento que tiene de este campo (vive en Guadiaro , a tres kilómetros del club) le sirve para dar más importancia a sus avisos. «Aquí me pregunta más, pero él tiene las ideas muy claras. Yo intento decir lo que veo, dar los consejos y ser contundente. Y si nos equivocamos pues no pasa nada, para eso estamos. Formamos un equipo».
Un caso diferente es el de Borja Martín Simón , el ayudante de Jorge Campillo , que ha puesto una fecha de caducidad a su carrera. «Los dos somos de Cáceres y nos conocemos desde pequeños. Comenzamos a viajar juntos hace cinco años, cuando Jorge consiguió la tarjeta, y desde entonces nos ha ido fenomenal. Lo que tengo claro es que solo haré trabajré con él; cuando terminemos nuestra relación me retiraré».
Esta sensación de provisionalidad la tiene también Andrés Caballer , que está disfrutando de sus últimos torneos como asistente antes de dedicarse a la Educación Física, su auténtica vocación. «Cuando acabe INEF en junio me pondré a buscar trabajo en lo mío. Me encanta el golf y es una forma diferente de vivirlo -apunta-. Ser "caddy" y formar equipo con un profesional es una perspectiva bonita, pero estar lejos de casa todas las semanas no es mi futuro». En este periplo, sin embargo, ha tenido tiempo de conocer mucho mundo tantos en los torneos masculinos como femeninos. Ha trabajado con María Hernández y Paz Echevarría en el LPGA y con Andrián Otaegui, Nacho Elvira y Pedro Oriol en el Europeo. Aunque siempre con trato profesional, ahora lo hace más por amistad. «A Pedro le conozco desde hace tiempo y le acompaño esporádicamente, pero no me planteo la relación más allá del verano».
De los que se van a los que llegan. Daniel Galindo está como un niño con zapatos nuevos. Jugador de golf de nivel de toda la vida en Navarra , vio abrirse un nuevo mundo cuando su amigo Borja Virto le ofreció acompañarle en 2016. «Le había llevado la bolsa en dos torneos en España el año pasado, pero yo estaba liado terminando mi carrera de ADE -comenta-. Y el pasado enero, como vio que no me salía trabajo y confiaba en mi, me dijo que si quería seguirle esta temporada». Como todo es nuevo para él, se fija en todos los detalles. «Ya hemos estado en Abu Dhabi, Qatar, Dubái, Sudáfrica, Tailandia e India . Poco a poco voy aprendiendo, me acerco a los otros españoles y voy preguntando. Lo que más me impresionan son los sitios y las culturas diferentes, aunque apenas nos queda tiempo para hacer turismo».
En lo que todos coinciden es en el buen ambiente que existe en el grupo de latinos, pues siempre forman piña también con los argentinos. De ahí que sea difícil sacarles de ese círculo. «Yo no veo trabajando con un inglés o un sueco, la verdad... son demasiado serios y sosos» reamata Quirós con una carcajada.
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