Sara Baras: «No creo que sea capaz de fingir una sonrisa»

La bailaora gaditana presenta su espectáculo «Sombras» en el Teatro Nuevo Apolo de Madrid, donde estará hasta finales de junio

Sara Baras, durante su entrevista con ABC Ernesto Agudo
Julio Bravo

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La indeleble y luminosa sonrisa de Sara Baras tiene un destello especial que contagia su mirada; es feliz, y no puede -ni quiere- ocultarlo. Habla con elocuencia, con convicción, con gozo; se asoma a su conversación varias veces la palabra madurez, y algo hay en su actitud. Las «Sombras» que dan el título al espectáculo que presentará en Madrid a partir de hoy no tienen su habitual connotación negativa. «Mi sombra está llena de situaciones, de valores, de personas, de maestros, de espectadores... De gente que ha hecho que transcurridos veinte años siga con la misma ilusión por bailar y las mismas ganas, o más, de aprender y de compartir. Estos veinte años -en realidad ya son más, porque el espectáculo tiene ya tres años de vida- han sido un regalo, y este espectáculo también lo es, porque está lleno de detalles que yo llevo dentro y que me lleva a bailar desde un lugar súper-bonito».

Es perfectamente consciente Sara Baras de lo que ha cambiado su baile en estas dos décadas. «Soy muy consciente de mi evolución y también de mis equivocaciones, que con el tiempo han sido también positivas. Hay ahora una identidad, un sello muy marcados. Y ahora tengo una conexión directa con el público, por el que sigo aquí; antes no veía ese encuentro de manera tan positiva, intentaba pensar que bailaba para mí y que de esa manera mi baile sería mejor. Y con los años he aprendido a ser más generosa y a bailar para el público».

Es también, reconoce, más sincera. «Estoy en un momento de mi vida en el que no es que esté conforme ni satisfecha, porque siempre quiero seguir aprendiendo y creciendo; pero subo al escenario con la tranquilidad de saber quién soy y de querer presentarme así, sin disfraz, siendo consciente de tus cosas buenas y menos buenas. He alcanzado una madurez con la que estoy a gusto y que me hace mantener la ilusión que tenía cuando empecé a bailar y, al tiempo, disfrutar de lo que soy ahora. No intento parecer otra persona».

Veinte años de compañía dan mucha tranquilidad, pero al tiempo aumentan la responsabilidad. «Sabes que has trabajado mucho, pero eso provoca que tengas que trabajar más cada día. Ya sabes las horas que tienes que dormir, lo que tienes que comer, de quién te tienes que rodear, qué necesitas para poder levantar el telón con todas tus armas...» Y Sara Baras reconoce que entra en el escenario con una actitud distinta a como entraba antes. «Lo hago mucho más segura y con ganas de disfrutar. El baile, a lo largo de la carrera, tiene momentos en que lo sufres más, otros en que lo quieres más... Pero hay un momento de disfrute en el que dices: “Esto es el baile”. Yo tengo la suerte de haberme dedicado a algo que me gusta mucho, que forma parte de mí, pero que descubro ahora... Descubro ahora esa forma de disfrutar del baile, ese momento en que estás en casa y bailas, da igual como lo hagas. He recuperado a la niña que bailaba por bailar. Sin más... Pero cada vez con mayor responsabilidad».

Disfrutar como antes no lo hacía le ha hecho descubrir también al público. «Ahora mi baile es un continuo paso a dos con él. Para transmitir el disfrute tienes que disfrutar tú; por muy buena actriz que seas, hay cosas que no puedes interpretar. Mi forma de bailar no ha estado nunca disfrazada. Tiene sus defectos y sus virtudes, pero no tiene disfraz. Es muy de verdad».

Madurez. Sara Baras vuelve a esta palabra, que dice redondeándola, silabeándola casi. «Sin darte cuenta te van cambiando los valores, y los de ahora son más grandes; antes le dabas más importancia a la fuerza física porque la tenías. Pero poco a poco van perdiendo protagonismo los alardes y se va imponiendo el gusto por otros aspectos del baile. Todavía estoy fuerte, no sé hasta cuando, pero ahora valoro más un giro bien dado que cuarenta hechos de cualquier manera».

La raíz, en el flamenco, tiene un significado muy especial. Y la raíz de Sara Baras se llama Cádiz, presente siempre en su corazón y su baile. «A menudo me dicen que desprendo buena energía, que transmito cosas bonitas. Y me gusta escucharlo, porque siempre lo he buscado. Y tengo la suerte de ser de una tierra alegre, con una energía preciosa, que está dentro de mi persona. Yo no creo que sea capaz de fingir una sonrisa».

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