«Zincalí», un tablao con pasado, presente y futuro

El Yiyo, en un momento del espectáculo Paco Manzano
Julio Bravo

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No debe de tener el escenario del mítico Corral de la Morería más de diez metros cuadrados, pero no hay más que leer los nombres de los artistas que han creado e interpretan « Zincalí », el espectáculo que presenta actualmente el tablao madrileño, para comprobar las aspiraciones de sus responsables. Blanca del Rey , la directora artística del Corral, es plenamente consciente de la historia que se reúne en sus paredes, y siente la responsabilidad de ofrecer espectáculos que estén a su altura y que alejen del tablao el tópico de ser un lugar para «guiris».

«Zincalí» -palabra tomada de un libro de George Borrow sobre la cultura gitana- es un espectáculo que respira tradición pero se planta en la vanguardia, donde los acentos flamencos más radicales se funden con movimientos casi de corte contemporáneo. Antonio Najarro , en su primer trabajo desde que dejara la dirección del Ballet Nacional de España, tiñe de modernidad un espectáculo donde el baile, el cante y el toque se presentan desnudos, donde el sudor puede olerse desde las mesas. En este entorno y en este lenguaje, « El Yiyo », un joven y magnígico bailaor, de espléndida planta y grandes condiciones, se encuentra todavía demasiado agarrotado. Más libre se les nota a Belén López , que aporta su oscura calidad, e Inmaculada Salomón -primera bailarina del Ballet Nacional de España- su estilizada elegancia. No sería justo olvidarse de la música envolvente de José Luis Montón y del cante azulado de Inma «La carbonera».

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