El día que un banderillero salió a hombros de la plaza de Madrid

Mella enloqueció a los aficionados que lo sacaron por la Puerta Grande. Sucedió hace un siglo

Reuters

Ángel G. Abad

«La apoteosis de un peón», tituló ABC la crónica de la novillada celebrada en la plaza vieja de Madrid el 12 de septiembre de 1920. Lleno en los tendidos y el final inédito de un banderillero a hombros por la Puerta Grande del coso más importante del mundo.

Torearon Jumillano, Nacional II y el francés Pierre Pouly que se enfrentaron a un lote bien presentado y bravo de Vicente Martínez. Un festejo que discurrió sin grandes sobresaltos hasta los primeros tercios del tercer toro. Entonces el público comenzó a fijarse y admirar las evoluciones de un peón de la cuadrilla del torero galo.

El crítico Emilio Palacios Valdés desconocía, cómo la mayoría de los espectadores, la identidad de tan formidable peón. Se creyó que era francés hasta que saltó su nombre. Se trataba de un modesto subalterno llamado José Manzanares que se anunciaba como Mella.

«Toreó a punta de capote como ya no se estila, estuvo colocado siempre, y, por lo tanto, sus intervenciones en la lidia eran eficaces y afortunadas, y porfió al bicho por derecho, en forma tan templada que la gente se volvía loca de entusiasmo y no prestaba atención más que a lo que hacía tan excelentísimo peón», contaba ABC.

Delirante ovación

El relato cuenta que se cambió el tercio y tras un buen primer par de Francisco López, el siguiente de Mella levantó una «delirante ovación». Se cerró el tercio con otro buen par y Pouly salió ya muleta en mano cuando el público «impuso su deseo de que Mella pusiese otro par de banderillas, y, previa la venia presidencial, tomó los garapullos, citó al toro desde largo, llegó a él, cuadró perfectamente, levantó los brazos y dejó otro soberbio par».

Cuenta el cronista que el público enloqueció de entusiasmo y aguardó a que terminase el festejo, y entonces volvió a ovacionar a Mella, «a quien tomaron en hombros los capitalistas, y así lo sacaron por la puerta de Madrid».

«Señores matadores de cartel, ¿quién necesita en su cuadrilla un peón del tamaño que era ese as de la tauromaquia que hoy torea como espada más de cien corridas y se llama Ignacio Sánchez Mejías?», finaliza la crónica abecedaria.

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